No es un hombre de pocas pulgas el ministro de la Producción, Dante Sica, pero la situación lo sobrepasó y reaccionó. Mientras hablaba ante los empresarios en el almuerzo del Rotary Club, hubo una queja algo particular desde una de las mesas. El funcionario abordaba la cuestión de lo dolorosa que fue la crisis para los empresarios y confesó que el ajuste que el Estado no hizo lo hicieron los privados, una teoría que abona el Círculo Rojo. Pero a uno de los CEOs presentes, las palabras le sonaron a relato. “Eso es todo piripipí”, se escuchó, muy leve, desde la mesa redonda ubicada justo detrás de la principal, en la que se sientan las autoridades.
Sica lo escuchó, lo identificó y levantó temperatura. Con la cara enrojecida y visiblemente enojado, el ministro le replicó: “No es todo piripipí, es mucho más que eso. Es fácil hablar desde un Excel, lo difícil es estar acá”, expresó mirándolo fijo.
Criscuolo, entregando un premio en el Rotary.
El hombre del “piripipí”, que sacudió un evento muy protocolar con un ministro en modo cassette on, es el doctor Gustavo Criscuolo, presidente de la empresa de Medicina Prepaga Medical´s, una de las medianas que ocupan silla en la Cámara ADEMP.
Criscuolo, cuentan los que lo conocen, no comulga mucho con la línea del oficialismo. De estrecha amistad con el ex ministro de Economía Roque Fernández, obtiene buena calificación de sus colegas, al menos de aquellos con los que compartió Letra P comentarios del cruce con Sica.
Entre quejas por la comida de socios que pagan un abono un poco mayor a pasta seca con aceitunas y tomate, los comensales se repartieron el diagnóstico sobre el exabrupto. “La verdad, estuvo muy fuera de lugar”, contó un socio histórico del club. Algo parecido parecieron meditar el salteño José Urtubey y Martín Cabrales, dos de los CEOs sentados en la mesa central. Asintieron con la cabeza cuando Sica dio réplica.
Otros, en tanto, esbozaron una explicación. “Lo que dice Gustavo es un poco lo que siente la gente y el empresario cuando ve que el Estado no se ajustó nada”, comentaron a este medio CEOs que pidieron reserva. Sica, que se fue rápido y (una rareza) por la salida de servicio, dejó una exposición que dividió al público más allá del piripipí affaire: la sensación de que “puso el cuerpo”, pero sin poder de decisión ni herramientas para revertir la situación crítica de la producción y el comercio.