VIERNES DE SÚPER POLARIZACIÓN

Relato 2019: la impostación de un presidente entero que pide más tiempo

Macri lanzó su discurso proselitista para pelear la reelección en octubre: una combinación de leves autocríticas, menciones elípticas de la crisis y ratificación del ajuste, pero sin decirlo.

Aunque usó pocas palabras para referirse a la campaña electoral donde jugará su reelección, el presidente Mauricio Macri dedicó el cuarto y último discurso de su mandato ante la Asamblea Legislativa para lanzar la comunicación, el tono y la actitud proselitista de "candidato eterno" que protagonizará desde ahora hasta los comicios de octubre.

 

La puesta en escena de Macri fue una nueva reventa de expectativas, desde el último estribo del poder, para compararse con la "herencia recibida" y alimentar el antagonismo con CFK.

Con una reanimación de la receta conocida del pasado versus la esperanza, el jefe del Estado orientó su mensaje, con pose enérgica y entrenada, a sus seguidores más fieles y exhibió una actitud más autocrítica para los votantes indecisos y golpeados por su política económica. Una forma de dar cuenta del desgaste que la crisis y la recesión provocan en la imagen de su gobierno, pero sin aportar pronóstico alguno sobre su finalización. Una nueva reventa de expectativas, desde el último estribo del poder, para compararse con la "herencia recibida" y alimentar el antagonismo con la ex presidenta y senadora Cristina Fernández de Kirchner, que no fue de la partida y pegó el faltazo, un dato que no tomó al Gobierno por sorpresa.  

 

En esa alquimia de palabras y mensajes gestuales, ejecutada durante 59 minutos, el relato diseñado con semanas de anticipación en la Casa Rosada se completó, aún sin CFK, con una buscada polarización permanente con el kirchnerismo. Macri reivindicó su gestión, dijo que el país está mejor ahora que en 2015 y ratificó el objetivo más trunco de la campaña y de la gestión de Cambiemos: la pobreza cero. 

 

Su mención, en medio de un cúmulo de indicadores sociales y económicos negativos, cosechó el aplauso unánime de la bancada opositora, que buscó responder con ironía a la reivindicación presidencial de esa promesa. Era la escena esperada por los armadores del discurso: que alguien de la oposición tomara el guante, "pero sin ánimo de provocación", confió una fuente oficial. 

 

Fue una línea ordenadora del discurso, que anticipó los productos publicitarios que se avecinan: "Los cambios profundos requieren paciencia", dijo Macri dentro de la serie de alusiones que usó para asegurar que "un cambio en serio" requiere más tiempo que cuatro años. Posiblemente esta línea argumental acompañará al "¡Sí, se puede!" que los publicistas del PRO tomaron del Partido Demócrata de los Estados Unidos para la candidatura de Barack Obama. Sin embargo, el equipo de campaña de Cambiemos teme que esa arenga se transforme en el pedido de un sacrificio imposible si los "brotes verdes" de la economía, que prometió en el primer mensaje al Congreso, llegasen demasiado tarde o no se concretaran nunca. 

 

 

Apenas terminó el discurso, los voceros presidenciales revindicaron la puesta en escena por "la fuerza para defender sus ideas, con un tono enfático y convencido". Tal como lo hizo durante la crisis, el Presidente buscará mostrarse seguro y convencido, como quien enfrenta tempestades, pero sin mencionar que buena parte de los embates son producto de sus propias decisiones políticas y económicas.

 

Así como su amigo y colega el presidente norteamericano, Donald Trump, invitó a víctimas y héroes de la guerra a su último discurso sobre el "Estado de la Unión" ante el Capitolio, Macri echó mano a la mención de testimonios que confirmaran su autodefensa "del cambio". "No nos fuimos de vacaciones, pero instalamos las cloacas y tenemos agua corriente", le habría escrito una ciudadana al Presidente, que utilizó la frase para cinturear otro contorno de la crisis económica con una combinación de las postergaciones individuales que sufre la clase media, en primera persona, con una mención respecto al impacto positivo de las obras de pequeña y mediana escala, especialmente agua potable, cloacas y asfalto, tres productos de gestión que Cambiemos buscará capitalizar a cuentagotas hasta octubre, pero como una forma de paliar el descontento económico.  

 

 

 

A pesar de tener delante a casi todos los senadores y diputados de la Nación, el Presidente prácticamente no se dirigió a ellos, sino que aprovechó la puesta institucional para dar un mensaje por la cadena oficial de radio y televisión: una solemnidad que su equipo de comunicación siempre elude, salvo en cada 1° de marzo. Como aseguraron sus asesores, el jefe de Estado reivindicó su política en materia de seguridad y "anticorrupción".

 

Cargó las tintas contra el presidente venezolano, Nicolas Maduro, y echó sal en la grieta cuando criticó a CFK por haberlo condecorado y defendió su alineamiento con Estados Unidos y el Grupo de Lima para reconocer al autoproclamado mandatario "encargado", Juan Guaidó, que llegó después del mediodía a Buenos Aires para ser recibido en Olivos, aunque el núcleo más duro del entorno presidencial evaluó la posibilidad de invitarlo al Palacio Legislativo. El caribeño no podría haber aceptado el convite porque a esa misma hora estuvo con el mandatario paraguayo Mario Abdo. El gesto habría desatado una minicrisis en el recinto, pero le habría sumado puntos en su vínculo con Washington. El país caribeño y la comparación competitiva del puerto de Buenos Aires con Brasil fueron las únicas dos menciones a la región. Por fuera de esa pirotecnia, que cosechó el aplauso de pie de todo el gabinete, Macri no dio ningún pronóstico sobre la economía y buscó reducir los daños autoinflingidos durante el discurso del año pasado, cuando aseguró: "Lo peor ya pasó".

 

 

 

Esta vez dio cuenta de esa promesa que se hizo añicos dos meses después, con la primera corrida cambiaria de mayo. "El año pasado nos puso a prueba en muchos sentidos: cuando estábamos empezando a crecer y a ver resultados concretos, asomando la cabeza, cambiaron las condiciones y surgieron nuevos desafíos que tuvimos que enfrentar. Todavía estábamos frágiles", se justificó Macri. Fue una de las pocas menciones que hizo a los errores de su política económica y al posterior endeudamiento histórico con el Fondo Monetario Internacional. 

 

Con el anuncio del aumento de la AUH, Macri dio cuenta, en forma elíptica, del impacto que tiene la crisis económica.

Tan profunda es la gravitación del organismo internacional en la política actual de Cambiemos, que Macri sólo mencionó al FMI para anunciar que hará uso de la cláusula especial para aumentar las Asignación Universales por Hijo en un 46%, un incremento que buena parte del Gabinete esperaba aplicar hace dos meses y en cuotas, pero el Presidente decidió aguardar hasta que se aplicaran todos los incrementos tarifarios de servicios públicos previstos para este verano. Los aumentos no terminaron, pero el líder del PRO se guardó el salvataje social del Fondo para acompañar su lanzamiento proselitista. 

 

Con el anuncio en materia social y el porcentaje del incremento Macri también dio cuenta, en forma elíptica, del impacto que tiene la crisis económica. Le puso un número provisorio a la depreciación de los ingresos para los que menos tienen, en su mayoría víctimas de una economía cada vez más informal y con mayor desempleo.

 

Por fuera del anuncio paliativo, el relato presidencial no aludió a esos contornos de la crisis. Tampoco a los tarifazos. Prefirió insistir con los productos discursivos vinculados a las energías renovables y a la capacidad argentina para exportar energía como puntales de la Argentina del futuro que ven sus funcionarios, aunque ahora admitan que los cambios todavía no llegaron y prefieran resaltar la "inserción inteligente de Argentina en el mundo", como lo hizo el Presidente cuando reivindicó la cumbre del G20 de noviembre pasado. 

 

La clave, de ahora en adelante, estará puesta en transmitir que "el cambio" necesita otro mandato para que se haga realidad, pero sin mencionar que será con un ajuste fiscal tan agudo como el que aplica este año. Desde el epicentro del Congreso, Macri comenzó a pedirle otro cheque en blanco a un electorado que se siente cada vez más cerca de la bancarrota, un dato que el microclima que rodea al Presidente prefiere minimizar. En su lugar, sostienen que el ajuste que se aplicará en el futuro es un verdadero acto de justicia social y el Presidente lo rubricó con sus palabras.
 

 

Alex Wahnish, el rabino de Javier Milei. 
Pullaro, el ministro Cococcioni y la secretaria de Asuntos Penitenciarios. Con más de 1.800 celulares incautados en requisas en las unidades penitenciarias santafesinas.   

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