“Como todo gobierno que comienza, siente la necesidad política de mostrar que todo lo anterior estuvo mal hecho”, reflexionó con cierta carga de autocrítica un ex funcionario provincial, integrante de la mesa chica que lideró durante sus cuatro años de gestión la ex gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal.
“Es habitual, no nos moleta, aunque los datos no eran ciertos”, sintetizó la fuente en un tono similar al que mostraron los legisladores vidalistas tras la ceremonia de asunción del nuevo jefe del Estado provincial, Axel Kicillof.
El vidalismo en conjunto mostró una postura moderada, casi amigable con el nuevo mandatario, aun cuando el gobernador entrante se mostró demoledor en su discurso.
Para Kicillof, los 25.000 millones de pesos que le dejó Vidal en la caja “no alcanzan para las obligaciones de los próximos 30 días”, por mencionar solo una de las muchas frases donde mostró una fuerte crítica a la herencia.
“El gobernador realizó un discurso de carácter político y dio su diagnóstico parcial sobre la Provincia”, aseguró a Letra P el senador de Cambiemos, vidalista purísimo, Walter Lanaro.
“No tengo ninguna duda de que dejamos una provincia mucho mejor de la que recibimos. De pie. No solo en términos económicos, sino en obras, seguridad, salud, educación y mayor dignidad para cada bonaerense”, sostuvo el reelecto legislador de la Tercera sección electoral.
En esa línea se mostró también la diputada Noelia Ruiz, quien hasta su asunción se desempeñaba como jefa de Gabinete de la jefatura de Gabinete que comandaba Federico Salvai.
“Las de Kicillof son evaluaciones subjetivas, cuando nosotros pusimos a su disposición toda la información sobre el estado de la provincia”, consideró la diputada, quien inauguró su tarea legislativa con un proyecto de ley que regula las transiciones de gobierno y alude directamente al traspaso de mando tardío, ya que no fue el día 10 sino el 11.
Durante la ceremonia, el ánimo de la gobernadora, sus ministros y legisladores fue más tolerante que de enojo, e incluso Salvai sostuvo sin mucho inconveniente la incomodidad de compartir el palco con dos de los intendentes peronistas más críticos a la gestión de Vidal, como fueron Mario Secco, de Ensenada, y Jorge Ferraresi, de Avellaneda.
Según el plan original, la gobernadora llegaría a la Legislatura acompañada por todo su gabinete y aguardaría su turno para colocarle la banda gubernamental a Kicillof, mientras su equipo seguía el proceso desde uno de los palcos de invitados. Pero la maniobra tuvo algunos imprevistos que obligaron al elenco vidalista a acomodarse en uno de los palcos que ya estaban ocupando algunos jefes comunales del PJ.
Esta situación resultó algo incómoda cuando se observó que Salvai, el único vidalista que ocupaba una silla -el resto de su grupo estaba parado- se quedó tieso en su lugar mientras los jefes comunales y los legisladores del Frente de Todos vivaban y aplaudían al presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández, que estaban ubicados en un palco cercano.
“Hay que dejarlos gobernar y que lo hagan de la mejor manera. Estamos para ayudar”, dijo, off the record, uno de los ministros de Vidal a este portal, con más resignación que voluntad.
En tanto, el flamante diputado Juan Carrara, uno de los varios jóvenes funcionarios de la ex mandataria que ingresan al Parlamento, aseguró no estar de acuerdo con “la visión que tiene Kicillof de lo que nosotros dejamos”.
“Son como dos provincias distintas, una la que nosotros gestionamos y dejamos y otra la que él dice ver”, remarcó.
Para el legislador, el gobernador cuestionó la herencia recibida pero no presentó ningún plan de gobierno. “Dijo lo que vio cuando llegó, pero no lo que va a hacer en adelante”, aseguró.