Encuentro feminista

El periodismo de desprestigio y la disputa de poder de la perspectiva feminista

Al ritmo del crecimiento del movimiento de mujeres, trabajadoras de prensa se distancian de los esquemas tradicionales y nombran aquello que queda fuera de la agenda de los grandes medios.

Un periodista publica en Twitter un video en el que se ve cómo la Policía bonaerense entrena al personal femenino para el Encuentro Nacional de Mujeres. Una comerciante comparte en su perfil de Facebook imágenes de una manifestación feminista en México en la que se ve cómo un grupo ataca la terminal de trenes y reclama castigo para quienes repitan una actitud semejante en Argentina. Varios medios se hacen eco de la decisión de la iglesia de vallar los edificios eclesiásticos y de suspender las actividades religiosas en el centro de la ciudad de La Plata. Mientras pocos portales digitales anticipan cómo se espera el desarrollo del evento y cuáles serán los puntos más importantes del debate feminista, la mayoría pone la lupa en la manifestación callejera que suele ser interpretada como violenta. Es una campaña digitada por una mirada conservadora, machista y patriarcal del periodismo tradicional y hegemónico que busca socavar, desprestigiar y reducir las luchas del movimiento feminista. A contramano, crece un armado comunicacional que atraviesa esa construcción y se hace eco de la agenda que convoca a 200 mil mujeres.

 

En la antesala del 34° Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) el clima ambiental y emocional está caliente en La Plata. La lluvia, la humedad y el promedio de 20 grados de temperatura están en sintonía con la ansiedad, la alegría y la preocupación que palpitan organizadoras, participantes y testigos directos de lo que, se espera, será una de los eventos más importantes del feminismo en nuestro país.

 

Como un sumario de lo que se tiene que saber, el periodismo informa los avatares de la organización, explora experiencias pasadas, entrevista protagonistas y proyecta desenlaces. Pero, ¿cuánto de esa producción se ajusta a los objetivos que promueve el evento? ¿Cuánto espectaculariza lo que pasa? ¿Cuánto lo desprestigia? ¿Cuánto lo ridiculiza, lo banaliza, lo simplifica?

 

El Encuentro cumple este año su 34 aniversario. Un espacio en el que convivirán por tres días la diversidad en lo multitudinario. Un evento político donde las mujeres y colectivos feminizados intentarán, en medio de tensiones inherentes a la raza humana, avanzar en el debate que tiene a su género como el oprimido histórica, social y culturalmente; habilitar experiencias de vida, ampliar el debate sobre distintas problemáticas y profundizar la unidad de una lucha que las haga más fuerte en la vida diaria.

 

Sin embargo, el diario del lunes poco dirá de esa agenda. Como en eventos anteriores, pondrá la lupa en un segmento menor de la actividad convocante con el sólo hecho de desprestigiar el movimiento político que más ha crecido en la última década en post de revitalizar el discurso machista y patriarcal.

 

 

 

“Así quedó Rosario después de la marcha por el Encuentro Nacional de Mujeres”; “En Trelew, el encuentro de mujeres terminó con incidentes”; “Se cumple un año de los incidentes en el Encuentro Nacional de Mujeres en Mar del Plata”; “San Juan: Con pintadas a favor del aborto y un fuerte operativo de seguridad, arrancó el Encuentro Nacional de Mujeres”; “Prevención. Suspenden las misas en la Catedral y una basílica de La Plata por el encuentro de Mujeres”. Los titulares de este estilo se repiten al buscar recortes de lo que han sido los ENM anteriores.

 

La contracara es el crecimiento organizado, al ritmo del grito feminista, de voces distanciadas de los esquemas tradicionales de comunicación, expresiones que plantan bandera en la forma de hacer periodismo. El feminismo toma la palabra y nombra aquello que, por acción u omisión, han decidido que no ocurre, que no existe.

 

“Lo más importante es la organización, la coordinación entre periodistas y trabajadoras de prensa y comunicación con una perspectiva feminista, que no es lo mismo que hacer periodismo con perspectiva de género”, explica a Letra P Julia Varela, miembro de la Colectiva de Trabajadoras de Comunicación de La Plata, Beriso y Ensenada y militante de la campaña Somos Plurinacional.

 

 

 

Varela considera que “muchos medios hegemónicos trabajan de esa manera porque tienen una lógica patriarcal” y destaca la producción de las mujeres en las redacciones: “Estamos dando la batalla y eso es lo interesante”, dice y agrega que eso se va a “cristalizar en la cobertura colectiva” planificada desde el ámbito que integra. “Hay muchas trabajadoras de prensa que están laburando de manera táctica adentro de las redacciones para poder colar información, meter datos, convencer a sus editores de que puedan publicar cosas”, agrega.

 

Con el ENM en marcha, señala que la “cobertura colectiva es un canal de diálogo entre las redes de periodistas feministas que comparten información, que socializan su producción, contactos y una salida a través de las redes de la campaña y de la colectiva. Es para retroalimentarse en círculo e informar lo que realmente sucede”.

 

En la misma línea se expresa Agustina Paz Frontera, codirectora de LatFem, medio de comunicación feminista. “De lo que se trata siempre es de destacar temas que se les escapan a los medios masivos, saltar los reduccionismos y atender, por ejemplo, la agenda de los talleres, dar cuenta del valor de la organización y de la complejidad que tiene la difusión anual de los encuentros y poner sobre la mesa la plurinacionalidad, la diversidad de identidades, los travesticidios”.

 

 

 

“Se trata de ametrallar con estos temas durante estos días porque, si no, todo el evento queda reducido a lo que pasa en la calle, que es visto como violento. Pienso en la clásica mujer en tetas que horroriza al ciudadano medio, como si fuera un salvaje”, agrega la periodista y consigna que la “composición identitaria del encuentro tiene mucho de diversidad cultural” porque quienes asisten al encuentro "no sólo son chicas de 17 años, divinas con glitter. Ese es parte de otro imaginario”, indica.

 

Consultadas por los desafíos del periodismo feminista, Varela remarcó la necesidad de organizarse para visibilizarse. “Es necesario mayor organización, apropiarnos y poder construir sindicatos feministas y, al mismo tiempo, entrar a disputar esos espacios para poder marcar agenda”, señaló y remarcó la precariedad de la profesión y la falta de mujeres y disidentes en roles gremiales o puestos jerárquicos dentro de las redacciones. “No tener esa presencia en los medios hace que la perspectiva se recorte muchísimo. Están haciendo leer el mundo desde una mirada hétero, blanca, hegemónica y patriarcal. Desde ahí hay que empezar a romper ciertos lugares comunes y empezar a desarticular estos discursos del sentido común”.

 

Por su parte, Paz Frontera consideró la necesidad de “mantener el aborto en agenda, pase lo que pase. El periodismo ejerce un poder, tenemos la capacidad de instalar un tema y presionar contra los poderes fácticos para que determinadas cosas se consigan”. Si bien reconoció que ante el escenario electoral “no se puede hacer mucho fuera de esa agenda porque termina invisibilizado”, sostuvo que “el desafío es mantener el espíritu crítico, el posicionamiento critico respecto al poder de gobierno, sobre todo con temas de urgencia como el aborto, los feminicidios y los travesticidios”. En ese marco, remarca que la estrategia es infiltrarse en las redacciones: “Ser una suerte de espía para meter el feminismo en los medios en los que trabajamos”.

 

 

En el marco del ENM, se realizará la primera Asamblea Nacional de Trabajadoras de Prensa. Mujeres y disidencias de 16 sindicatos de todo el país se reunirán el domingo a las 14 en el centro platense.
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