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Cuando el entonces ministro Alfonso Prat-Gay anunciaba la salida del cepo, salida muy exitosa, fue claro al decir que el Gobierno aplicaría un tipo de cambio de flotación administrada.
Y esa administración la vimos varias veces, la mayoría comprando dólares. Cada vez que el gobierno nacional o el bonaerense colocaban un bono en el exterior, siempre estaba el Banco Central para comprar esos dólares y entregarle pesos que debía emitir. También hubo intervenciones vendiendo, por ejemplo en las PASO del año pasado, cuando parecía que Cristina podía ganar y el tipo de cambio se disparó más allá de lo deseado por la entidad, vendió reservas y logró contener exitosamente la cotización.
A partir de abril de este año perdieron todo control sobre el tipo de cambio. Comenzó con la salida de fondos “amigos” que liquidaron sus tenencias en lebacs y se pasaron al dólar un día antes de la entrada en vigencia del impuesto a la renta financiera para no residentes. Una vez iniciada esta corrida y producto de desaciertos en el manejo de la misma por parte del Banco Central, la situación se les fue totalmente de las manos.
El costo es importante: un dólar que pasa de los $20 a casi los $30 que tocó este viernes, pérdida de 20% de las reservas, elevación de tasas hasta el 40%, expectativas de inflación para el año en curso que saltaron del 20% al 30%, apelación a un rescate de U$S 50.000 millones del FMI, caída en la actividad, problemas en la cadena de pagos, cambio de toda la cúpula del BCRA y la verdad es que no sabemos hasta dónde llegarán las consecuencias de lo que hoy estamos viviendo.
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Las nuevas autoridades del Central parecen tampoco poder estabilizar el valor de la moneda. Luego de un par de días de relativa tranquilidad, las últimas 48 horas de la semana han sido de gran presión sobre el peso. Claramente, el mercado ha perdido la confianza en la institución. Un cambio de nombre no es suficiente. Se necesita un cambio de estrategia.
No puede ser que, en este contexto, el BCRA vea cómo el dólar sube $1 con un volumen operado de U$S 5.000.000 en el mercado de cambios y salga recién una hora después a licitar los U$S 150 millones diarios (los U$S 100 millones que anunciaron solo duraron 72 horas), para luego tener que licitar otros U$S 300 millones. En definitiva, lo que le subieron con U$S 5 millones no lo pudieron volver a bajar con U$S 450 millones. Se creía que ya se había aprendido de esos errores.
Hoy ya los anuncios no tienen impacto. Subir más las tasas traerá más problemas que soluciones. Se necesitan acciones concretas, como fue en su momento poner “el muro” de U$S 5.000 millones a $25 (medida que no se entiende por qué fue retirada el día del anuncio del acuerdo con el FMI, sabiendo que los fondos llegarían 15 días más tarde). Ésta es la única medida que funcionó en su momento y que probablemente pueda volver a funcionar ahora.
El Banco Central debe volver a ponerse por delante de la situación y dejar de correr de atrás la cotización del dólar. Llegaron U$S 15.000 millones, ya sabemos que U$S 7.500 millones serán volcados al mercado. La clave está en saber utilizarlos para que, antes de que se acaben, la oferta privada vuelva a aparecer.