“Nunca las intervenciones han sido buenas para los partidos”. Con esa frase, parte de un comunicado que hizo público este jueves, Eduardo Duhalde intentó hacer caer los dedos que lo señalaban como uno de los operadores detrás del presuroso y cuestionado fallo con el que la jueza federal María Romilda Servini de Cubría intervino el PJ nacional. Sin embargo, apenas unos días antes de que Luis Barrionuevo y algunos de sus hombres ocuparan y le cambiaran la cerradura a la sede partidaria de la calle Matheu, el ex presidente operó en persona otro pedido de intervención, éste sobre el PJ bonaerense. El pedido había salido de las entrañas mismas del duhaldismo residual y este viernes recibió un duro revés judicial.
Aunque Duhalde diga que no le caen simpáticas las intervenciones de partidos -presentó un pedido sobre el PJ en 2016-, sus hombres de confianza muestran cierta predilección por este recurso. El fiscal federal Jorge Di Lello, titular, además, de la Fiscalía Nacional Electoral, firmó este viernes un dictamen en el que recomienda a la Cámara Nacional Electoral declarar “desierto” un recurso interpuesto por Oscar Diani y Omar Gadea, dos militantes de estrecha relación con el ex presidente interino y ex gobernador bonaerense, que pedían intervenir el PJ de la provincia de Buenos Aires. Ahora resta que la Cámara, como ya hicieron Di Lello y, previamente, el juez federal a cargo de la competencia electoral provincial y el fiscal local, rechace la medida solicitada y deje el partido en manos del intendente de Merlo, Gustavo Menéndez, presidente desde la elección de sus nuevas autoridades.
Diani y Gadea -que en su cuenta de Twitter se presenta como "secretario político de Duhalde"- no sólo son hombres del lomense. También son los referentes y los apoderados de una agrupación a la que llamaron Justicia y Dignidad Peronista. Hace poco más de un año, en marzo de 2017, ese sello organizó un acto en la avenida Belgrano al 1700 de la Ciudad de Buenos Aires. El invitado estelar era Duhalde. A su lado se sentaron los dos anfitriones, Diani y Gadea. Desde ese escenario, el ex presidente avisó: “Me voy a presentar para conducir el Movimiento Nacional Justicialista”.
Diani y Gadea, los lugartenientes de Duhalde en la avanzada interventora.
El ex caudillo provincial también dejó otras llamativas apreciaciones. “Yo no quiero cargos que ocupar, ni tengo ganas”, dijo. Pero amenazó: “La reconstrucción (del PJ) la vamos a lograr (...) Si no les gusta, la vamos a ganar igual”.
Tras ese acto, los dos alfiles duhaldistas fueron a la Justicia a pedir la intervención del PJ bonaerense, el que entendían como el primer paso para ejecutar la “reconstrucción” que prometía su líder. Se excusaron en que los jefes del partido se habían marchado a otra organización, Unidad Ciudadana. Su pedido fue rechazado “por improcedente” el 29 de diciembre por el juez federal electoral bonaerense, el subrogante Adolfo Ziulu. El magistrado respetó el pedido que le había hecho el fiscal general ante el Juzgado Electoral, Hernán Schapiro, en su dictamen del 4 de diciembre.
Servini y Gadea, en el despacho de la jueza.
A COMODORO. Diani y Gadea apelaron ese fallo –cuya cédula les llegó recién el 1 de febrero de este año- ante el fiscal nacional electoral Di Lello. Antes de tomar una decisión, Di Lello fue rastreado por el propio Duhalde. Cruzaron varios llamados hasta que el ex presidente provisional se presentó en su despacho de Comodoro Py 2002.
Esa visita fue justo antes de Semana Santa, los últimos días de marzo. El ex gobernador se fue sin un dictamen, pero con un escenario claro: el pedido de intervención que había ido a respaldar en cuerpo y alma ya olía a podrido. No tenía destino.
UN AVISO A ROMILDA
El dictamen de Di Lello, recomendando rechazar la intervención del PJ bonaerense que pedía el duhaldismo, es un posicionamiento que Servini debería tener muy en cuenta. Más tarde que temprano, el fiscal electoral deberá intervenir en el proceso que se inició la semana pasada, cuando la jueza barrió con la conducción partidaria que encabezaba el sanjuanino José Luis Gioja y designó al frente del procedimiento a Barrionuevo.
Di Lello tiene, hoy, dos opciones. Una, plantear la nulidad del fallo de Servini. Para esto le sobran las razones. Desde que la magistrada decidió la cuestión de fondo sin darle traslado a su fiscalía ni intimar previamente a las actuales autoridades del PJ a normalizar el partido, hasta la posibilidad de centrar su queja en la elección de Barrionuevo, que no cumple ni de cerca los preceptos básicos que requiere el rol para el que fue elegido.
La segunda es esperar que el expediente apelado por Gioja llegue a la Cámara Nacional y sea este tribunal de alzada el que le gire el caso.
"Nunca abandoné los esfuerzos para arribar a una instancia de conciliación que permitiera una normalización no traumática", escribió Duhalde en su comunicado. Pero Oscar Diani, su hombre, ya tenía en su haber otros pedidos de intervención del órgano partidario peronista. Antes del rechazo definitivo a su avanzada sobre el PJ bonaerense, al que solo le resta la firma de la Cámara Nacional, el operador duhaldista había hecho una intentona sobre el PJ nacional. Lo hizo con el expediente 1112/16. Ese mismo año, otro dirigente de buena relación con Duhalde había solicitado lo mismo: Luis Barrionuevo, con la causa 464/16.
Esos contactos entre Duhalde y Di Lello terminaron abruptamente cuando Servini ordenó la intervención del PJ nacional. El fiscal dejó madurar esa situación, sin mostrar públicamente su bronca por la maniobra de la jueza, quien tomó el pedido elevado por el barrionuevista y triunviro de la CGT, Carlos Acuña, y firmó el fallo sin darle intervención a Di Lello, el fiscal electoral. Esperó hasta este viernes, cuando puso su rúbrica en el rechazo al pedido de intervención del PJ bonaerense nacido en usinas duhaldistas.
Entre el fallo de la jueza y el dictamen del fiscal, Duhalde, el hombre al que no le gusta intervenir partidos, el hombre que el Gobierno sentó, con honores, entre los ministros de la Corte Suprema en la Asamblea Legislativa de este año, tuvo también su mano a mano con el propio interventor, Barrionuevo. Si en ese encuentro privado el ex presidente manifestó su repudio a la intervención es un secreto que quedó entre él y su amigo y dirigente gastronómico.