Los índices de inflación de febrero que se conocieron este miércoles dieron la certeza de que la meta anual del 15% fijada por el Gobierno, que rige las negociaciones salariales en curso, está cada vez más lejos de cumplirse, algo que, sin embargo, no es motivo suficiente para unificar una postura de la principal central obrera del país.
Atravesada por feroces internas y reclamos de renovación de cúpula, la CGT permaneció este jueves en silencio, en contraste con las advertencias de sectores empresarios o de otros dirigentes gremiales, como el titular de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, que advierten sobre las consecuencias que puede tener en los precios, el costo de vida y la producción el brote inflacionario que ya pasa el 26% anual, según el propio Instituto Nacional de Estadísticas y Censo.
"En este escenario interno de la central, es improbable que vaya a haber un pronunciamiento institucional sobre el tema", sentenció un miembro de la directiva de la CGT que prefirió reservar su nombre, aunque aclaró que las organizaciones tienen el tema en agenda.
Cavallieri marcó la cancha: firmó por el 15% para los empleados de comercio.
"Por supuesto que es un tema de preocupación para todos los sindicatos y, de hecho, se aborda en las reuniones de los diferentes sectores, pero las muestras de unidad no van a venir por gestos en común respecto de este tema", dijo el mismo dirigente.
Cada cual atiende su juego parecería ser la máxima por estas horas en el edificio de la calle Azopardo.
Atomizada entre dialoguistas y combativos y con una conducción deslegitimada, la CGT está atravesada por un debate central: cuando y con quién renovar su conducción. A los contrapuntos internos entre los sectores con mayor cantidad de afiliados -gordos e independientes- se suma la presión callejera desplegada por la alianza entre los sectores que responden a los camioneros Pablo y Hugo Moyano, la Corriente Federal de los Trabajadores y la CTEP, protagonistas de la marcha del 21 de febrero.
La realidad es que tampoco hubo posicionamientos a nivel individual de las organizaciones sobre el rebrote inflacionario, ni de parte de los que ya cerraron acuerdos salariales en sintonía con la pauta del 15% que exige el Gobierno ni de quienes están con las negociaciones en marcha.
Luz y Fuerza, otro gremio grande que aceptó el 15.
En el pelotón de los gremios que no desafiaron a la Casa Rosada y cerraron a la baja, prefieren no hablar públicamente sobre el tema porque saben que un posicionamiento crítico al respecto les agitaría las aguas entre sus afiliados, que, indefectiblemente, van a sentir una pérdida del poder adquisitivo.
Salir al criticar los números de la inflación sería reconocer que los acuerdos, sobre todo los que no incluyeron una cláusula gatillo, fueron, por lo menos, firmados de manera prematura.
Del otro lado, entre los que todavía mantienen negociaciones con las cámaras de su sector, opera una lógica similar en apariencias, pero muy distinta en el fondo. La estrategia en los sectores de más peso es esperar gestos críticos desde las patronales que les permitan presionar por una mejor recomposición salarial.
"No son datos que sorprendan; al contrario, los números de inflación ratifican lo que muchas organizaciones venimos planteando sobre la inviabilidad de las propuestas de los empresarios y sobre los números que el Gobierno expone, que no tienen correlato con la realidad", dijo a Letra P un dirigente gremial que encabeza por estas horas una de las negociaciones más trabadas.