El secretario de Comercio, Miguel Braun, acelera en Estados Unidos los contactos para lograr del gobierno de Donald Trump una exención a los nuevos aranceles al acero y el aluminio, del 25% y el 10% respectivamente, que amenazan con cerrarle a la Argentina un mercado de 770 millones de dólares.
Acompañado por el embajador Fernando Oris de Roa, este martes se reunió con el secretario norteamericano de Comercio, Wilbur Ross, y con el subdirector de la Oficina del Representante Comercial, C. J. Mahoney. Los representantes nacionales expusieron sus argumentos para quedar al margen de las restricciones que comenzarían a operar el próximo 24 de marzo, según lo anunciado por el jefe de la Casa Banca.
Braun puso sobre la mesa el buen momento de la relación bilateral y señaló que la medida es gravosa para las exportaciones nacionales, ya severamente limitadas por los aranceles impuestos al biodiésel, sin que el aporte de acero y aluminio argentino supongan un volumen capaz de poner en peligro a esos sectores industriales estadounidenses, le dijo a Letra P una fuente vinculada con las gestiones.
En la misma línea, se resaltó que ya se está trabajando a nivel bilateral para encontrar paliativos a la sobreoferta mundial de acero en el marco de los contactos en el Grupo de los 20 y que Estados Unidos mantiene un superávit en el comercio con nuestro país, uno de los asuntos que más sensibiliza a Trump en la relación con el mundo.
Ross no tomó ningún compromiso, pero se resaltó la disposición estadounidense a evaluar la situación argentina.
Tras el encuentro, el secretario de Comercio argentino dijo en una conferencia de prensa brindada en la embajada en Washington que “recibimos una recepción positiva a nuestro argumento de que las exportaciones argentinas no representan una amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos”.
Sin embargo, formalidades aparte, la fuente oficial consultada por este medio se limitó a asegurar que "el tema fue planteado", que "estamos solamente en el comienzo del diálogo" y que "no se esperaba obtener ninguna respuesta concreta en una reunión de apenas veinte minutos". La sensación, completó es de un "optimismo moderado ante una situación complicada".
Lo que preocupa es que el propio mecanismo para las exenciones todavía no está claro en la propia administración estadounidense. Se registra, asimismo, que la imposición de estos aranceles coincide con el giro nacionalista y duro que la superpotencia adoptó este martes con el nombramiento de Mike Pompeo, ex director de la CIA, como nuevo secretario de Estado. Una visión radical del lema "Estados Unidos primero" parece pasar de las relaciones públicas a las políticas concretas.
La apuesta, gestiones aparte, es a lo que aún pueda lograr el propio Mauricio Macri con Trump a través de una diplomacia presidencial directa. De hecho, el Presidente llamó a su homólogo el último viernes para plantearle su inquietud.
El propio Trump abrió la puerta a un tratamiento caso por caso al dejar fuera de las penalidades a las empresas de Canadá (el mayor exportador de acero a Estados Unidos) y de México, aunque condicionó ese beneficio a una renegociación integral del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, según su sigla en inglés). Asimismo, mencionó a Australia como ejemplo de un aliado firme de Washington que podría también ser excluido del perjuicio.
La preocupación de la Casa Rosada apunta al impacto que puede tener esta crisis sobre el empleo en el sensible sector siderúrgico.
Según datos del año pasado, la suma de las ventas a Estados Unidos de Tenaris (firma del grupo Techint) y de Aluar alcanzaron a 770 millones de dólares.