DETRÁS DE ESCENA. EL LUJANAZO

Los Reyes Magos de la Iglesia peronista

Los tres arquitectos del PJ que construyeron la multitudinaria misa antimacrista que enfureció a la feligresía PRO. Los puentes con la curia bergoglista, que sabía todo. Recen por CFK.

Pese a los gestos de buena voluntad y las segundas lecturas, la relación entre el macrismo y la Iglesia está condenada a la fricción y al choque de intereses. Pudo advertirse esta semana ante la histeria del Gobierno y sus medios afines por la multitud que se congregó en Luján el fin de semana pasado. La ofensiva de la Casa Rosada para reducir el acto masivo que unió al sindicalismo con el PJ como un mero apoyo público a la familia Moyano dio resultado en los circuitos que sufren urticaria ante la confluencia del peronismo y los obispos de Francisco. La cúpula del Episcopado consintió en las charlas con los funcionarios que la marcha se había ido de las manos, pero todos lo saben: en las alturas vaticanas, el jesuita que enfrentó a Néstor Kirchner y se entendió bien con CFK no tiene dudas ni se arrepiente. El papa quiere una Iglesia que envíe señales de alerta por la crisis social que se agiganta con Mauricio Macri en la Presidencia y no va a cambiar su postura de fondo.

 

Papa peronista. Los corderos locales de Bergoglio estaban al tanto de todo lo que pasaría en Luján. 

 

 

Desde el oficialismo buscan facturarle a Su Santidad el respaldo al evangélico Hugo Moyano y pretenden desvincular a un sector de la Iglesia de la concentración en la que habló el obispo de Luján, Agustín Radrizzani. Pero todo estaba informado en tiempo y forma en Roma y en Buenos Aires.

 

El presidente del Episcopado, Oscar Ojea, había sido notificado de la misa primero que nadie.

El presidente del Episcopado, Oscar Ojea, del que dicen que no sabía nada, había sido notificado de la misa primero que nadie, a través de dos canales diferentes pero convergentes.

 

Primero, por el profesor Aldo Carreras, un peronista de íntima llegada a Jorge Bergoglio que es, para muchos, su principal operador.

 

Después, por el jefe del SMATA, Ricardo Pignanelli, y el abogado Julián Domínguez, que lo visitaron en la sede del Episcopado, en Suipacha 1032.

 

El sindicalista fue el principal gestor de la marcha y el que más puso para la movilización, después de haber aparecido en varios actos junto al presidente Macri en los primeros dos años de administración Cambiemos. El viraje se explica por la crisis de la industria, con eje en el sector automotriz y en las suspensiones de personal que afectan a los afiliados del gremio.

 


 

 

Designado por Francisco, Ojea no solo estaba enterado. Vio las imágenes de la movilización y la homilía de Radrizzani en el obispado de San Isidro, acompañado por un allegado de dilatada trayectoria en el peronismo. Para que no quedaran dudas, el titular del Episcopado hizo llegar su mensaje de satisfacción a los organizadores. Estaba “muy contento”.

 

PERONISMO JESUITA. En la anunciada movilización a Luján, traficada por el gobierno apenas como un aval al jefe camionero, actuó un grupo de peronistas destacados por su perfil bajo, de histórico vínculo con la Iglesia y especial llegada a Bergoglio.

 

El más notorio fue Domínguez, el ex precandidato a gobernador en la provincia de Buenos Aires. De reconocida fe católica, el ex presidente de la Cámara de Diputados y ex ministro de Agricultura de Cristina Kirchner era el preferido de Francisco para pelear contra María Eugenia Vidal en 2015. Su derrota en la interna con Aníbal Fernández, todavía creen en el ex Frente para la Victoria, volcó las fuerzas eclesiásticas a favor del macrismo bonaerense en la madre de todas las batallas. Con la derrota de Daniel Scioli en las presidenciales y la diáspora en el peronismo, Domínguez mantuvo un oído en Roma y recaló como abogado en el SMATA del ferviente religioso Pignanelli, heredero de una tradición histórica enemiga de cualquier izquierda, marcada a fuego por el fallecido José Rodríguez y vigente todavía hoy.

 

 

 

Domínguez se inició temprano en los grupos católicos en Chacabuco y su compromiso es conocido por los obispos de toda la provincia, en especial por el ex rector de la UCA y arzobispo de La Plata, Víctor “Tucho” Fernández.

 

El segundo de los miembros de la cofradía que teje para la comunión entre el peronismo y la Iglesia es Guillermo Oliveri, el ex secretario de Culto de Néstor y Cristina Kirchner que conoce a Bergoglio del tiempo en que el ahora jefe del Vaticano era el arzobispo de Buenos Aires y atendía en la Catedral Metropolitana.

 

Ex legislador porteño del PJ, de vínculo con sectores enemistados entre sí, Oliveri puede escribir mejor que nadie la relación de amor y odio entre el kirchnerismo y el jesuita: del fastidio en vida del santacruceño a las coincidencias con la ex presidenta en materia de aborto y asignación universal que redundaron en enamoramiento con Francisco en lo más alto y Cristina como aliada.

 

 

Contacto en Roma. Ex secretario K Olivieri y papa Jorge Bergoglio.

 

 

La marcha a Luján comenzó a gestarse el jueves 6 de septiembre, durante un almuerzo en la sede del SMATA que compartieron Pignanelli y Domínguez con Oliveri y su amigo Alberto Fernández, del que hoy se muestra muy cerca. Allí, el jefe del sindicato que acompañó a Macri hasta 2017 manifestó su intención de hacer una demostración de fe y de fuerzas que provocara emoción en el Vaticano.

 

EL MENSAJERO. El tercero de los fogoneros de la marcha contra Cambiemos fue Carreras, el menos conocido pero, según todos coinciden, el más cercano a Francisco. Un dato revela su influencia. En 2017, fue el encargado de avisarle a Ojea que iba a ser el presidente del Episcopado más parecido al pensamiento del jesuita.

 

El cardenal Mario Poli era el candidato que más adhesiones cosechaba entre los obispos, pero, con cuatro años en las alturas vaticanas, Bergoglio ya estaba cansado de ver que la curia de su país desoyera sus criterios.

 

Desde entonces, Ojea tiene un vínculo de lo más directo con Carreras, que suele trasladarle los pareceres que el Papa le confiesa en Santa Marta, durante sus habituales visitas, en las que suelen compartir la misa. Juntos viajaron a Roma en febrero pasado, durante el primer viaje del nuevo jefe local de la Iglesia.

 


 

 

Con orígenes militantes en Guardia de Hierro, el ex secretario de Población de Carlos Menem es dueño de un acceso envidiable a Bergoglio y uno de sus más leales mensajeros, si no el más.

 

Profesor en las universidades donde pesa Francisco, también es director de Formación Profesional en gremios como la UOM. De extremo perfil bajo, Carreras trabajó hasta fines de 2015 como asesor del ministro de Trabajo bonaerense, Oscar Cuartango. Comparte con Oliveri y con Domínguez una característica que los hace especiales para las operaciones que tienen el aval de la Iglesia: se confiesan aptos para cualquier conspiración de alto nivel, conservan el perfil bajo y no hablan antes de tiempo.

 

Ojea tiene un vínculo de lo más directo con Carreras, que suele trasladarle los pareceres que el Papa le confiesa en Santa Marta.

En el peronismo francisquista, afirman que Carreras cuenta entre sus méritos con una credencial que lo enaltece ante Bergoglio: nunca fue un hombre de Antonio Caselli, el ex embajador de Menem en el Vaticano.

 

Amigo de Scioli por haber compartido la epopeya menemista, a Carreras se lo sindica como un hombre que suele oficiar de nexo entre el sindicalismo y la Iglesia, con experiencia y disponibilidad para oficiar de puente a Roma. Su rol en la ofensiva más o menos intermitente del riojano contra los inmigrantes, que hoy rescata Miguel Angel Pichetto para el presente, es minimizado y atribuido al masserista Hugo Franco, entonces director de Migraciones. Una historia que ya prescribió.

 

De aquel paso por el ministerio de Gustavo Beliz, le atribuyen también haber cobijado a varios miembros del Opus Dei como el hoy legislador macrista de Salta Andrés Suriani. Otro dato que los confidentes de Carreras niegan.

 

Hoy, Carreras, Oliveri y Domínguez comparten, además, el diálogo con el uruguayo Guzmán Carriquiry Lecour, el primer laico en ocupar la secretaría de la Pontificia Comisión para América Latina, alfil distinguido de Francisco para la región.

 


 

 

CUIDEN A CRISTINA. El trío de peronistas que atravesó la cortina de los tiempos hoy teje hacia 2019 por un futuro más amable para el paciente jesuita que llegó a las alturas vaticanas. Es una pena, afirman, que el Papa haya decidido no venir de visita a la Argentina con Macri en la Presidencia y haya preferido sobrevolar la región sin pisar otra vez suelo patrio.

 

Carreras, Oliveri y Domínguez pueden coincidir en una misión hacia el año electoral, con el ambicioso objetivo de una alianza lo más ancha posible que le devuelva el sillón presidencial a un peronista.

 

Así como Francisco era pura ternura en las visitas de Cristina Kirchner a Santa Marta, su cara de piedra condenó al team leader de Cambiemos para todo su mandato, algo que no pueden evitar la dupla de creyentes que integran Vidal y Carolina Stanley, unidas por el ministro bonaerense Federico Salvai.

 

 

Recen por Cristina. El papa y CFK, a pura risa.

 

 

La relación entre Francisco y Cristina mantiene puentes aceitados, aunque por supuesto ya no es la misma. El ex embajador en el Vaticano Eduardo Valdés oficia de nexo público y mantiene la interlocución. Pero en el kirchnerismo señalan al padre Juan Carlos Molina como el principal canal de diálogo entre unos y otros.

 

El ex titular de la Sedronar viaja a Roma con frecuencia y suele ocuparse de algunas misiones que, según dicen, son encargos directos de Francisco. Según pudo saber Letra P, el mensaje del papa con respecto a la ex presidenta está vigente: hay que cuidarla. Lo que parece más difícil es que haya que acompañarla en la travesía de regreso a la Casa Rosada, con la que sueñan sus soldados incondicionales.

 

que se elige y que se juega en rio negro: zona de riesgo para weretilneck y el peronismo
Julio Alak, intendente de La Plata.

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