ESTRATEGIA COMUNICACIONAL

Dujovne, el alter ego de Macri para ordenar la crisis discursiva en Hacienda

Sincera cifras que minimiza el triunvirato del Gabinete y le da crédito a Sturzenegger. Es el ariete para poner en la picota a los empresarios que violaron el acuerdo de no despedir.

Desde el año pasado, en el seno de Gobierno se debate cómo comunicar mejor la política económica. Y, luego de una serie de pruebas y errores, el presidente Mauricio Macri parece haber llegado un estatus medio, aceptable en el marco de la situación actual. En el ámbito oficial, reconocen que la habilidad para el mensaje del actual ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, fue el detalle que inclinó la balanza para su contratación. Macri lo venía siguiendo en sus apariciones televisivas como columnista del ciclo que conducía el periodista de La Nación Carlos Pagni. Fue un coaching de avanzada el ciclo, que supo convocar a los pesos pesados de la economía y la política, llegando al zenit de la conexión cuando se sentó en el living del canal TN Franco Macri, en una charla que denotó un íntimo conocimiento previo con ambos conductores.

 

El círculo empresario ya venía siendo frecuentado desde muchos años atrás por Dujovne, que supo ser uno de los hombres fuertes del Banco Galicia, donde es recordado como un hombre de diálogo y un hábil declarante. Era habitual verlo en cócteles de empresas, en eventos y hasta en presentaciones de compañías donde exponía ante el público presente. Su última gran aparición antes de la función pública fue en el lanzamiento del fondo Quinquela, en el Faena Art Center de Puerto Madero. Con esa impronta, llegó a asumir a sabiendas de que no tendría injerencia en la definición de políticas económicas, pero que sus coincidencias con Macri lo avalaban a jugar de líbero en la comunicación de esas metas.

 

Desembarcó así a apagar un incendio en ciernes: el caos comunicacional de un gabinete horizontal y multicéfalo. Hasta entonces, el Gobierno mostraba graves problemas de coordinación, como el ocurrido con Alfonso Prat Gay, el proyecto de Impuesto a las Ganancias y la relación con la CGT. Según contaron a Letra P fuentes oficiales, en el medio de esa situación surgió la idea de Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, vicejefes de Gabinete, de seguir subdividiendo los ministerios para calmar las aguas. En un principio, Luis “Toto” Caputo, que sería el titular de Finanzas, no aceptó hasta tanto le garantizaran que su cartera sería un ministerio y no una secretaría. La realidad es que, en el núcleo duro de Macri, la mesa chica, no cayó muy bien la designación de Dujovne. Pero el flamante ministro no necesitaba amigos en la función. Le alcanzaba con lo que Macri le había pedido: que comunicara en línea con dos o tres ejes propios, que no siempre coincidían con el tono que habían elegido el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y sus alfiles.

 

La semana pasada, el economista, hoy una especie de alter ego presidencial, mostró sus artes en un raíd de entrevistas y una conferencia de prensa en la que planteó las metas para reducir el déficit fiscal, histórica postura que Dujovne tuvo incluso cuando se dedicaba enteramente a los medios de comunicación. Hubo dos o tres ejes de su discurso que son coincidentes. El primero: como Macri, Dujovne también cree que la inflación se controla desde el Banco Central (BCRA), con el manejo de tasas. Por eso, cada vez que puede, pondera la labor de Federico Sturzenegger, su presidente y quien, para Macri, es el verdadero ministro de Hacienda. Dujovne tiene claro que, a lo sumo, puede sugerir, aconsejar, pero nunca definir qué hacer en materia económica. Por eso está en un lugar del que Prat Gay prefirió salir. Pero no fue el único: casi ningún funcionario en la primera línea ministerial tiene poder de decisión. Otro ejemplo es el de la salida de la titular de Aerolíneas, Isela Constantini que, como Prat Gay, tampoco aceptó un rol secundario en los papeles, que sí asume Dujovne.

 

El segundo punto relevante del discurso, un pedido especial de Macri, es señalar a los empresarios que despiden como responsables de esa situación. Lo hizo la semana anterior en una entrevista con Marcelo Bonelli en TN. Apuntó allí que los hombres de negocios se comprometieron por escrito a no despedir y algunos lo están haciendo. Es la obsesión suprema de Macri, su queja diaria: el cómo y por qué los empresarios lo dejaron en off side en plena recesión. Eso no se los perdona y quiere que queden en el ojo de la tormenta, que asuman la responsabilidad por lo que les toca. Hay allí una tensión que parece no tener fin.

 

El tercer eje es el reconocimiento de algunas situaciones que otros ministros ocultan o minimizan. La principal, que quede en claro que el Gobierno no les pone techo a las paritarias y que cada sector es independiente de pagar el porcentaje de aumento que le convenga. Dujovne lo manifestó en varias apariciones, explicando que cada uno tiene que pagar lo que pueda, pero que después no vayan a quejarse con el Gobierno por mayores costos.

 

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