Mientras fuera del recinto los ecos de malestar por el sancionado ajuste jubilatorio persistían con nuevos cacerolazos durante la noche del martes, en la Cámara baja el oficialismo logró avanzar con su paquete reformista. En esta oportunidad fue el turno del aspecto tributario que obtuvo esta madrugada media sanción a partir del voto positivo de 146 diputados, mientras que 77 legisladores rechazaron la iniciativa y se registraron 18 abstenciones.
En otro abordaje maratónico, el debate por la reforma tributaria estuvo contextualizado por múltiples cacerolazos que se registraron en diversos puntos de Capital Federal y las principales ciudades del país en rechazo a la reforma previsional sancionada en la mañana del pasado martes. Uno de las manifestaciones más nutridas se advirtieron, precisamente, en las inmediaciones al Congreso Nacional.
El proyecto girado por la Casa Rosada contempla, entre otros puntos, la reducción gradual de aportes patronales, mientras que se grava levemente la renta financiera. Más allá de la aprobación en general, en el tratamiento en particular del proyecto, se dejó sin efecto el polémico artículo que preveía que una parte de las indemnizaciones por despido de trabajadores en relación de dependencia sea alcanzada por el impuesto a las Ganancias (a excepción de directivos de empresas que cobren por encima de los montos mínimos indemnizatorios).
Las tensiones por el debate previsional que se había desarrollado horas antes también flotaron en el recinto al arrancar el abordaje tributario. Tal como contó Letra P, la discusión comenzó cuando el jefe de bloque PRO, Nicolás Massot, decidió plantear, al inicio del debate, una cuestión de privilegio contra los diputados del FPV por las alusiones a su apellido y al rol de su familia durante la dictadura recibidas el día anterior, durante la sesión en la que se aprobó la reforma previsional. "Estoy muy orgulloso y agradecido de la familia a la que pertenezco y del apellido que cargo", arrancó Massot, y le recordó a Cabandié que mantuvieron varios encuentros personales "amenos" y hasta una cena en la casa del diputado kirchnerista, en la que Cabandié no hizo ningún tipo de referencia al tema.
"Cabandié, y Pietragalla deben sentirse muy incómodos por ser conducidos por el jefe de (César) Milani", siguió Massot. Los dos diputados kirchneristas son nietos recuperados, mientras que el jefe del bloque del PRO es sobrino de Vicente Massot, ex dueño del diario Nueva Provincia, de Bahía Blanca, acusado de ser partícipe de crímenes de lesa humanidad. "Yo hago responsable a la familia Massot de la desaparición de mis papás. Eso no significa que yo traslade al diputado Massot la responsabilidad de su familia", replicó Cabandié, quien aseguró que no tiene "rencor ni odio" porque, de otra manera, el diputado macrista no hubiese entrado a su casa. "Y está invitado nuevamente, por supuesto. Usted también, presidente, como ya lo hizo", agregó el legislador kirchnerista en alusión a Monzó.
Superados dichos cruces, en lo que refiere a la reforma tributaria, el diputado macrista Luciano Laspina destacó que desde que el presidente Mauricio Macri asumió, "la presión tributaria bajó aproximadamente dos puntos", y agregó que el objetivo de la reforma es "seguir por el camino de alivio fiscal para las Pymes, a la clase media".
Por su parte, el legislador opositor Axel Kicillof denunció que uno de los grandes ganadores serían las "grandes corporaciones" a raíz de la rebaja de las contribuciones patronales que pasarían a pagar una alícuota del 19,5% en vez del 21%. A la vez, minimizó el impacto progresivo que esta medida podría llegar a tener, ya que se trata de un impuesto "contra personas que tienen determinadas inversiones, dado que las empresas ya están gravadas".
Kicillof rechazó la iniciativa oficialista al catalogarla como "neoliberal" y "noventista", ya aseguró que se probaron y "fracasaron rotundamente".
"Le perdona impuestos a los que más ganan, a las grandes corporaciones e intenta trasladar esa carga tributaria a los consumidores. Están fundiendo al Estado para darle a los más ricos, mientras que al resto le piden que se ajuste el cinturón porque hay déficit por todos lados", arremetió.
También en línea crítica, Marco Lavagna (Frente Renovador) fustigó la idea de que la rebaja de contribuciones patronales va a redundar en una mayor capacidad de creación de empleo. "Puede ayudar pero la única forma es si ponemos marcha la economía, el consumo, el mercado interno", apuntó.
Entre algunos aspectos centrales, la reforma tributaria apunta a una reducción gradual en cinco años de la alícuota del impuesto a las Ganancias para dividendos no distribuidos de las empresas (del 35% actual al 25% en 2021), la posibilidad de computar el pago del Impuesto al Cheque a cuenta de Ganancias, la devolución anticipada de los saldos a favor del IVA por las inversiones que hagan las compañías y la implementación del mínimo no imponible para contribuciones patronales. Así, las empresas no pagarán aportes patronales hasta una remuneración bruta de 12 mil pesos para 2022 (ajustado a la inflación que haya en ese entonces).