La trastienda del traspié del Gobierno

La rebelión que frustó la sesión y la bronca amarilla con los gobernadores

Solo dos de los 19 miembros del Bloque Justicialista, donde pesan los mandatarios provinciales, dieron quórum. Zamora envió a la mitad de su bloque. Se llegó a 129, pero terminó en escándalo.

El oficialismo salió a disparar directo contra los gobernadores. “¡Firmaron 23 de las 24 jurisdicciones! ¡Borran con el codo lo que escribieron con la mano!”, gritaba en el pasillo de Diputados una de las espadas legislativas de Cambiemos una vez caída la sesión. La presión de los mandatarios provinciales sobre sus legisladores no había surtido efecto. Los representantes de las provincias, en su mayoría miembros del Bloque Justicialista, se plantaron ante sus jefes políticos y se negaron a sentarse en el recinto para habilitar el tratamiento de la reforma previsional, lo que llevó la tensión al límite hasta que finalmente se alcanzó el quórum. Pese a eso, el debate se levantó y terminó en escándalo.

 

Tal como adelantó Letra P pocos minutos antes del comienzo de la sesión, los diputados del Bloque Justicialista, que responde a los gobernadores, habían decidido no bajar al recinto a dar quórum. “Solamente bajan los que votan a favor”, había adelantado una fuente de ese bloque a este portal. En efecto, cuando la pantalla mostró que había 129 diputados sentados en el recinto, a las 14.35, solo había tres miembros de ese espacio en sus bancas, los chaqueños Elda Pertile y Juan Mosqueda, y el sindicalista Alberto Roberti. Los otros 16 legisladores miraban desde el hemiciclo.

 

En el recinto ya se habían sentado otros diputados del interbloque Argentina Federal: cuatro representantes de Córdoba – Juan Brugge, Martín Llaryora, Alejandra Vigo y Paulo Cassinerio-, cuatro por Misiones – Jorge Franco, Flavia Morales, Ricardo Wellbach y Daniel Di Stefano - , y dos por Tucumán – Gladys MedinaPablo Yedlin. El último en ocupar su banca, que pertenece al mismo espacio y recibió el aplaudo de todo Cambiemos, fue el sanjuanino Walberto Allende. Segundos más tarde, se le acercó a hablar el ex gobernador de San Juan y presidente del PJ, José Luis Gioja, quien intentó convencerlo de que se levantara.

 

Para ese entonces, en el recinto también estaban los dos diputados por Catamarca que responden a la gobernadora Lucía Corpacci, Silvana Ginocchio y Gustavo Saadi, que el miércoles abandonaron el Frente para la Victoria para armar un bloque propio, Elijo Catamarca. El gobernador de Santiago del Estero, por su parte, hizo un doble juego: solo tres de los seis diputados de su bloque, Hugo Infante, Graciela Navarro y Mirta Pastoriza, bajaron al recinto. Los otros tres, entre los que está su esposa, Claudia Abdala Ledesma, no se sentaron en sus bancas. Tampoco lo hicieron los representantes de Salta, La Pampa, Entre Ríos y La Rioja, que forman parte del Bloque Justicialista. 

 

“Ustedes son gobernadores, pero nosotros tenemos un futuro político”, se plantaron los diputados ante los mandatarios provinciales, que llamaron de manera insistente para tratar de torcer la voluntad de los legisladores con el argumento de que, sin la reforma previsional, peligraba todo el pacto fiscal. “Acá los gobernadores no votan. Ellos firman, pero ponemos la cara nosotros. No vamos a votar esto”, insistía un diputado del Bloque Justicialista. El oficialismo reprochaba que los mandatarios no hubieran logrado lo acordado con la Rosada. “Van a tener que dar explicaciones. En la fila para cobrar están todos, pero para hacer el sacrificio no. Entonces, ¿resulta que la Nación tiene que hacer todo el esfuerzo, subsidiar a las provincias y los gobernadores nada?”, se pregunba el diputado Álvaro González, que apuntaba contra el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, cuyo representante en Diputados, Luis Contigiani, no se sentó en su banca, y contra los mandatarios peronistas. El socialista ya se había pronunciado en contra de la reforma.

 

Pese a las denuncias de la oposición, con ayuda de un sector del peronismo y de tres de los cuatro diputados del interbloque de Martín Lousteau, Social Demócrata – la única excepción fue el mendocino José Luis Ramón, del Partido Intransigente-  el oficialismo alcanzó el número que necesitaba, 129, aunque ese triunfo duró apenas cinco segundos hasta que los diputados comenzaron a levantarse de sus bancas.

 

 

 

Con el recinto convertido en una batalla campal, con insultos cruzados, gritos y una situación que casi terminó a los golpes entre Leopoldo Moreau y el presidente de la Cámara, Emilio Monzó, la diputada del Frente Renovador Cecilia Moreau denunció que el quórum había sido obtenido con la presencia en el recinto de dos diputados del PRO que tenían que asumir este jueves, en la misma sesión: Astrid Hummel y Jorge Enriquez, que debían reemplazar a la rosarina Ana Martínez y a la excluida Joanna Picetti, respectivamente. Sin embargo, los dos diputados relataron que estuvieron en todo momento ubicados en la antesala de la presidencia de la Cámara, a la espera de que comenzara la sesión para jurar. Según pudo comprobar esta cronista en un video grabado desde el palco de prensa, Enriquez es una de las personas que interviene para detener a Monzó en su pelea con Moreau. 

 

“A esta altura, el quórum es una anécdota. El problema son las condiciones en las que se quiso comenzar la sesión. No es posible sesionar así, con el Congreso sitiado y legisladores heridos. Estamos discutiendo temas fundamentales. Hay que parar la pelota”, reflexionó después el presidente del Bloque Justicialista, Pablo Kosiner, que no atendió al pedido del gobernador de su provincia, Juan Manuel Urtubey, para dar quórum y votar la ley.

 

Con los ánimos más calmados, horas después de la sesión, los diputados del peronismo que responden a los gobernadores esperaban que el anuncio que Elisa Carrió hizo antes de pedir que se levantara la sesión, sobre un supuesto bono que el Ejecutivo anunciaría para compensar a los jubilados, se formalizara desde la Casa Rosada para sentarse a debatir si hay posibilidades de aprobar la ley antes de fin de año.

 

En el centro, Gildo Insfrán, presidente del Congreso del PJ, ladeado por Axel Kicillof, Lucía Corpacci y Juan Manzur. 
El Conicet, blanco de la motosierra libertaria.

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