“Repudiamos y condenamos hoy y siempre el terrorismo de estado desplegado y a sus perpetradores. 30.000 es la cifra que marcó el camino de la lucha de la sociedad argentina por esa memoria, verdad y justicia. Pero cada vida que se perdió es irremplazable y el dolor es inmenso. La 'guerra sucia' debe entenderse desde la responsabilidad mayúscula del estado por los crímenes cometidos. No debemos darle paso nunca más a ningún tipo de violencia”, reza parte del texto que la Secretaría de Derechos Humanos publicó en su cuenta de Facebook durante la tarde de este jueves. La comunicación oficial es la forma que eligió su titular, Claudio Avruj, para poner en marcha un plan de reducción de daños luego del sincericidio que protagonizó el miércoles el presidente Mauricio Macri cuando habló sobre el genocidio de la última dictadura. “No tengo idea” cuántos son, “si 9 mil o 30.000”, retrucó el mandatario cuando le preguntaron sobre la cantidad de personas que el gobierno cívico-militar secuestró, torturó, asesinó y desapareció entre 1976 y 1983.
Las declaraciones transformaron a la incursión comunicacional del mandatario en la red Buzzfeed en una tormenta perfecta: lo dijo a 24 horas de la ronda número 2.000 de las Madres de Plaza de Mayo, conducidas por Hebe de Bonafini, a quien Macri consideró una “desquiciada” que dice “barbaridades”. La opinión mostró, en vivo y en directo, el verdadero pensamiento de Macri, que dio un giro en el aire respecto del discurso moderado que tuvo durante su eterna campaña presidencial. Dentro de distintas áreas del Gobierno, son variados los voceros que recuerdan la cantidad de correcciones y “coucheos” que le aconsejaron al entonces candidato que no dijera lo que pensaba sobre la última dictadura. Desde este miércoles, las palabras que espetó en la entrevista digital sembraron este interrogante: Macri nunca pudo ser fiel a los entrenamientos comunicacionales que practicó durante más de una década o salió decididamente a confesar en forma pública lo que piensa: que en los '70 hubo una guerra en la Argentina y no un plan genocida perpetrado por el Estado terrorista.
El texto de Avruj sólo puede verse en Facebook y no fue amplificado por la Presidencia de la Nación, que suele difundir, a través de la Secretaría de Comunicación Pública, una decena de comunicados del Poder Ejecutivo Nacional por día. “Tenemos muy clara la agenda de Derechos Humanos de nuestro tiempo y es una agenda ampliada, en la cual Memoria Verdad y Justicia es política de estado, porque -como dijo el presidente- los juicios por lesa humanidad son prioritarios, con una justicia independiente y nuestro rol sostenido de querellantes. La democracia que supimos conseguir nos exige fortalecerla, aprendiendo del pasado y mirando nuestro presente, para dar respuestas firmes a las demandas sociales”, cierra el comunicado del secretario que el mismo día del sincericidio presidencial cayó en cama y se guardó en el silencio total.
La alusión a la “guerra sucia” confirma la histórica creencia del PRO en la teoría de los dos demonios y la duda sobre la cantidad de desaparecidos, dentro de un sector del Gobierno, es considerada una variable más de la era de los sinceramientos.
Las consecuencias internacionales estallaron de inmediato e instalaron al mandatario como el antagonista de una Madre de Plaza de Mayo que, un día después de la bravata presidencial, protagonizó la marcha 2.000 en reclamo de Memoria, Verdad y Justicia. El primer escalón del escándalo internacional lo transitó el Gobierno hace pocos días, cuando rodeó la sede de las Madres con carros de asalto y tropas de infantería de la Policía Federal. Ante las consultas de Letra P, voceros explicaron que la fuerza está en la órbita porteña, pero el envío de las fuerzas represivas a la puerta de Madres quizás sea una de las pocas coincidencias que en estos días pueden compartir la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y su par porteño, Martín Ocampo.
LA BOLA DE NIEVE. Las críticas internacionales y de la oposición fueron el prólogo de los gestos que marcaron la tarde de este jueves, en los mismos escenarios políticos que el Gobierno intentó vulnerar. Antes de las 15, la Plaza de Mayo estaba colmada de organizaciones políticas, sociales y numerosas personas de a pie, que no estaban encolumnadas bajo ninguna pancarta, pero que acompañaron la marcha 2.000.
Poco antes, a las 12.30, la ex presidenta Cristina Fernández visitó a Bonafini. “Festejando los 2.000 jueves de las Madres, estaban maravillosamente jóvenes, es una maravilla”, dijo CFK a la salida. “Están más jóvenes que nunca”, sostuvo, y agregó que su hijo, el diputado nacional del FpV Máximo Kirchner, les contó que los dirigentes de La Cámpora “parecían viejos al lado de Hebe y de ellas”. En la salida de la sede de Sueños Compartidos, CFK confió que Bonafini le dijo que no pretende ser “vista como una heroína” porque “todas las madres son heroínas cuando defienden a sus hijos”.
Hebe le propuso brindar por que el presidente Mauricio Macri “nos tenga miedo”. “Brindamos por los 2.000 mil jueves”, dijo, y, con la copa en alto, agradeció el apoyo: “Por nuestra querida Cristina. Para que haga lo que quiera y sea feliz con lo que haga. No le pidamos más de lo que hizo porque ya hizo tanto. Déjenla tranquila, que esté con los nietos y la familia, y que nosotros somos los que tenemos que hacer”.
El abrazo, el brindis y el apoyo articularon una respuesta política que demoró menos de 24 horas en articularse, con una ex presidenta que amaga con empezar a jugar en cada territorio donde Macri se equivoca o donde pretende poner a prueba una polarización que le puede resultar un verdadero búmeran. El sincericidio presidencial fortaleció a los mismos adversarios que Macri pretende ignorar y reducir a parte "del pasado".
“Sí, que nos tenga miedo. Me encanta. Nos tiene miedo, ¿qué no?”, arriesgó Bonafini ante un escenario judicial que todavía no tiene desenlace.