Pasado el entusiasmo inicial con Mauricio Macri de una parte del empresariado, la que menos apostó en campaña a Daniel Scioli, la situación empezó a decantar en pedidos puntuales del sector corporativo. Una especie de época de sintonías finas. La última muletilla en el mundo empresario es que al Gobierno le falta un ministro de Economía. Una figura que centralice el ejercicio político de controlar las diferentes áreas (Producción, Comercio, AFIP, Banco Central y Energía). “Si vemos sólo la foto, hoy la horizontalidad de los ministerios económicos fracasó, pero habrá que ver la película”, contó a este medio un empresario textil que está en contacto diario con funcionarios. Es que en cada reunión o charla que mantienen, los hombres de negocios cuelan el tema del regreso del superministro, una posición que Cambiemos cortó desde el tallo en plena campaña presidencial. “Ante terceros no discuten el tema, pero hacia adentro sabemos que sí”, explicó otra fuente empresaria.
Este anhelo no es gratuito ni responde a la añoranza del kirchnerismo –era en la que los empresarios ganaron mucho dinero- sino a una cuestión más bien práctica. Hoy el empresariado no tiene interlocutor centralizado y se queja de la escasa visión integral que hay en el Gobierno, lo que termina generando fuertes distorsiones. De hecho, hasta hay ejecutivos con ideas que no pueden transmitir al “estratega” económico, hoy ausente. Por caso, que el problema central de la Argentina actual no es la inflación sino la generación de empleo productivo y el levantamiento de fábricas.
Tan caída está la actividad que en el mundo de los negocios hasta los más conservadores se volvieron pragmáticos: “Quizás ahora no sería malo que repuntara el consumo, aunque sea con inflación”, dicen. La idea fue expuesta en varias reuniones, sobre todo con Comercio y Producción: el diagnóstico se basa en que Brasil está inundando de productos propios a la Argentina, lo que se suma a una crisis mundial que impacta en los niveles de demanda. Y que para responder hay que estimular el consumo, aunque sea un poco artificialmente.
Este tema, al igual que la indefinición en la cuestión tarifaria del gas y la luz y el manejo de tasas del Banco Central, molesta a los empresarios, acostumbrados al pragmatismo, más allá del costo que tenga en algunas instancias.
En paralelo, hay un hecho que ya empiezan a ver en el empresariado y que encendió el alerta naranja: si la situación económica sigue así, en recesión, las empresas van a expulsar más gente y ahí deberá intervenir el Estado, ya sea contratándola o bien buscando un mecanismo para facilitar la absorción por parte de otros privados.
“Acá hay dos tipos que están vinculados a la industria, que tienen visión productiva, el resto son todos ex empleados del sector financiero”, contó un empresario pyme. El primero, según ellos, es el propio Macri, que abandonó la industria automotriz justo cuando empezaba a madurar en ella y asumió la presidencia de Boca Juniors. El otro es Francisco Cabrera, el ex HP y hoy ministro de la Producción.
Para el rol de superministro, Cabrera es uno de los nombres más mencionados por su visión. El otro, casi por costumbre, es el titular de Interior, Rogelio Frigerio, al que muchos señalan como el más político.
Llamativamente, de los que hoy transitan la horizontalidad del gabinete económico, el más ponderado es el titular del BCRA, Federico Sturzenneger. Casi todos lo elogian por su mirada, incluso más que al propio jefe de Hacienda, Alfonso Prat Gay. Lo que es cierto es que habrá movimientos en varias carteras, pero es complejo un giro de timón en la designación de un único ministro de Economía, más allá de que la coyuntura parece requerirlo.
@leandrorenou