Bajo la máxima reserva, el presidente Mauricio Macri concretó este miércoles su quinta visita a Quilmes desde que llegó a la Casa Rosada. Con un vallado de cinco cuadras a la redonda, el jefe del Estado visitó la fábrica de alfajores Capitán del Espacio, para “dar firme apoyo a las pequeñas y medianas empresas”, según explicó la secretaría de Comunicación Pública para contar que el líder de Cambiemos “observó el funcionamiento de la línea de producción de la planta, ubicada en la calle Gran Canaria 350, en Quilmes, acompañado por el secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis, y por el intendente local, Martiniano Molina”. Lo cierto es que la visita duró 20 minutos, no hubo prensa, sólo fotos e imágenes oficiales además de la transmisión de la fugaz visita mediante snapchat.
Sin embargo, por fuera del recorrido por la fábrica quilmeña de alfajores, el municipio conducido por el chef Martiniano Molina se transformó en el distrito del conurbano que más visitas presidenciales recibió desde la llegada de Cambiemos al poder. ¿La razón? La serie de alarmas que preocupan al gobierno central, y a La Plata, sobre el precoz desgaste de la gestión del hijo de Don Jorge Molina, ex presidente del Concejo Deliberante durante la gestión de Francisco “Barba” Gutiérrez y secretario de Hacienda de Eduardo Camaño, quien fuera intendente quilmeño entre diciembre de 1987 y 1991, justo antes de que el por entonces ignoto Aníbal Fernández lo sucediera en la jefatura comunal que ahora detenta el calvo y famoso chef televisivo.
El recorrido por la planta de “Capitán del Espacio”, y las reivindicaciones sobre el alcance de la ley que “establece medidas de estímulo y apoyo para las pequeñas y medianas empresas” dejó un sabor amargo en una de las principales cabeceras de la tercera sección electoral: el epicentro del sur bonaerense donde Cambiemos no esperaba una victoria electoral durante los comicios del año pasado, salvo la irrupción de los gruesos errores del Frente para la Victoria y de gestiones cuestionadas, como fue la administración del “Barba”.
Luego de los 20 minutos de fama presidencial que gozó el puñado de vecinos que reunió Molina (y que pudieron traspasar el vallado de cinco cuadras a la redonda), los sectores populares de Quilmes pasaron un miércoles difícil, con una nueva jornada de cortes de luz en Bernal Oeste, San Francisco Solano y hasta la ribera cervecera, la zona donde habita el padre del chef – mandatario comunal.
Dentro de ese mosaico de padecimientos populares radica la quinta visita presidencial a Quilmes. “Martiniano la está pasando peor que Néstor Grindetti en Lanús, uno que por ahora no va a recibir la visita presidencial gracias a las revelaciones de los Panama Papers”, explicó un apesadumbrado escudero amarillo del ejecutivo que conduce Molina: una administración que, puertas adentro del gobierno provincial, concentra algunos cuestionamientos. En la actualidad el gobierno de Quilmes es uno de los distritos con más subsecretarías y cargos políticos de todos los distritos que ganó el PRO en octubre pasado. Los cargos políticos habrían aumentado un 30% en relación a la cuestionada gestión de Gutiérrez y el cuerpo de subsecretarios que responde al chef macrista supera los 60.
Gran parte de ese elenco de funcionarios políticos fueron designados bajo los silentes consejos de Don Jorge, que mantiene una sorda disputa con los cargos que ocupan distintos referentes del radicalismo que integran la versión quilmeña de Cambiemos.
Pero detrás de la interna palaciega, las lecturas que despiertan preocupaciones tienen que ver con la ausencia de obras para el distrito, el malestar generalizado por el tarifazo, “la bronca” de los comerciantes, y la cantidad de obras que el “barbismo” no pudo terminar como 140 cuadras de asfalto, de las cuales se inauguraron 5 y los 40 millones aprobados para el bajo vial local que sigue en “veremos”. El cronograma de postergaciones municipales es machacado públicamente por los detractores peronistas de Molina, pero finalmente aceptado por parte del ejercito de subsecretarios designados por el chef, que admiten las fallas de una gestión que Macri esperaba exhibir para retener un territorio complejo y fracturado que luego de haber castigado al kirchnerismo en las urnas, mastica el malestar de otra frustración que el líder de Cambiemos procura revertir a fuerza de fotos, visitas y anuncios que, por ahora, no cosechan grandes frutos. Mientras tanto, don Jorge sigue designando funcionarios “camañistas” que incomodan a la Casa Rosada y a la mismísima gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal.