El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, les comunicó a sus dirigidos que se pondrá en práctica un sistema de premios y castigos para todos los empleados de la administración pública con el objetivo de garantizar que el “Estado trabaje de manera eficiente”.
Ministros, secretarios, subsecretarios y legisladores escucharon ese discurso durante la reunión de gabinete ampliado que se realizó esta mañana en el auditorio principal de la Usina del Arte. El alcalde abrió y cerró el encuentro que fue coordinado por el vicejefe de Gobierno, Diego Santilli.
La encargada de informar las “acciones” de premios y castigos que se deberán poner en marcha en cada dependencia estatal fue la subsecretaria de Gestión de Recursos Humanos del Ministerio de Hacienda, Julia Domeniconi.
La funcionaria, experta en políticas públicas y parte del equipo de Andrés Ibarra durante el gobierno de Mauricio Macri en la Ciudad, brindó una breve explicación sobre cómo trabajará el larretismo para controlar el desempeño de los empleados estatales, todo bajo la idea de avanzar hacia un Estado eficaz.
La “clase” sirvió para que los distintos funcionarios del Gobierno porteño entiendan como “premiar” o “castigar” a sus dirigidos. Los premios se centrarían en incentivos económicos por trabajos realizados o proyectos presentados, mientras que las sanciones variarán entre suspensiones, apercibimientos y cesantías.
No es nada que no exista actualmente en la administración pública de cada distrito, pero el jefe de Gobierno quería que su gabinete conociera en exactitud cómo proceder ante casos puntuales y por eso puso una experta en Recursos Humanos para que logre que los funcionarios comprendan su idea.
Rodríguez Larreta desea que las dependencias públicas trabajen al máximo y sigan este protocolo. De esta manera, se aseguraría que su gobierno funcione como un reloj. Además, ahora cuenta con un plus: la mayoría de los ministros porteños son de su riñón y le responden, mientras que cuando era jefe de Gabinete le costaba imprimir este sello de operatividad máxima en todas las áreas.
En el PRO aseguran que la “normativa” presentada este miércoles por la mañana es para todos los escalafones de la administración porteña, pero hay quienes confían que, en realidad, apunta a un trabajador en particular: los empleados de planta permanente.
A diferencia de los contratados –muchos llegan con el nuevo funcionario designado-, los trabajadores de planta permanente de la Ciudad son profesionales y técnicos que el único contacto con el partido amarillo que tienen es durante las horas laborales. No militan ni son parte del equipo, por lo cual son más reacios a los controles que imponen desde las altas esferas del Ejecutivo porteño.
No obstante, en la Jefatura de Gobierno creen que los “nuevos cambios” serán aceptados sin inconvenientes. “Nadie se va a enojar porque le expliquen cómo mejorar su trabajo y ser recompensado por eso”, aseguran fuentes de la gobernación.
En el organigrama porteño, tres áreas se dividen en la tarea del tratamiento y seguimientos de los recursos humanos. El control de entrada y salida de empleados queda a cargo del Ministerio de Modernización, la Secretaría de Legal y Técnica está al frente de la confección de recibos y el Ministerio de Hacienda pone la firma y liquida los sueldos.
Según pudo saber este portal, hay problemas en la primera tarea porque el sistema de huella digital de la Jefatura de Gobierno de Parque Patricios tiene poco funcionamiento. En aquellos edificios en los que este método no funciona correctamente, se controlan los egresos e ingresos mediante una planilla.
Por otra parte, actualmente, los superiores de cada área califican a sus empleados, tal cual sucede en el Gobierno nacional. Lo que ocurre es que pocas veces los hombres y mujeres con cargo jerárquico le otorgan puntaje bajo a los miembros de su equipo.