Elecciones 2017

Olmos rompió con el kirchnerismo y pateó el tablero del PJ porteño

Con el lanzamiento del Nuevo Espacio de Participación, sacudió el mapa político de Ciudad y avanza con un armado alejado del cristinismo. Intenta integrar otras opciones de poder.

El escenario de fragmentación del peronismo a nivel nacional tuvo un nuevo capítulo al expandirse en la ciudad de Buenos Aires, un distrito que durante los primeros meses del post kirchnerismo había esquivado caer en la dinámica de las rupturas.

 

Con el antecedente de la fractura del bloque de legisladores del Frente para la Victoria, ocurrida hace poco más de dos meses, la decisión de Juan Manuel Olmos de lanzar el Nuevo Espacio de Participación (NEP) plantea una separación de aguas no solo con el kirchnerismo, sino, también, con su aliado histórico Víctor Santa María, junto a quien construyeron buena parte de su poder en la Ciudad.

 

Pegatinas callejeras, una cena privada para reunir referentes propios y una jornada callejera en las 15 comunas porteñas sellaron la salida a la cancha de Olmos con una estrategia que apunta a diferenciarse radicalmente del Frente para la Victoria.

 

Al igual que lo que sucede en el peronismo bonaerense y nacional, lo que subyace en el lanzamiento del NEP es la discusión sobre cuál debe ser la estrategia de acumulación política de cara a las elecciones de 2017.

 

"Queremos ser parte de un proyecto que pueda gobernar la Ciudad", aseguró a Letra P el referente de uno de las siete organizaciones que confluyen en el flamante espacio, que como prenda de unidad le garantizó la identidad propia a cada uno.

 

En otras palabras, la apuesta es ser la pata peronista de un espacio que tenga condiciones para desbancar al Pro, dando por muerta la capacidad del peronismo de imponerse por sí solo en la Capital.

 

Por el contrario, la posibilidad de confluencia es amplia, sostienen, aunque demarcan que "el límite es el Pro".

 

Lógicamente, el primer nombre que surge en este escenario es el de Martín Lousteau, que, si bien viene golpeado por el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, un mes atrás reunió 1.500 dirigentes, principalmente radicales, en Parque Norte, con motivo del centenario de la asunción de Hipólito Yrigoyen.

 

Olmos y un puñado de sus hombres estuvieron sentados en una mesa privilegiada del predio de la Costanera Norte.

 

Más allá del diálogo con Lousteau, la dirigencia del NEP tiende puentes con el Frente Renovador, con contactos directos con Sergio Massa, un dirigente que no logró hacer pie en casi ningún distrito fuera de la provincia de Buenos Aires y logró un más que magro resultado en la Ciudad con la candidatura de Guillermo Nielsen.

 

La incógnita aún es si Lousteau se recuesta en el FR para jugar por fuera de Cambiemos o si lo hace por adentro y obliga a buscar un plan B al peronismo que ya no se encolumna tras el macrismo ni el kirchnerismo.

 

Este movimiento es la continuación de la ruptura del bloque del FpV en la Legislatura porteña, escenario privilegiado de un sinfín de desencuentros internos que tuvieron sus puntos más álgidos en los debates para la creación de una Agencia de Bienes de la Ciudad y la trasferencia de la Policía Federal a la órbita porteña.

 

En el primer choque, un grupo de ocho legisladores -a quienes se indican como conducidos por La Cámpora- se negó a aprobar la creación de la agencia, pese a que había acompañado la misma medida en una primera lectura en diciembre.

 

En el segundo caso, el mismo grupo de legisladores dilató la discusión sobre el traspaso de la fuerza federal y finalmente se abstuvo, algo que fue interpretado como un desplante a la negociadora de los acuerdos, María Rosa Muiños, por entonces vicepresidenta de la Legislatura por el FpV y esposa de Olmos.

 

El rumbo adoptado por el espacio que se reúne entorno a la figura del presidente del Consejo de la Magistratura porteño se diferencia de las estrategias adoptadas por otros sectores alineados con el kirchnerismo, pero pone en una particular encrucijada a Santa María, que también apuesta a un peronismo más amplio pero sin cargar las tintas contra la ex mandataria.

 

En el último tiempo, el presidente del Partido Justicialista porteño desplegó una estrategia que, en partes iguales, reivindica la figura de Cristina Kirchner -eso sí, desplazando a La Cámpora de un lugar protagónico- y se acerca a sectores distanciados desde hace años del kirchnerismo, pero también a los desencantados del último tiempo.

 

Así, el 17 de octubre encabezó el acto del Día de la Lealtad que cerró Cristina Kirchner en teleconferencia, pero relegó a las principales figuras de La Cámpora abajo del escenario, al mismo tiempo que se rodeó de buena parte de los dirigentes porteños de la que supo ser la Corriente Nacional de la Militancia, otra víctima de la diáspora del peronismo.

 

Diez días después, Santa María reunió a los ex funcionarios kirchneristas Felipe Solá y Alberto Fernández en la Universidad Metropolitana de Trabajo y la Producción con motivo del aniversario de la muerte de Néstor Kirchner, pero mantiene muy buenas relaciones con algunos dirigentes porteños de La Cámpora, como Mariano Recalde, a través de quien se podría motorizar un potencial acuerdo distrital que vuelva a equilibrar los poderes dentro de peronismo.

 

Sin negar su retroceso en el escenario nacional, la organización que conduce Máximo Kirchner sigue teniendo peso específico en la Ciudad con una presencia territorial que se complementa con un nada desdeñable peso legislativo: ocho legisladores le dan forma a una bancada alineada con la ex presidenta y militantes desperdigados en las 15 comunas grafican la expansión de los últimos años.

 

Esa territorialidad será uno de los terrenos de disputa con el NEP de Olmos, que, aún con menos peso, legislativo, es el artífice de algunos de los principales acuerdos parlamentarios y que, además, tiene el control del Consejo Metropolitano del PJ, funcionarios claves en la justicia local y una extensa relación con los gremios porteños.

 

Estos últimos son el otro actor fundamental del mapa político de la Ciudad que aún no resolvió la incógnita sobre cómo jugará en este nuevo escenario.

 

Victoria Villarruel. 
Patricia Bullrich, ministra de Seguridad.

También te puede interesar