Río Negro

En su peor momento, la UCR busca un rumbo para no volver al fracaso

Los máximos referentes buscan una estrategia que no deje al partido en ruinas. El rol de Massaccesi, Foulkes y Sartor.

14 junio en Viedma. La pantalla  de datos en la Legislatura de Río Negro publicaba el papelón de la Unión Cívica Radical. Los referentes de Alberto Weretilneck y Pedro Pesatti, que festejaban abrazados en el Alto Valle, observaban entre risas el cuadro que demostraba un histórico fracaso electoral para el radicalismo.
 
El 3.10 por ciento (sólo 11.318 votos) que consiguió Horacio Massaccesi aquella jornada dejó a la UCR en terapia intensiva y con problemas casi imposibles de resolver.

 

Su llegada a la presidencia del partido abrió una grieta que dividió las aguas en las elecciones provinciales. La máxima expresión fue Bautista Mendioroz, quien quemó las naves en el acuerdo con el Frente Progresista que encabezaba la senadora nacional Magdalena Odarda, cedió terreno imposible de recuperar, y terminó afuera. “No hay posibilidades de que vuelva”, le explicaron a Letra P desde su entorno. La declaración tiene justificativo: el pacto con Weretilneck y el golpe que también lo lastimó.

 

El bajo 10.15 por ciento del “progresismo” (exactamente 37.019 votos) facilitó aún más la amplia mayoría para Juntos Somos Río Negro (JSRN) en la Legislatura. El único diputado obtenido expuso la herida que pareció curarse en mayo gracias al consenso, previo acuerdo opositor, para que José Luis Foulkes le gane a Juan Manuel Pichetto dejando grogui al Frente para la Victoria.
 
“Estamos en un proceso de transición. Lo que pasó el 14 de junio dejó afuera a varios dirigentes históricos”, le explicó a este portal Leandro Massaccesi, hijo del ex gobernador y concejal electo en Viedma. La jugada del sector que responde complicó al peronismo en varios distritos claves como Cipolletti o Sierra Grande, donde Pichetto también mordió el polvo.
 
Los fríos números morados dejaron sólo 9 intendencias y demostraron acefalía de poder territorial que, para la estructura, se comenzó a erosionar en 2003. A pesar del triunfo de Miguel Saiz cuatro años después del avance nacional del kirchnerismo, el voto antiperonista –siempre capitalizado por la UCR– se respaldó en JSRN. 
 
Los errores del FpV aglutinaron el histórico voto radical en el partido del gobernador, rápido en tejer acuerdos para llegar al triunfo previo coqueteo en elección de autoridades partidarias, la suspensión de las PASO y el avance de los contratos petroleros. La eliminación del candidato verde en Viedma, más la interna radical que marca la constante influencia del partido sobre la capital, hoy en manos de Foulkes, fueron determinantes.

 

Desde que se cerraron las listas, en el marco del frente Cambiemos, el intendente quedó bajo la lupa por ir en la nómina al Parlasur, algo que desató la furia del FpV viedmense que todavía siente el golpe de las derrotas. “Es testimonial”, advirtieron, en forma escalonada, los lesionados dirigentes del justicialismo. “El 2011 está muy cerca y todavía sentimos el proceso de primarias que dejó herido al partido. Por primera vez en su historia, la UCR no obtuvo ningún representante en el Congreso”, cuenta un alto dirigente que justifica el accionar de Foulkes sobre las últimas dos elecciones. “Nadie se hace cargo de lo que pasa, y falta mucho para la votación de autoridades”, dice otro desde la calle San Martín.

 

“Estamos en una etapa fundacional en Río Negro. Un partido provincial ganó y a nosotros nos obliga a reinventarnos. La UCR, como la conocimos, no existe más. Tendremos un rol importante para lo que viene”, agregan. La expresión se demuestra en la postulación de Sergio Wisky y Adriana Lueiro, referentes del macrismo, como cabeza de lista para el 9 de agosto.
 
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El cierre en todos los frentes mostró varias cuestiones. Además de los problemas de Weretilneck para pasar la frontera provincial, la decisión de Odarda en dejar sin validez el acuerdo territorial con el macrismo, se esclareció la necesidad del PJ en depender de ajenos (a Pichetto) para triunfar. Martín Doñate (La Cámpora), Silvia Horne (Movimiento Evita) y Celeste Ratto (de la región andina) se pegarán a la fórmula nacional de Daniel Scioli y Carlos Zannini para limpiar el nombre del partido que propició el ascenso de Martín Soria con salida (lo más decorosa posible) del senador. 
 
Daniel Sartor, un viejo zorro de la política, conoce los actores y la estructura necesaria que otorga triunfos. “Para ganar hay que arreglar con él”, cuentan en la mesa chica del FpV. Todos coinciden en el peso que tiene “el Fino”, de gran protagonismo por su relación con otro ex gobernador como Pablo Verani. “Además de los Soria, Sartor es la clave para asegurarse cualquier elección”, insisten.

 

Hábil, de caminar las bardas roquenses llegó al gabinete del ex presidente Fernando De La Rúa en un momento sensible del país antes de que el mandato de esa gestión vuele por los aires con la crisis del 2001. En el pichettismo, hoy abocado a profundizar el histórico vínculo con Scioli, lo acusan de ser indispensable a la hora de apaciguar el porcentaje de Soria en mayo y bajar la performance de Pichetto. 

 

Sartor, siempre con influencia, tendrá –otra vez– rol protagónico para lo que viene como la nueva camada de dirigentes que deberán pelear contra un escenario absolutamente desfavorable y propenso al kirchnerismo, que tendrá en el intendente de General Roca el principal candidato hacia 2019.

 

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