Pasó el estupor de las primeras horas posteriores al resultado electoral del 25 y el sciolismo salió a buscar votos para el ballotage con una estrategia que se basa en cuatro pilares fundamentales. Mientras que el candidato presidencial, Daniel Scioli, apela al voto racional y quiere seducir a votantes massistas e independientes con anuncios concretos, Cristina Fernández de Kirchner ordena a la tropa propia. Además, el sciolismo se beneficia de la campaña espontánea de quienes promueven el “no a Macri” y agita el fantasma de la Alianza contra la continuidad del modelo.
“Me comprometo a sostener los subsidios a los servicios públicos porque es una forma de favorecer tu salario”, anunció este lunes Scioli desde Córdoba. La promesa del candidato presidencial se suma a otras que hizo tanto antes de las elecciones como después del 25: elevar el piso de Ganancias, devolver el 5 por ciento del IVA a los jubilados, otorgar el 82 por ciento móvil a los que cobren jubilación mínima, blindar la frontera con las Fuerzas Armadas contra el narcotráfico, eximir de Ganancias al medio aguinaldo de diciembre.
Con esos anuncios, Scioli busca conquistar el “voto racional” de quienes quieren cambiar las formas del kirchnerismo pero mantener los derechos conquistados durante la década K. El sciolismo piensa que la mayoría de esos votos están dentro del 20 por ciento que obtuvo Sergio Massa. “Vamos por el 54 por ciento que votó a Cristina en 2011. Los votos de Scioli y de Massa sumados dan prácticamente eso”, dicen en el sciolismo.
El segundo pilar que apuntala la campaña de Scioli es la propia Cristina. La Presidenta reapareció tras las elecciones el jueves 29 en Casa Rosada y, ordenó a la tropa detrás del gobernador bonaerense. Aunque no nombró a Scioli, Cristina mandó al kirchnerismo a “trabajar por la victoria”. Pero el respaldo al candidato no terminó ahí.
La Presidenta también le ordenó a La Cámpora que se encolumne detrás de Scioli y deje las internas para después. El mensaje llegó a la agrupación a través de su hijo, Máximo Kirchner, quien le bajó línea a la mesa de conducción. “Le estamos poniendo todo. A ganar y después vemos”, confió un dirigente de la agrupación que camina el conurbano en busca de votos para el bonaerense. Hasta el diputado Andrés “Cuervo” Larroque, que pertenece al ala del camporismo más reticente a Scioli, se vistió de naranja y salió a militar el voto para el candidato oficialista.
El ordenamiento de la Presidenta también se reflejó en plenarios de militancia que empezaron a organizarse hacia el fin de la semana pasada y continuarán durante todo el mes. “Estoy muy conmovido, agradecido y motivado por las miles de personas que se movilizaron en las últimas horas tomando una conciencia colectiva”, dijo Scioli en un video difundido el último domingo en su cuenta de Twitter. La movilización espontánea de ciudadanos que promueven el “no a Macri” es el tercer pilar en el que – aunque de manera indirecta – confía el sciolismo para sumar nuevos votos en el ballotage.
“Ni siquiera es gente que hace campaña por Scioli. Son ciudadanos que salen a defender los derechos adquiridos en estos 12 años de kirchnerismo. Gente a la que le fue bien, que tiene trabajo, pudo progresar y no quiere perder lo que consiguió”, dicen en el equipo de campaña del candidato bonaerense.
A la convocatoria que hubo el sábado en el parque Centenario bajo la consigna “Amor sí, Macri no”, se le suman acciones en las redes sociales, cadenas de mails y hasta carteles distribuidos por vecinos en comercios de barrio o pegados en ascensores con las razones por las cuales sugieren votar por Scioli en el ballotage.
Por último, aunque el sciolismo no lo admite como estrategia oficial de campaña, el candidato instaló el fantasma de la Alianza como “cuco” de las elecciones. “No volvamos a las políticas de la alianza reciclada versión 2015 que propone a los argentinos lo que ya fracasó”, dice Scioli. "Esto ya pasó en 2001, y miren las consecuencias devastadoras que tuvieron las mismas políticas que ahora encubiertamente se van a implementar", repite el candidato agitando la postal de 2001, el principal temor de los argentinos.
Más allá de la campaña, el sciolismo también apuesta un momento que considera clave para la definción del voto de los indecisos: el debate televisivo. "Es la bala de plata", confían en el equipo del gobernador, que se prepara para dejar plasmada la idea de los dos modelos de país en el cara a cara con Macri.