Política

Borinsky intenta poner paños fríos en la interna de la Casación

Letra P.- Perdió su firma en la causa Ciccone y ahora busca una conciliación entre los camaristas que le permita terminar su presidencia. El mensaje de Alak y la venganza de Slokar. El cuestionado Riggi, el gran ganador.

La Cámara de Casación Penal es un hervidero de rumores, conspiraciones y operaciones mediáticas. El presidente del tribunal Mariano Borinsky debió entregar su subrogancia en la Sala IV y la semana pasada poco más que terminó rogando por una conciliación entre los jueces que haga más ameno el clima.

 

La presidencia de Borinsky fue errática: arrancó peleándose mal con los presidentes de los tribunales orales cuando en una nota en Página 12 dijo que no tenían la productividad adecuada, luego implementó cambios en el estacionamiento del edificio de Comodoro Py que no fueron para nada simpáticos y la gota que colmó el vaso fue una nota publicada en Infobae en la cual se trataba a la Sala II de la Casación como el “tribunal del narcotráfico” porque habían dado lugar a nulidades y concedido absoluciones a acusados de ese delito. Una semana más tarde Borinsky perdió su subrogancia en la Sala que debe tratar la causa Ciccone.

 

Todo comenzó cuando a comienzos de año Julio Alak les pidió a los jueces de la Casación algunas estadísticas sobre las sentencias que dicta la Cámara. Borinsky, que es fanático de los números, confeccionó unos informes que hizo por su cuenta en los cuales el criterio central fue la cantidad de condenas firmadas por cada Sala, como si esta decisión fuera la única opción válida e importante como para transmitir al ministerio.

 

El informe de Borinsky fue acompañado de gráficos de tortas y tablas que le daban un aire profesional cuando en realidad fueron realizados por empleados del camarista con nula experiencia en esos trabajos. Estos documentos llegaron a Julio Alak y, casi al mismo tiempo, apareció la nota de Infobae. Los técnicos del ministerio le señalaron al juez Alejandro Slokar de la Sala II, que es cercano a Julián Alvarez, que los gráficos estaban plagados de errores técnicos y que los criterios del estudio eran errados.

 

Slokar llevó estos datos a la Cámara y Borinsky quedó como el responsable de la nota en el portal. Se desató la furia de todos contra el juez que terminó solo respaldado por Gustavo Hornos. Liliana Catucci le dijo a Borinsky, en frente de todos sus colegas, que era un hombre “sin honor” y Eduardo Riggi le dijo a Hornos que era “un payaso por cubrirlo” en referencia a Borinsky. La situación se volvió incontrolable y Borinsky debió elegir entre seguir en la presidencia o ceder la subrogancia en la Sala IV. Aceptó lo segundo y su lugar fue ocupado por Riggi.

 

El presidente de la Casación se quedo sin firma porque, esencialmente, dejo de ser confiable para sus colegas que han llegado a acusarlo de motorizar operaciones de prensa en los medios como Clarín, Pagina 12 y Ámbito Financiero.

 

La Sala IV quedó conformada por Riggi, Hornos y Juan Carlos Gemignani. Hornos quedó en desventaja porque los otros dos jueces tienen buena relación. Es un golpe duro porque su criterio ya no hará la diferencia en los fallos (Borinsky se alineaba automáticamente a sus decisiones).

 

Riggi se muestra como ganador. Le pidió un informe a Hornos de todos lo expedientes de la Sala IV y ya no habla de su renuncia a pesar de que el CELS sigue querellándolo por su supuesto rol en la causa del crimen de Mariano Ferreyra.

 

“La Sala IV va a recuperar la dignidad, es mejor que este yo porque Hornos y Borinsky pueden ser presionados por el Gobierno, yo estoy más curtido y a diferencia de Hornos, no discuto mis fallos con Javier Fernández”, se jacta en privado Riggi.

 

Guillermo Britos, Victoria Villarruel y Claudia Rucci. 
Raul Paolasso presidente del Banco de Córdoba y representante de Martín Llaryora en Abappra

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