El funcionamiento de la empresa bonaerense genera, desde hace tiempo, reacciones en varios puntos del interior provincial, que comienza a manifestar en cada oportunidad el desgaste de la gestión que encabeza Guillermo Scarcella al frente de Aguas Bonaerenses Sociedad Anónima (ABSA).
Por varias regiones de la provincia de Buenos Aires existen reclamos por la baja calidad del agua potable. De los casos más reconocidos se destaca el de Bahía Blanca, ciudad donde se escuchó a uno de los funcionarios de la empresa plantear que los vecinos tenían la culpa por las falencias del servicio. Por aquellos días, había planteado que los vecinos tenían la mala costumbre de arrojar objetos en las cloacas.
La frase enloqueció a la mayoría de los representantes políticos, que salieron a cruzar con todo a Antonio Ferrara, gerente regional de ABSA. Uno de los más enojados fue el intendente de esa localidad, Gustavo Bevilacqua, quien a mediados del 2013 había deslizado la posibilidad de municipalizar el servicio. “Es un tema de inversión. O la hace la empresa (ABSA) o la Provincia. Y si no pueden, que nos digan y terminamos de una vez por todas”.
Un planteo similar ocurrió en el Senado bonaerense gracias a una iniciativa del bloque radical, que convocó a diferentes representantes y concejales de varios distritos. En la exposición, los representantes de Carlos Casares explicaron la situación en la región centro–oeste de la provincia que encabeza Daniel Scioli.
En 2004, gracias al estudio de jóvenes de la ciudad, se descubrió el alto nivel de arsénico que hay en el agua: 150 a 200 microgramos. Pero la gestión de la empresa estatal no ayudó mucho a mejorar la situación, según el grupo que llegó a la cumbre de representantes organizada por la UCR.
Lo llamativo es cómo se organizan para solucionar lo que sucede en la cuarta sección electoral. De forma autónoma, se toman muestras en una casa al azar de la región para saber lo que todos consumen: los trabajos advirtieron que se distribuye agua con arsénico y aluminio. “Nuestra ciudad es el colmo, porque se invirtió en una planta especial de tratamiento y el manejo optimó duró 4 años. Estamos en condiciones de decir que está a la deriva”, explicó uno de los presentes en el Salón de los Escudos.
El otro gran inconveniente es el problema de cloacas. La exposición describió un complejo panorama: 23 lugares de la ciudad son el espacio donde las aguas negras desbordan, y generan problemas en los habitantes, que sufren el alto nivel de desinversión –un 35 de la población no tiene cloacas–. “El servicio es malo, hay muy poca reparación del sistema”, advirtió Antonio Carabelli.
La Capital y Florencio Varela, con varios problemas
Carlos Casares y Bahía Blanca no son los únicos distritos donde los problemas con el agua potable son un dolor de cabeza para los gobernantes. En Florencio Varela, tierra de Julio Pereyra, quien se había quejado por el servicio en diferentes oportunidades cuando los problemas energéticos eran su gran drama, también se hablade lo que genera en los usuarios.
“El agua no es potable. Los problemas de nitratos son cada vez más comunes”, explicó el representante de la ciudad que maneja el histórico caudillo justicialista. En La Plata, según le comentó un concejal del Frente Amplio Progresista a Letra P, en varias secciones los niveles de nitrito y nitrato arrojan números que dejan el servicio alejado de lo necesario para el consumo.
Toda una exposición del trabajo en ABSA, que genera quejas y dolores de cabeza en la Provincia por lo que Scarcella realiza.