La Cámara de Diputados llevaba casi doce horas de sesión y los diputados trataban de agilizar el debate cuando Graciela Camaño hizo estallar al kirchnerismo, que le dedicó silbidos e insultos. “¿Saben una cosa, muchachos? Los derechos humanos no son de ustedes, sino de un montón de gente que, en silencio y sin andar blandiendo el tema de los derechos humanos para hacer política en provecho propio”, gritó Camaño, en el revuelo del recinto. El presidente del cuerpo, Julián Domínguez, intentaba calmar a la bancada kirchnerista.
El escándalo empezó cuando Camaño pidió una cuestión de privilegio contra Remo Carlotto, por sus dichos sobre Sergio Massa y Mauricio Macri. El diputado kirchnerista había dicho que las expresiones de ambos referentes sobre los derechos humanos “deben ser motivo de preocupación de esta Cámara de Diputados”. Y agregó que las declaraciones de Massa son “repudiables como forma de expresar lo que se está llevando adelante en Argentina”.
Al pedido de cuestión de privilegio de Carlotto le llegó la dura respuesta de Camaño. “Nadie es dueño de los derechos humanos en la República Argentina. Nadie es dueño de lo que se puede o no decir en materia de derechos humanos. Nadie es dueño de la interpretación de la palabra de otros señores legisladores. Si alguien quiere ejercer patronazgo para analizar las palabras de otros legisladores, debería tener la buena voluntad y la virtud de hacerlo sin estigmatizar, tratando de leer de manera completa las declaraciones que se han hecho”, planteó la diputada del Frente Renovador, ante los gritos del kirchnerismo, que Domínguez intentaba calmar.
“Le pido por favor que tome en cuenta los minutos en los que me han vituperado los diputados del oficialismo”, le reclamó Camaño al presidente de la Cámara. Después mencionó que la primera clase de la escuela de gobierno del Frente Renovador estuvo a cargo de una referente del tema, Graciela Fernández Meijide, nombre que provocó murmullo y algunos chiflidos en el bloque kirchnerista.
“No sé si son capaces de reconocer las virtudes de otros luchadores por los derechos humanos”, retrucó la diputada. En medio de los gritos del recinto, Camaño cerró su discurso: “¡Yo estuve esa tarde en la plaza, señor diputado! Estuve como una simple ciudadana y recibí los golpes, al igual que Lorenzo Miguel, Saúl Ubaldini y todos los dirigentes sindicales que asistieron a esa plaza y a todas las plazas del país, porque la enorme lista de desaparecidos de la dictadura militar han sido trabajadores, delegados y sindicalistas ¡Ustedes no son los dueños de los derechos humanos! Nosotros también tenemos capacidad para defenderlos”.