La UCR entró en conflicto en distritos clave precisamente por bloquear acuerdos con el macrismo. Es el caso de la provincia de Buenos Aires: Gustavo Posse salió expulsado de la estructura partidaria hacia un acuerdo con el macrismo después que la Convención de la UCR bonaerense decidiera prohibir el acuerdo electoral que el propio Posse había sometido a consideración.
Ése fue un ejemplo del poder que aún conserva Leopoldo Moreau en el partido. No se puede hablar de la presión de los votos en este caso, sino de una negociación en que Moreau terminó asociándose a Ricardo Alfonsín para aprobar ese veto a cualquier acuerdo con el macrismo: “Le devolvimos a Macri un Posse devaluado”, festejaba el alfonsinismo después de la convención.
Moreau, a diferencia de Alfonsín, está mucho más interesado que cualquier otro radical en reconocerle a Cristina de Kirchner los méritos en implementar medidas potables para la agenda radical. No debería ser un dato menor cuando existe un Gobierno que tiene en el horizonte, aunque en reserva, un proyecto de reforma constitucional con reelección para el que necesita que otro partido le aporte el aire necesario para llegar a los dos tercios en los recintos del Congreso.
Alfonsín está enrolado en el tercio del partido que entiende que el único camino es un acuerdo con el FAP. También lo piensa Mario Barletta, que avanza en su provincia con un armado junto a Hermes Binner, que aún no termina de tener forma.
En esa estrategia Margarita Stolbizer es clave. Aún está en veremos la negociación que determinará quién irá a la cabeza de esa lista, pero los radicales están convencidos de que Stolbizer arriesga demasiados legisladores en la provincia como para no resguardarse en un acuerdo seguro. Las mismas voces aseguran que no está en condiciones de ir sola a la elección y por eso meterán presión para forzar una alianza con condiciones.
De ahí que Alfonsín defina: “Hay que evitar un triunfo del oficialismo y la restauración noventista es la responsabilidad que no solamente tiene el radicalismo sino todas las fuerzas progresistas que hoy están trabajando separadas a pesar de sus coincidencias fundamentales”.
Lo dijo el fin de semana de campaña por Vicente López: “Lo que hay que construir es una alternativa que trascienda el 2013 y el 2015 y se transforme en un actor que sea capaz de competir con el Gobierno con propuestas progresistas”.
Pero el radicalismo hace dos elecciones que viene proclamando esa necesidad y en los números no termina de cristalizar una alianza con el socialismo que funcione a nivel nacional y de la provincia de Buenos Aires.
De ahí que un tercer grupo pida la independencia de cualquier acuerdo. Allí está Ernesto Sanz que no oculta ya su candidatura presidencial. Lo repitió el jueves pasado al mediodía en la peña que se reúne en el Gure Echea, que animaba el fallecido dirigente radical Carlos Urlich y frente a otros ultraalfonsinistas como Facundo Suárez Lastra.
Fuente: Ambito Financiero