LA QUINTA PATA

Corrupción y elecciones en Argentina: el infierno es el otro

La inquietud por los negociados en el Estado salta al tope de las encuestas, pero el voto parece indiferente. ¿Estabilidad mata robo? Opinan cinco analistas.

A la hora de la verdad del ejercicio del voto, ¿el tema importa tanto como se dice o su mención es pura corrección política? ¿Vale, pero menos que lo que se reconoce, rezagado por las necesidades materiales? ¿Ha caído presa de la grieta y la doble moral?

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La corrupción vuelve a lo más alto de las inquietudes ciudadanas, ¿pero cuánto inquieta? (Imagen generada con inteligencia artificial -Gemini-).

La corrupción vuelve a lo más alto de las inquietudes ciudadanas, ¿pero cuánto inquieta? (Imagen generada con inteligencia artificial -Gemini-).

Varios de los principales especialistas en opinión pública del país respondieron a la consulta de Letra P. Entre sus coincidencias, matices y desacuerdos se filtran realidades que sirven para desentrañar el misterio y conocernos mejor.

Javier Milei, entre Libra y Diego Spagnuolo

La cuestión se hace relevante cuando el flagelo regresa a los principales titulares y debates políticos; cuando se debaten asuntos como el encarcelamiento de CFK y la transparencia de la causa de los cuadernos K; cuando el peronismo casi completo –preso de su pasado– se alinea en la crítica a las condiciones de reclusión de Julio De Vido y hasta a su propia reclusión; cuando Alberto Fernández acaba de ser procesado por la contratación presuntamente fraudulenta de seguros y cuando las coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) acorralan a Diego Spagnuolo –¿sólo a él– y la investigación del caso Libra avanza peligrosamente sobre los despachos del Presidente y de su hermana y secretaria general, Karina Milei.

Más especialmente, cuando esto último no privó al oficialismo de extrema derecha, como en su momento les ocurrió a Menem y a los Kirchner, de imponerse en las urnas en medio de escándalos sonados.

Javier Milei y la prueba de la blancura

Las consultoras Trespuntozero, de Shila Vilker, y La Sastrería, de Raúl Timerman y Juan Carlos Malagoli, acaban de realizar un interesante estudio sobre el tema.

El trabajo –17 a 21 de octubre, 1240 casos, nacional, cuestionario semiestructurado, sistema CAWI, error muestral de +/-2,8 puntos porcentuales y nivel de confianza del 95%– muestra que, en términos generales, prácticamente no se considera que haya inocentes. Así lo muestra una nube de términos elaborada en base a la pregunta de "¿cuál es la primera palabra que se le viene a la mente cuando piensa en la corrupción?".

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Según una encuesta de octubre de Trespuntozero y La Sastrería, casi no hay sector político que se salve de las sospechas de corrupción.

Según una encuesta de octubre de Trespuntozero y La Sastrería, casi no hay sector político que se salve de las sospechas de corrupción.

Tanto es así, que nada que se vincule con los poderes del Estado y el Círculo Rojo queda fuera de la condena social y cuanto más alta es la responsabilidad de las personas, más sospechosas resultan.

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La idea de la impunidad está mayormente descontada.

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La percepción de corrupción en el Gobierno no se condice con los resultados de la última elección legislativa. (Fuente: Trespuntozero y La Sastrería).

La percepción de corrupción en el Gobierno no se condice con los resultados de la última elección legislativa. (Fuente: Trespuntozero y La Sastrería).

Por último, Milei no pasa precisamente la prueba de la blancura.

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Corrupción: ¿indignarse queda bien?

Lucas Romero, director de Synopsis Consultores, le dijo a Letra P que "no hay una única explicación" a la errante correlación entre preocupación por la corrupción y voto. "Por un lado, hay que mencionar el sesgo de confirmación que habitualmente condiciona la percepción que el público tiene sobre los acontecimientos; es la parábola de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio. Por el otro, la preocupación por el tema es políticamente correcta, pero muchas veces queda solapada por intereses mucho más básicos de los votantes: que les resuelvan sus problemas", agregó.

El analista enfatizó el punto anterior. "Es por eso que en muchas encuestas aparece gente que toleraría ciertos niveles de corrupción a cambio de que le resolvieran los problemas, pero aun así puede seguir sosteniendo que su principal preocupación es la corrupción", sostuvo.

Por el contrario, Vilker está convencida de que "la corrupción es un tema movilizador para un segmento social específico, el votante antiperonista; de hecho, es uno de los argumentos que aparecen en la fundamentación del voto".

"No es un tema que no deba ser considerado. Tanto es así, que en muchos casos atraviesa las campañas, es un anclaje de posicionamiento y les da un lugar a los candidatos, como ocurrió, por ejemplo, con Mauricio Macri en 2015", ejemplificó.

Sin embargo, le reconoce un valor electoral más bien de gatillo. "Actúa como la gota que rebalsa el vaso cuando hay malestar económico", sentenció.

Corrupción y economía, una relación compleja

Entonces, ¿importa o se lo menta pour la galerie?

Gustavo Marangoni, de MyR, coincide con Vilker en un punto interesante. "Para el común de la sociedad, juega relativamente a la hora de votar. Influye más en el momento de declive de un espacio político y muy poco en los momentos de expansión y euforia", analizó. El caso del menemismo y del cristinismo parece calzarle justo a esta idea. Alerta, Milei.

Si se piensa en el elenco de estrellas políticas y empresariales que desfila en el juicio por la causa Cuadernos, llama la atención que el asunto vibre más en los portales de noticias que en la calle. Según Marangoni, "la corrupción interesa mucho más en la opinión publicada que en la opinión pública y, dado que la primera está cuasihegemonizada por posiciones comprometidas con distintos espacios, se la utiliza de manera interesada y sesgada".

Gustavo Córdoba, de Zuban, Córdoba y Asociados, retomó este punto. "Influye también el trabajo de framing que hacen los medios, que interpretan la corrupción de manera selectiva. Entonces no hay que extrañarse de que la opinión pública sea a su vez selectiva a la hora de entender el fenómeno", explicó.

Corrupción, la hija de la grieta

"El eje del que hablamos tiene distintos significados dependiendo de la ubicación en torno a la grieta de quien responde una encuesta. La polarización activa el tema de modo diferente. Por ejemplo, quienes dicen que el principal problema del país es la corrupción muchas veces son votantes antiperonistas, pero, cuando se les pone el eje de la corrupción del lado de Macri o de Milei, se advierte una negación", siguió Córdoba.

En ese sentido, Vilker habló de la existencia de una "doble moral" difícil de desentrañar y contó que "en los grupos focales de votantes del oficialismo se discute el tema de la ANDIS, por ejemplo, pero aparecen modos de morigerarlo, lo que supone la elaboración de una postura. Entonces aparecen elementos como que 'eso no es nada comparado con lo que robaron otros'. También se encuentran argumentos respecto de que 'el otro es capaz de hacer cualquier cosa' y se denuncian operaciones de campaña".

Timerman resumió el punto. "El 40 y pico por ciento de la población reconoce que la corrupción es un problema principal del país, pero los corruptos son los de enfrente. Como decía Jean-Paul Sartre, 'el infierno son los otros'", señala el hombre de La Sastrería.

Según el analista, "hasta el año pasado, la corrupción era un tema para los no peronistas, pero a partir de la causa Libra los peronistas empezaron también a hablar del tema". ¿Será que el dolor por las incorrecciones morales de la dirigencia es directamente proporcional a la desorientación política de un espacio?

"El tema domina hoy las menciones de preocupación en todas las encuestas. Una explicación a eso es que a la inquietud estructural que habitualmente es mayoritaria entre los votantes no peronistas se le agregó una porción de los votantes peronistas que encuentran en la corrupción una forma de canalizar sus críticas al gobierno actual, o sea, destacando la corrupción como el aspecto más criticable de Milei", coincidió Romero.

La indignación es, en todo tiempo y lugar, un arma política.

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