Lo que estaba previsto para el lunes a las 9 de la mañana, de modo de darle referencias al mercado financiero antes de la apertura, finalmente se conoció este martes a las 19, dos horas después de lo anunciado tras la reprogramación. Toto Caputo tuvo que grabar dos veces, tras recibir un aplazo de Javier Milei, anuncios de ajuste fiscal que sugieren un encarnizamiento enorme, sobre todo contra la clase media. Sin embargo, la palabra clave es esa, "sugieren". La sensación que quedó es que el Plan Motosierra no es un plan, sino un archipiélago de medidas fiscales aisladas que rodean a una isla grande, la devaluación –a priori, luce gigante–, territorios sin mapa que acrecientan la sensación corrosiva de la improvisación ante una crisis de grandes proporciones.
Anuncio de Medidas de Emergencia Económica
Se entiende ahora por qué el ministro de Economía y el Presidente decidieron que el mensaje fuera grabado y sin conferencia de prensa: la falta de precisiones cruciales resulta alarmante y aumenta la incertidumbre. Sin embargo, al cierre de esta artículo, el Palacio de Hacienda armaba un off the record con economistas del establishment y con un número reducido de comunicadores. Había que confiar en que agotaran las decenas de preguntas que el funcionario dejó picando. Así, esta nota refleja la precariedad de la palabra oficial conocida hasta el momento y deberá complementarse con nuevas definiciones.
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"Acciones iniciales", sí, porque el Plan Motosierra no es, de ninguna manera, un plan, al menos por lo expuesto hasta ahora. Fue, en verdad, un listado de diez medidas de aspecto descoordinado y ambiguo. Llama la atención que se hayan tomado casi dos días para eso.
El tono del discurso fue llano, acaso demasiado. Explicó la mentira repetida de que un país es como una familia porque no puede gastar más que lo que gana. Llevar a cero en seco el financiamiento del Banco Central al Tesoro –un recurso del que disponen los Estados, pero no las familias– es una decisión política, una que puede ser defendida, pero que no constituye un fenómeno natural.
Al explicar, siempre con simpleza, qué es el déficit fiscal, el ex-trader, exsecretario de Finanzas, exministro de Economía, expresidente del Banco Central y ahora otra vez jefe del Palacio de Hacienda se absolvió a sí mismo. "Tomar deuda no es el capricho de un ministro de turno", sino un modo de financiar el déficit fiscal en el que incurren gobiernos –otros funcionarios–. Listo. Absuelto por haber contraído compromisos por 65.000 millones de dólares entre 2016 y 2017 a cuenta y cargo de la población argentina.
Los diez puntos del mensaje dejan puntas sueltas de todo tipo.
1, La decisión de no renovar los contratos laborales de menos de un año de vigencia con dependencias del Estado nacional apunta a los conchabos políticos. Caputo no fue más allá, pero el vocero Manuel Adorni había anunciado un estudio "caso por caso" del resto de ese universo y de todo el empleo público a fin de que la motosierra realmente muerda en línea con el hiperajuste de 5% del PBI prometido por Milei.
En ese sentido, llama la atención que se hable de un ajuste "urgente" para evitar una supuesta hiperinflación del 15.000%, mientras se lanza un estudio que, tal como fue planteado, parece apuntar a un ritmo muy acompasado. A no ser que el tijeretazo realmente vaya a ser menos cuidadoso.
2, La suspensión por un año de la pauta publicitaria de la Presidencia y los ministerios tiende a caerle simpática a buena parte de la población, pero no así a medios poderosos, que ya sugirieron una posible judicialización a través del argumento de que la herramienta representa "apenas el 0,07% del Presupuesto" y que "la publicidad de los actos de gobierno es una obligación constitucional que se encuentra avalada por diversos fallos de la Corte Suprema". El que avisa…
3, La reducción de los 18 ministerios con los que gobernó Alberto Fernández a nueve y de 106 secretarías de Estado a 54 representan, según cálculos del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) el 0,00142% del presupuesto. Puro humo. La tarea, claro, será profundizada por cesantías y cancelaciones de contratos que estuvieron ausentes en lo dicho por Caputo.
4, Llamó la atención que el caputazo implicara la "reducción al mínimo" de las transferencias discrecionales del Tesoro a las provincias, algo que difiere del "cero" del que ha hablado largamente el Presidente. Aparte, ¿qué significa "al mínimo"? ¿Se abre una puerta para la seducción de votos en el Congreso a cambio de partidas para territorios amigables?
5, No habrá más licitaciones de obra pública y se cancelarán los contratos de obras que no hayan comenzado. Esto, que podría abrirle la puerta a juicios de empresas que tienen documentación en la mano, supone, al revés de lo dicho por Milei, la continuidad de la obra pública que ya está en ejecución. ¿Se abre otra puerta trasera para la política en relación con las provincias?
En este sentido, el ministro planteó que, al eliminarse la obra pública, se elimina la corrupción. No tan rápido… ¿Quién, si no funcionarios del Estado, serán los encargados de poner la firma a proyectos de inversión privados que fijarán montos y ganancias a través de la explotación de la nueva infraestructura?
6, Los subsidios a la luz, el gas y el transporte serán "reducidos". ¿Cuánto y hasta cuándo? Caputo no dio ninguna certeza sobre la intensidad del zarpazo en esta materia.
7, Se mantendrá el plan Potenciar Trabajo, pero sobre la base del Presupuesto 2023, gravemente licuado por la inflación ocurrida y por ocurrir.
8, El tipo de cambio oficial se fija en 800 pesos, un 100% superior al vigente hasta el cierre de la rueda de este martes. A la vez, el impuesto PAIS –ampliado en una magnitud no precisada– se aplicará ampliamente a las importaciones para encarecerlas y desalentarlas.
Caputo no aclaró si el valor de 800 pesos es la cotización real, sobre la que se suma el PAIS y eventuales percepciones a cuenta de Ganancias y Bienes Personales, o el producto final tras la adición de estos cargos. Si el caso fuera el primero, como todo indica, los importadores deberían afrontar un tipo de cambio muy superior al mencionado, lo que abriría la puerta a una era de hielo inconcebible.
En tanto, mientras Argentina necesita acopiar reservas con urgencia, también se aplicarán retenciones a las exportaciones no agropecuarias. Se las alienta con la megadevaluación, pero se las desalienta con los derechos. Se verá el resultado final.
Por último, el cuantioso impacto inflacionario de semejante suba del billete verde irá licuando la ganancia inicial de competitividad. Así, ¿cuál será la política cambiaria? ¿El dólar quedará fijo, flotará en el contexto del cepo o se lo actualizará –como durante el gobierno anterior– a través de un sistema de crawling peg como en el gobierno anterior?
9, Las importaciones ya no requerirán aprobación a través del Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA), el que será reemplazado por un sistema automático y libre. Con todo, ¿quién querrá importar al nuevo tipo de cambio?
10, Al fin llega el alivio. La Asignación Universal por Hijo (AUH) se duplicará y la Tarjeta Alimentar crecerá 50% gracias a la billetera más generosa del Ministerio de Capital Humano. Bien, pero ¿qué significará esa mejora en relación con la inflación por venir? Y, relevante en lo político, el ministro que no habla de salarios, ¿qué piensa hacer con una clase media que este miércoles a la mañana acaso deje de ser lo que fue?