EL NUEVO GOBIERNO

La era de hielo de Javier Milei

El frío gélido de la estanflación no deja a nadie a salvo. Gobernabilidad, la otra palabra clave. Herencia, ajuste y el eslabón de las provincias.

Suele hablarse de "efecto de tercera persona" para describir la idea de que las estrategias de comunicación influyen sobre otras personas, pero no sobre uno mismo. Un concepto equivalente podría describir el humor colectivo en este peculiarísimo contexto político, en el que la sociedad eligió como presidente a un hombre que prometió en campaña, con toda sinceridad, ajuste en modo de motosierra. Dolerá, pero solo en general, podría presumir el pensamiento mágico. Para nada: Javier Milei anunció una estanflación para el comienzo de su gestión, una verdadera era de hielo de la que nadie saldrá indemne.

Milei y Victoria Villarruel fueron formalizados como presidente y vicepresidenta electos por la Asamblea Legislativa; que la voz de la ceremonia la haya puesto Cristina Fernández de Kirchner pareció un sarcasmo de la historia. Más allá de ese detalle, lo que cuenta es el futuro de corto y mediano plazo que se puede anticipar, que pone en primer plano, justo detrás de la palabra "estanflación", una más: "gobernabilidad".

Dada la situación que dejan Alberto Fernández y Sergio Massa, así como el propio programa del minarquista para lidiar con ella, no había que ser clarividente para anticipar, como lo hizo Letra P, que lo que viene es inflación más alta combinada con caída aguda de la actividad.

Recién regresado de Estados Unidos, quien asumirá el 10 de diciembre confirmó a Luis Toto Caputo como ministro de Economía y aseguró que "va a haber una estanflación porque cuando hagas el reordenamiento fiscal, eso va a impactar negativamente en la actividad económica".

"La inflación tiene que ver con lo que vos hiciste en política monetaria hace 24 meses y eso ya fue decidido, ya fue hecho. La política monetaria actúa con rezagos", aleccionó, poniéndole un plazo de dos años a la solución del problema. Lo demás, la recesión, será producto del ajuste, uno que –seamos justos– debe hacerse, algo que no quita que Milei elige un modo particular de llevarlo a cabo, dado por el dogma de un libre mercado absolutamente carente de paragolpes. La herencia no es su responsabilidad. El modo en que la gestione sí lo será.

"La única billetera que va a estar abierta es la de (el ministerio de) Capital Humano para dar contención a los caídos", amplió. La gobernabilidad, él mismo lo dice, pondrá a prueba su mandato desde el día uno.

Lo inevitable

La economía del panperonismo crepuscular ya decae, tal como lo demuestran los datos del INDEC.

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Además, los precios buscan el cielo como un barrilete, tendencia que se acentuó tras el ballotage, producto de las políticas laxas de la campaña y de la capacidad de los formadores de precios para dejar de atender los llamados de la Secretaría de Comercio.

En los últimos días se reportaron remarcaciones de hasta el 50% en bienes de consumo sensibles y se asusta con un posible IPC de hasta el 20% en diciembre.

Aun si el futuro gobierno tuviera éxito, la inflación subiría mucho antes de bajar. Eso sería así dado que el ordenamiento de una macro estallada supondría, de movida, una megadevaluación del peso, aumentos fuertes de tarifas y combustibles, y cierre de dependencias del Estado y despido de trabajadores. El combo del ajuste clásico es, a la vez, inflacionario y recesivo.

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La alternativa, siempre posible, claro, es que todo eso se haga y ni así el éxito esté asegurado. La dolarización, que, al revés de lo que piensa un mercado demasiado enfocado en el corto plazo, sigue sobre el escritorio del futuro jefe de Estado, tiene como condición de posibilidad al menos un conato claro de estabilización.

Lo evitable

Milei llega con un librito muy particular, que prescribe una retirada drástica del Estado, desregulaciones, reformas e imposición del mercado incluso en los tramos en que este sea monopólico u oligopólico. Además, reducción de impuestos para los más ricos. Esa parte del dolor social será toda suya: la tarea del vocero presidencial designado, Manuel Adorni, será un desafío cotidiano.

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Otra definición clave del mandatario electo fue que la Secretaría de Comercio Interior, el organismo que en el gobierno saliente trató de controlar precios a través de programas como los Cuidados y los Justos, ya "no va a existir en el sentido que le dieron históricamente (…). Todos los precios que pueda los voy a liberar. Hay algunos que todavía no puedo hacerlo por las características de las bombas que dejó plantadas el gobierno" de Fernández, explicó, en obvia referencia al tipo de cambio encepado.

Para Milei, esa repartición "no tiene por qué estar haciendo eso de regular precios, me parece una aberración". Puede coincidirse en que esos controles han tenido un efecto muy discutible, pero gritarle "piedra libre" al mercado es una decisión política que pondrá en riesgo el vigor político del 55,6% que obtuvo el domingo 19.

Los eslabones débiles

desPertar, el newsletter de Letra P, recomendó este miércoles empezar a seguir en detalle lo que ocurriera en las provincias por entender que las crisis se detectan más rápida y nítidamente en los eslabones débiles de las cadenas.

Massa les anunció a los gobernadores que habrá transferencias del Tesoro para compensar –por esta vez– la caída de la recaudación coparticipable derivada de la eliminación del impuesto a las Ganancias sobre los salarios y de la devolución del IVA. Así, habrá cierre de año con salarios y aguinaldos pagos. ¿Qué ocurrirá después, cuando mande en la Casa Rosada alguien que ya dijo que los aportes discrecionales serán cero? Los gobernadores quieren hacer coparticipable el impuesto al cheque, algo que a Milei no le gusta y podría llevarlo a vetar una eventual ley. El Congreso, estiremos la teoría, podría insistir, dando inicio a un ida y vuelta sin precedentes en la relación entre poderes. Se verá.

"Que corten otros gastos y paguen los aguinaldos. No hay más plata", aconsejó, expeditivo, el futuro mandatario.

¿Para cuándo, Javier?

Cuando muerde el polvo, el peronismo político sale de escena para lamerse las heridas y buscar jefe nuevo. En lo inmediato, a falta de liderazgo nacional, pasan al primer plano gobernadores e intendentes que hacen lo que pueden y dirigentes sindicales que se dividen entre combativos y permanentes dadores de gobernabilidad, o, lo que es lo mismo, negociadores de canonjías. Como sea, la palabra de lo que viene, será, además de "estanflación", "gobernabilidad".

A Milei no le sobra nada. Mauricio Macri intenta imponer una suerte de intervención sobre la administración entrante, pero aquel resiste como puede y las negociaciones para el armado del gabinete y la estructura de poder en el Congreso se dilatan.

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La tropa libertaria rechaza a Florencio Randazzo –¿ya defenestrado?– y a Cristian Ritondo para la presidencia de la Cámara de Diputados, mientras que el segundo advierte que, si no es entronizado, conducirá su bloque de modo de negociar los proyectos oficiales, empezando por los fundacionales, caso por caso. Lo que promete es una transfusión de sangre por goteo.

El quinto socio

Mientras, tras recibir el visto bueno del Senado de Brasil, último escollo que quedaba por superar, Bolivia se convirtió formalmente en el quinto miembro del Mercosur. El club crece en número, pero se asoma a una posible redefinición de alianzas y se arriesga a la enésima crisis.

En este sentido, Milei tendrá que decidir si consolida o no el giro pragmático que insinúa Diana Mondino, que en los últimos días implicó el tendido de puentes hacia el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva y la confirmación como embajador de Daniel Scioli. La euforia de la noche del ballotage, que lo llevó a invitar a su jura a Jair Bolsonaro, es ahora un nudo difícil de desatar en la relación con el Palacio del Planalto. Por lo pronto, cansado por el viaje, repitió en Radio Mitre el sonsonete de los comunistas y el mundo libre. Que alguien le avise…

Mientras, el sector automotor, industria emblemática y fuertemente imbricada con las terminales del país vecino, espera esas decisiones con impaciencia.

El uruguayo Luis Lacalle Pou, deseoso de romper la unión aduanera para negociar un tratado de libre comercio con China, también aguarda, pero Milei debe definir si a la era de hielo que se gesta le suma una apertura comercial inabordable en las condiciones actuales y, con ello, un drama en materia de empleo.

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