El acuerdo técnico con el Fondo Monetario Internacional (FMI) permitirá al ministro de Economía y precandidato presidencial, Sergio Massa, despejar el período electoral de la incertidumbre de las negociaciones. Pero los desembolsos previstos llegarán con el resultado de las PASO del 13 de agosto en mano y para sostener el Gobierno tuvo que crear, una vez más, un puente para pagar los vencimientos con el organismo de este lunes con ayuda de China y un crédito del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF). El viernes volverá a hacer malabares para evitar tocar las reservas del Banco Central en momentos críticos. La billetera de los yuanes se agota compromiso a compromiso y el uso del acuerdo con el país oriental implica dos temas sensibles: más deuda y tensar las relaciones con Estados Unidos.
Este 31 de julio el titular de la cartera económica confirmó que se utilizaron U$S 1000 millones del préstamo de la CAF junto con el equivalente a U$S 1700 millones del swap con el gigante asiático para afrontar las obligaciones de julio. Este viernes vencen U$S 800 millones en concepto de intereses y según fuentes oficiales, ese mismo día el Palacio de Hacienda informará la estrategia para cancelar el monto, para la que prevén también el uso de los la divisa china de libre disponibilidad.
Si el pago se concreta nuevamente con yuanes, será la tercera vez que el Gobierno sortee el default con el organismo crediticio con la moneda del gigante asiático para brindar certidumbre ante un mercado que se altera a medida que se acercan los comicios. En mayo, en plena gira de Massa y el titular del BCRA, Miguel Ángel Pesce, en Beijing, la intención final de ampliar el tramo utilizable del acuerdo era la de financiar las importaciones provenientes de China para quitarle presión a las reservas de la autoridad monetaria golpeadas por la sequía y el temor a una devaluación. En ese entonces, en los despachos de Comercio Interior afirmaban que los U$S 10.000 millones se destinarían por completo a balancear el intercambio comercial exterior. En el Central aseguraban que la venta de yuanes en las ruedas diarias para los pagos a compras al exterior se afrontaban con tenencias propias que se sumaron al swap de monedas renovado.
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Ahora, la deuda con el Fondo se financiará con deuda asiática. Usar el swap no es gratis. Se trata de un compromiso de dos países a intercambiar sus monedas en determinadas fechas y a cambio de una tasa de interés que no es de público conocimiento pero que en el mercado calculan que está alrededor del 7%. Tal como anticipó el ministro-precandidato, cancelar los vencimientos de julio ya implica meter mano en la segunda parte de U$S 5000 millones. En el sector privado estimaron que el stock consumido de lo acordado asciende al equivalente U$S 5.400 millones, es decir, un 54%, pero en la entidad dirigida por Pesce afirman que su uso es reservado.
En el mercado especulan con una nueva negociación con el gobierno de Xi Jinping para ampliar más la liquidez en yuanes. "No descartamos que, por razones de actividad (importaciones), cambiarias (mayor poder de fuego) y solvencia (pago al FMI) se inicien a futuro negociaciones para extender el acuerdo por otros U$S 5.000 millones (o, eventualmente U$S 8.000 millones) restantes del swap", indicó un informe de Ecolatina. El acuerdo con China es de U$S 19.000 millones aproximados, sólo US$10.000 por ahora están habilitados para su uso.
El respiro para las reservas llegará recién en la tercera semana de agosto, cuando el Directorio del FMI se reúna tras su receso veraniego para dar luz verde a los desembolsos por U$S 7.500 millones correspondientes a la quinta y sexta revisión del programa de Facilidades Extendidas. Para ese entonces, el aspirante presidencial se habrá medido en las urnas y los representantes de los países miembro deliberarán con esa carta frente a sus ojos.
Massa necesitará todo el apoyo de Estados Unidos, que tiene 16,5% de la participación, y por eso tiene lo que se llama poder de veto: su pulgar para arriba o abajo puede determinar una votación. Hasta ese momento, es China quien ayudó a la Argentina de caer en atrasos por los vencimientos, una relación que se estrechó con el viaje del ministro pero que tensa los vínculos con la Casa Blanca, que tuvo un papel elemental en la renegociación de las bases del pacto con el Fondo.