Las urnas bonaerenses lo castigaron y los mercados miden su capacidad de reacción, pero el Presidente es rehén de sí mismo. ¿Puede dejar de ser quien es?
Javier Milei, frente al desafío de no ser el escorpión que es.
Los mercados financieros, en el país y en Wall Street, comenzaron a dar este lunes su veredicto sobre la zurra electoral que el peronismo le propinó a la extrema derecha gobernante. Fue el inicio de casi siete largas semanas hacia el 26 de octubre que amenazan con convertirse en un vía crucis para Javier Milei y Toto Caputo.
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Como se esperaba, la paliza electoral tuvo efecto también financiero. Aunque la rueda terminó siendo un poco menos trágica que lo que se había insinuado en el inicio, el dólar culminó a 1425 pesos –una suba de 3,3%, la mayor desde abril–, las acciones se derrumbaron 13% en Buenos Aires y hasta 24% en Nueva York, los bonos terminaron con pérdidas de más del 10% y el riesgo país llegó a empinarse hasta los 1100 puntos básicos. No se trata de una foto, sino de una película.
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Efecto paliza electoral: dólar caliente tras la derrota electoral de Javier Milei (fuente: Rava Bursátil).
El recorte de las pérdidas puede atribuirse a dos factores: que las tendencias al alza o a la baja evolucionan en forma de serrucho, por regeneraciones de demanda de oportunidad, y que prima cierto reflejo de esperar que Milei muestre alguna reacción y que reordene su tropa para una transición al 26-O que podría ser demasiado larga si el mercado no se calmara y demasiado corta para modificar el humor social que se expresó en la provincia en la que vive casi el 40% de la población nacional.
¿Qué reacción cabe esperar del Presidente? ¿Cuál, dado lo lejos que ha ido con su lengua y con sus acciones, y cuando una flexibilización del modelo de ajuste perpetuo no sólo es impensable, sino que sería suicida en relación con sus apoyos en el Círculo Rojo?
Milei parece el escorpión de la fábula, que puede prometer mil y una veces no picar a la rana capaz de llevarlo hasta la otra orilla del río, pero al final no podrá evitar el sino trágico de ser lo que es.
¿Qué tiene Javier Milei en la cabeza?
Según supo este medio, cuando el Presidente habló el domingo a la noche de "errores" políticos que el Gobierno debe asumir y corregir, no se refirió sólo a los armados y a las estrategias electorales. ¿A qué más? ¿A las ingratitudes que gobernadores amigos terminaron devolviendo en un Congreso soliviantado? ¿A ciertas formas? Tal vez el jefe de Estado anarcocapitalista –sic– haya descubierto que no es conveniente estigmatizarni tratar de "infectado por parásitos mentales", "negro de mierda" o "zurdo hijo de puta" a quien debe pedirle el voto. Madurar lleva tiempo.
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La aclaración sobre "errores" mayores que los de la elaboración de las listas es pertinente, toda vez que la interpretación original podría llevar a suponer un escarmiento a los responsables de esas definiciones: Sebastián Pareja, Lule Menem y Martín Menem, todos soldados de Karina Milei. Algo de eso hubo, aunque en una dosis homeopática.
El Jefe, intocable, no pagará nunca por ningún pecado, aunque sigue pendiendo sobre su cabeza una investigación judicial y un estado de alerta mediático sobre los sobornos en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) y otras dependencias del Estado. Por no mencionar el Libragate.
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Karina Milei, Lule Menem y Sebastián Pareja
Como se comprobó que terminó en colapso su apuesta a la pureza paleolibertaria urbi et orbi –aunque hecha con protagonistas de cartón reciclado mil veces–, ganó Santiago Caputo, más pragmático en ese aspecto. La victoria argumental del ingeniero del caos es una píldora grande para la garganta de la secretaria general de la Presidencia en momentos en que no terminan de despejarse los recelos por las reyertas recientes y por la propia difusión de audios de los que la SIDE debió saber o que no debió dejar pasar.
La definición de las intensas reuniones de este lunes en la Casa Rosada fue la conformación de una "renovada" mesa política nacional en la que estarán Milei, su hermana, Santiago C., Guillermo Francos, Patricia Bullrich, Manuel Adorni... y Martín Menem. Microscópico cambio: con su salida del esquema vigente hasta ahora, sólo Pareja y Lule Menem pagaron los platos rotos.
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Asimismo, improvisando y con el equino exhausto, el Gobierno buscará reeditar alguna forma de diálogo con los mismos gobernadores a los que viene de pisarles el territorio. ¿Ofrecerá esta vez especies de verdad o se tratará, apenas, de un gesto hacia las tesis del asesor, quien sigue luciendo demasiado solo en medio de tanto karinismo?
Efecto paliza en los mercados: día uno
Si las opciones políticas del Presidente son estrechas por la propia lógica de su armado y por su dependencia emocional de Karina M., también lo son las económico-financieras. Incluso, en mayor medida.
La suba brusca del dólar implicó una cierta resignación del Tesoro y el Banco Central, que ya no defendieron la paridad de 1360 pesos de la semana pasada. El venteo de divisas extremadamente escasas continúa y el punto de llegada de la cotización dependerá tanto del apetito de los compradores como de las condiciones que ponga o no ponga un Fondo Monetario Internacional (FMI) que delibera sobre su "problema argentino" y no atina a dar ninguna respuesta a las consultas periodísticas.
El dólar ya apunta decididamente al techo de una banda de flotación que significa poco y nada para los analistas de los grandes bancos de inversión. Sobran en ese mundillo los pronósticos ominosos.
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Los mercados, el día después de la paliza que sufrió Javier Milei en las urnas bonaerenses.
El domingo a la noche, Milei hizo lo que debía: una admisión de rigor sobre la comisión de "errores" que no supo definir, acotándolos al terreno de lo político. Lo económico, dijo, no tiene marcha atrás, ni en materia de ajuste ni de restricción monetaria ni de "esquema cambiario". ¿Qué significó esto último? ¿La insistencia en un dólar pisado o el compromiso de no restaurar los tramos del cepo ya eliminados, con independencia de a dónde pueda volar la divisa? Los días y el Fondo lo dirán.
Lo segundo –admitir un deslizamiento aun mayor del tipo de cambio– sería inflacionario y todavía más recesivo y lesivo de los salarios, las jubilaciones y las prestaciones sociales. Con las legislativas nacionales a la vista, casi un suicidio político.
Javier Milei, rehén de Javier Milei
Milei no puede hacer otra cosa que seguir siendo quien es. Cualquier flexibilización de la promesa del ajuste fiscal a ultranza sería leída, en virtud del error no forzado de no acumular reservas, como un anuncio de default o –casi lo mismo– de renegociación más o menos forzada de los cuantiosos vencimientos de deuda que operarán desde el año próximo.
Para evitar semejante humillación ideológica y personal, necesita con desesperación que el riesgo país baje a menos de 500 puntos básicos, para empezar a hablar, pero el drama es que, en vez de emprender el camino descendente, ese indicador se le ha ido a las nubes, más que por el riesgo electoral –"kuka"– por el "riesgo Javier" de una política económica ampliamente considerada insustentable y que el ministro-trader no parece en condiciones de enmendar.
Hay tiempo para dar vuelta la taba política hasta el 26-O; después podría ser demasiado tarde.
Está en juego lo que Mauricio Macri definió en su momento como "el final de mi gobierno económico", marcado por las primarias ganadas por el entonces Frente de Todos en agosto de 2019.
Embed - Conferencia de prensa de Mauricio Macri y Miguel Angel Pichetto 12/08/2019
Claro, aquello fue un ciclo comicial para elegir presidente, mientras que lo del domingo fue apenas una elección legislativa provincial y lo que viene, una nacional pero pero también parlamentaria de medio término. Sin embargo, está en juego la misma cosa: gobernabilidad, expectativas del Círculo Rojo y el FMI de que es posible pinochetizar la economía en democracia y viabilidad de las reformas estructurales comprometidas. Que la vida de los gobiernos se vuelva cada vez más frágil es producto de las apuestas ciudadanas y del "Poder" con mayúsculas por opciones osadas y de sesgo ideológico borderline.
Milei está obligado a ser un escorpión. Por mucho que prometa cambios, nada le da demasiado margen para dejar de ser lo que es.