El entendimiento entre el PRO y La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires está en pleno desarrollo y, a pesar de la durísima derrota que sufrió en CABA, el partido de Mauricio Macri confía en cerrar un acuerdo que deje conformes a ambos en la madre de todas las batallas. Con todo, prepara el operativo resistencia, al que podrían sumarse otras fuerzas en los próximos días.
Hay un sector identificado con Macri -que también responde al jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri- que insta a Cristian Ritondo, el presidente del partido y encargado de llevar adelante las conversaciones con la Casa Rosada, a que muestre los puntos del mapa bonaerense donde el PRO tiene fortaleza territorial y una estructura electoral de la que los libertarios carecen. Son distritos gobernados por una dirigencia amarilla que no está dispuesta a cambiar de camiseta sin chistar.
Esa tropa avisa que, si no es tenida en cuenta debidamente, ensayará una aventura con intendentes de la UCR y vecinalistas que también son convocados por el gobierno de Javier Milei. Esos jefes comunales y otros dirigentes territoriales entienden que LLA reconoce que no se puede comparar la provincia con la Ciudad de Buenos Aires y que para hacer pie en el distrito que concentra casi el cuarente por ciento del padrón electoral nacional no alcanza con el sello violeta. El macrismo, que supo pintar de amarillo el territorio, cree que el mileísmo está obligado a negociar.
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Mauricio Macri y Soledad Martínez.
Los focos de resistencia PRO
Los principales distritos que quieren hacer valer su peso son los gobernados por dirigentes que responden a Jorge Macri. Vicente López tiene a Soledad Martínez en el sillón municipal, heredera del jefe de Gobierno en el distrito de la Primera sección y vicepresidenta del PRO nacional y provincial. Un caso parecido es el de Junín, donde Pablo Petrecca lleva las riendas municipales y también es autoridad partidaria. El jefe comunal defiende el municipio clave de la Cuarta sección.
En ese camino están María José Gentile (Nueve de Julio) y Javier Martínez (Pergamino). Estos últimos no tienen el peso electoral de los primeros, ni el de San Nicolás, donde gobierna hace más de una década la familia Passaglia y donde LLA encontrará otro sitio para negociar, no tanto en términos de partidos, pero sí de respeto por un apellido dominante de la Segunda sección.
Otro punto en el mapa es Mar del Plata. Guillermo Montenegro es un histórico del macrismo, pero al mismo tiempo es uno de los que más empuja para cambiarse la camiseta. Junto a Diego Santilli impulsa un gran acuerdo anti-K, aunque ello implique pintarse de violeta. Sin embargo, el intendente cogobierna el distrito cabecera de la Quinta sección con el radicalismo de Maximiliano Abad. Será este un actor a tener en cuenta si ese acuerdo va a incluir a otros sectores.
Pablo Petrecca y Maximiliano Abad
Pablo Petrecca y Maximiliano Abad.
La teoría de los subacuerdos
En tierras jorgemacristas exploran una hipótesis: la posibilidad de que, bajo un acuerdo general y provincial entre el PRO y LLA, se establezcan sub-acuerdos seccionales, contemplando la realidad de cada región. Esto es, priorizar al espacio que tenga mejores candidatos en una sección o mayor fortaleza electoral en otra. Un dispositivo rígido y cerrado en términos jurídicos, pero flexible hacia abajo a la hora de discutir nombres.
La dirigencia que no está tan jugada a confluir con LLA sin poner demasiadas condiciones entiende que la única manera de vencer al kirchnerismo es haciendo un esfuerzo en cada espacio para enfrentar al gobierno de Kicillof. Eso incluye también a la UCR, que controla 27 municipios, y a sectores vecinalistas. Eso sería un acuerdo de partidos y no de dirigentes, como plantea la conducción libertaria.
Sucede que ante esa idea, en el PRO consideran que están haciendo los esfuerzos necesarios, pero que del otro lado no ocurre lo mismo. Sin embargo, hay optimismo en que habrá novedades en los próximos días y que ese gran pacto no está muy lejos. Allí explican que los libertarios saben que carecen de fortaleza en apellidos, fiscalización y aparato en la mayoría de las ocho secciones electorales.
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Sebastián Pareja (LLA) y Cristian Ritondo (PRO), los encargados de negociar el acuerdo.
Juntos en Buenos Aires, separados en la elección nacional
En las últimas horas empezó a sobrevolar una idea de que tal vez LLA replique la fórmula Chaco, el esquema electoral que le resultó al vencer en las elecciones de esa provincia con un sello compartido junto al radicalismo del gobernador Leandro Zdero. Se trataría de poner en la balanza el peso territorial que tiene cada fuerza en los distritos e ir hacia una convergencia temporal y meramente electoral, que se cortaría el 8 de septiembre, cuando empiece la campaña nacional del 26 de octubre a la que -se descuenta- irán separados.
Los focos de resistencia del PRO no son al acuerdo, sino al pragmatismo del mismo. El macrismo se fundamenta en que el dogma libertario y la ola violeta que arrasó en la Ciudad no funcionarán en una provincia que se rige con otro electorado, distintas normas y realidades. Por eso, mientras el canal del diálogo continúa, el macrismo evalúa alternativas con sectores como la UCR, el vecinalismo y el peronismo anti-K que podría asomar como la vieja avenida del medio.