“I put the car un the right place”. En Bengaluru, India, la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, le escuchó decir en inglés a Sergio Massa una metáfora similar a la que usa con interlocutores argentinos cada vez que le preguntan por su eventual candidatura presidencial: “Estábamos por chocar y desbarrancar. Yo voy a dejar el auto estacionado”.
Aunque lo repitió infinidad de veces puertas adentro, empresarios, gobernadores, intendentes y dirigentes de todo tipo y color se resisten a creer que el ministro no tenga planes de ser candidato. Massa manda a su equipo a desmentirlo. La lectura recurrente fue que la economía ordenada y la inflación en baja generarían, por sí solas, un operativo clamor para que el tigrense reviera su decisión de solo “dejar el auto estacionado” para conducir al Frente de Todos (FdT) a la victoria en las urnas.
Pero el índice de 6,6% de inflación correspondiente a febrero, difundido este martes, puso definitivamente en duda esa posibilidad. Ya sin chances de que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) que se conocerá en mayo comience con el número 3, como él mismo había vaticinado, ahora el ministro levanta como banderas el ordenamiento y la estabilización de la economía.
“Sergio se equivocó, nunca debió haber puesto un número. Considerando el escenario que teníamos, con decir que iba a estabilizar la situación era suficiente. Se sobregiró como siempre”, lamenta un funcionario de primera línea en el gobierno nacional que veía en Massa un salvavidas para el oficialismo.
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Este martes, la decepción atravesó a gran parte de la dirigencia. “Si teníamos alguna esperanza la terminamos de perder ayer”, se sinceró ante Letra P, el día después de conocer el IPC, la mano derecha de un gobernador que también esperaba mejores noticias.
El massismo tiene una explicación para los frustrados: que cuando Massa dijo que su objetivo era poner “el 3 adelante” en la inflación de abril lo hizo para generar expectativas y poner un ancla a las demandas en las negociaciones paritarias. También, que se entusiasmó por demás cuando el índice bajó de 6,3%, en octubre, a 4,9%, en noviembre. Fue un punto alto, en el que proliferó el clamor “Sergio 2023”.
Una pregunta atraviesa a todo el oficialismo: ¿podrá ser candidato con una inflación que volvió a subir y no cede? En el mejor de los casos, en el Gobierno esperan que el número se mantenga estable en marzo para bajar en abril. Sería la última chance para mostrar un logro en mayo, cuando parte de la Casa Rosada calcula que se terminarán de definir las candidaturas.
Por lo pronto, el ministro se lamenta en privado de la imposibilidad de hacer proyecciones económicas y políticas. Pero tiene quién lo empuje. Aunque critica en duros términos el acuerdo con el FMI, el cristinismo hace malabares para salvar al líder del Frente Renovador. Es una paradoja: fue Massa quien juntó los votos para la aprobación del acuerdo en el Congreso, en 2022, cuando todavía era presidente de la Cámara de Diputados, mientras La Cámpora votó en contra.
Ahora Cristina Fernández de Kirchner, Máximo Kirchner y toda la dirigencia alineada en el Instituto Patria dice que el acuerdo es impagable y que la Argentina deberá sentarse a renegociar. En tren de criticar lo anudado por Alberto Fernández y Martín Guzmán, La Cámpora publicó el lunes por la noche un comunicado durísimo contra el acuerdo, que cuestiona la relación con el organismo. Pocas horas antes, el Ministerio de Economía había difundido como un logro de Massa la declaración del FMI en la que se confirmó la flexibilización de las metas de acumulación de reservas debido a la sequía.
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Las primeras lecturas indicaron que se había tratado de una crítica de La Cámpora al ministro, que sorprendió al massismo. La organización que conduce Kirchner se movió rápidamente para desmentirlo. “No fue la intención del comunicado ni está en nuestra cabeza de ninguna manera enfrentar a Sergio. Sabemos el trabajo exhaustivo que hace”, le dijo a Letra P un interlocutor de la vicepresidenta. Una presentación más benévola del episodio dice que, en el Fondo, el ministro también apuesta a la revisión del acuerdo porque la misma flexibilización de las metas de reservas y el visto bueno a la moratoria previsional fueron parte de una negociación que llevó adelante su equipo.
Amén de ese episodio, desde el discurso de la exmandataria del viernes en Río Negro, los respaldos del cristinismo al trabajo Massa salieron en catarata. Kirchner se sumó el sábado en Avellaneda. El domingo habló Andrés Larroque y el martes le tocó el turno a Jorge Ferraresi que, fiel a su estilo, no ahorró crudeza en el diagnóstico. “Sergio asumió un día antes de que nos vayamos en helicóptero. El Gobierno estaba sin reservas en el Banco Central, con una corrida cambiaria fuerte, con un aumento de precios importantes. Vino a poner freno a eso, a poner un orden con respecto al tema de dólares, de compra de insumos. Fue una tarea titánica que la sigue haciendo todos los días”, dijo el intendente de Avellaneda.
Las declaraciones pusieron las cartas sobre la mesa. Massa tiene, por ahora, el respaldo del Instituto Patria, inflación alta y acuerdo con el FMI incluidos. Los gremios y algunos gobernadores todavía no pierden la esperanza. ¿Podrá, sobre la hora, negarse a ser si Cristina lo impulsa y el peronismo acompaña? Aquellos que lo conocen desde sus inicios aseguran que sí, porque “a Massa no le gusta perder a nada” y solo será candidato “de consenso” del FdT si evalúa que tiene chances de ganar.
Mientras piensa y cuida en paralelo su relación con Fernández, el ministro tampoco desatiende el territorio. En las últimas semanas, el Frente Renovador empezó a mover su músculo en las provincias. Aunque todavía falta para las definiciones, en voz baja, varios dirigentes cercanos al tigrense pusieron en marcha el armado de una mesa federal que comenzó a trabajar en las seccionales bonaerenses y en los otros 23 distritos del país con el ojo puesto en las elecciones.