Conocedor del territorio y del entramado que el radicalismo es capaz de tejer en el interior de la provincia, el precandidato a la gobernación de Santa Fe Maximiliano Pullaro trabaja en su estrategia para la que cree será la gran batalla: la disputa interna dentro del frente Unidos para Cambiar Santa Fe.
Sabe que no será una tarea sencilla: sectores de la UCR apuestan por la senadora Carolina Losada, su principal adversaria en la interna. Pero para dar la pelea el ex ministro de Seguridad se recuesta en aliados con peso territorial, dirigentes del Nuevo Espacio Organizado (NEO) capaces de caminar la cancha, reunir voluntades y sumar votos, un insumo clave cuando lo que se avecina es una elección con final abierto.
Dos trajinan la denominada zona núcleo, tierras donde la actividad agropecuaria marca el ritmo de la economía y en las que Pullaro ya sabe de triunfos frente a Losada. Es el departamento General López, en el sur santafesino, donde el actual diputado consiguió una clara victoria en las Paso de 2021. Allí se hace fuerte en una alianza en la que tiene como socios al intendente de Venado Tuerto, Leonel Chiarella, y al senador departamental Lisandro Enrico.
El radicalismo tiene mucho peso en el territorio. El partido trabajó a destajo –junto a las fuerzas que integraban el ya extinto Frente Progresista– para lograr un triunfo histórico en 2019: después de veinticuatro años, y con el radical Chiarella como candidato, lograron vencer al peronismo y recuperar la intendencia de Venado Tuerto.
El alcalde tenía apenas 30 años cuando ganó los comicios. Es el más joven elegido para ejercer ese cargo en la historia de su ciudad.
El otro armador es Enrico, quien trajinó fuerte el sur santafesino para traccionar votos en favor de Pullaro para la interna de 2021 en la que se dirimía la candidatura para la senaduría nacional de Juntos por el Cambio.
La estrategia del trinomio Pullaro-Enrico-Chiarella rindió sus frutos en General López. Aunque perdió la interna por apenas 14 mil votos a nivel provincia, el ex ministro de Seguridad consiguió en el departamento del sur santafesino su triunfo más holgado: obtuvo el 27,7 por ciento de los votos contra el 7,9 de Losada. En ningún otro de los 19 que componen el territorio alcanzó semejante ventaja.
Pullaro aspira a repetir la victoria en esa zona productiva de Santa Fe. Confía en que sectores del sur provincial, como ése, puedan compensar la diferencia que Losada pueda obtener en el departamento General Obligado, donde en ese 2021 perdió por una diferencia que dejó algunas dudas. Ahora se avecina una nueva pulseada donde cada detalle cuenta.
Venado Tuerto es la cuarta localidad más poblada de la provincia, con 86 mil habitantes. De allí la importancia que adquiere para las elecciones. La ciudad fue, además, el experimento de laboratorio para lo que este año terminó de concretarse: formalmente Unidos para Cambiar Santa Fe, la amalgama que integran el PRO, la UCR y el socialismo y que sintetiza lo que era el Frente Progresista y Juntos por el Cambio.
La unidad de las fuerzas no peronistas se denominó Primero Venado, iniciativa en la que trabajaron Chiarella y Enrico para transitar cuestiones legislativas y del gobierno local.
El exitoso resultado de esa experiencia los llevó a ambos dirigentes a dar un paso más y proponerlo para que se cristalice como fuerza de oposición al peronismo en la provincia. La idea demoró en cristalizarse, pero los tiempos se aceleraron con el terremoto político generado por la muerte, en 2021, del ex gobernador Miguel Lifschitz, quien era el líder indiscutido del espacio no peronista de la provincia.
Como sucede con Pullaro, Chiarella y Enrico tienen como referentes nacionales a Horacio Rodríguez Larreta y a Martín Lousteau. Ya en junio de 2021, antes de que el propio jefe de Gobierno porteño se lanzara a la carrera nacional, Chiarella lo señalaba como un candidato con chances. “Lo veo como una persona que puede ser presidente”, proyectó en diálogo con Letra P el joven intendente. Dos años después apuesta más que nunca por él. Y por Pullaro, claro. A uno lo imagina en la Casa Rosada. Al otro, en la Gris. Aunque para ello, primero, deberán sortear el complejo escollo de las elecciones primarias.