En una jornada sin consenso y con el recuerdo del pontificado de Jorge Bergoglio, la fumata negra de la única votación de este miércoles dejó claro que sigue abierto el tablero sucesorio en el Vaticano. De la rosca previa surgió, sin embargo, un tapado que podría ser ungido papa si la cancha se embarrara: el cardenal Robert Prevost.
El purpurado estadounidense, actual prefecto del Dicasterio para los Obispos, podría emerger como carta de equilibrio si las votaciones se sucediesen sin un cardenal que obtuviera los 89 votos necesarios para la proclamación pontificia.
Fuentes vaticanas que tuvieron contacto con los cardenales que participaron de las congregaciones generales previas le dijeron a Letra P que "su perfil conjuga solidez doctrinal, formación intelectual, experiencia pastoral en América Latina y ascendencia real en la Curia".
A diferencia de otros papables, no llega con una candidatura explícita, sino con la acumulación silenciosa de respaldos: es un outsider con ADN bergogliano.
Un cardenal de dos mundos opuestos
Prevost, de 69 años, fue misionero en el norte del Perú durante casi dos décadas. Se formó en Roma y asumió luego la conducción global de la orden de San Agustín, antes de ser convocado por el propio Francisco al corazón del engranaje vaticano.
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Los cardenales en la Capilla Sixtina para elegir al sucesor de Jorge Bergoglio
Vatican Media
Desde allí, condujo la compleja selección de obispos en los cinco continentes, en un momento donde la Iglesia buscó evitar el cortocircuito entre centralismo curial y sinodalidad local.
“Combina el pragmatismo norteamericano con la calidez y la cercanía de los pueblos latinoamericanos, donde se fogueó y se curtió como pastor”, dijo a este portal un sacerdote argentino que se mueve por los pasillos curiales.
Esta síntesis geopolítica, aseguran las fuentes, lo posiciona como "bisagra entre bloques que, hasta ahora, parecen irreconciliables".
Mediador entre las grietas del Vaticano
Con doble nacionalidad estadounidense y peruana, Prevost podría operar como puente en una Iglesia tensionada entre la continuidad pastoral del papa argentino y los movimientos restauracionistas que buscan retomar el control y volver todo hacia atrás.
Su pasado como prior general, su manejo fluido del español, el inglés, el italiano y el francés y su sobriedad convirtieron a Prevost en un purpurado confiable incluso para los sectores más conservadores.
En la Santa Sede se lo ve como un engranaje técnico y estratégico. Fue "ojeador" de Bergoglio en el nombramiento de obispos con perfil pastoral, pero su sólida formación en Derecho Canónico también le da espalda institucional.
Un muro frente a Trump
El eventual ascenso de Prevost al trono de Pedro también tendría efectos más allá de los muros vaticanos. Su conocimiento profundo del funcionamiento político de Estados Unidos –incluido el de Donald Trump, con quien comparte nacionalidad pero no agenda– lo vuelve una posible figura de contrapeso para las políticas que el magnate republicano propone y dispone desde la Casa Blanca.
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La política arancelaria de Donald Trump sacude a los mercados
Captura de redes
Como autoridad eclesiástica con experiencia directa en América Latina y sensibilidad hacia el sur global, su elección -pronosticó una fuente vaticana- "sería una señal inequívoca en favor de una Iglesia que busca mantener vigencia en los márgenes, mientras evita el repliegue doctrinal".
Prevost cultiva el perfil bajo incluso en los días más agitados de la sede vacante. Declaraciones escasas, gestos calculados y una frase que repite como consigna: “No podemos parar ni retroceder. Hay que ver cómo el Espíritu Santo quiere que sea la Iglesia de hoy y de mañana”.
En un cónclave que podría prolongarse por fracturas internas y la falta de un nombre de consenso, ya hay vaticanistas que ponen el nombre de Prevost en la lista de tapados o sorpresas. La pregunta ya no es si tiene chances, sino si la Iglesia está dispuesta a asumir el desafío de tener al primer papa nacido en Estados Unidos de la historia.