En el entorno de Eduardo Accastello reina el optimismo. Con encuestas en la mano, que el candidato no quiere mirar, la tropa de Hacemos Unidos por Villa María se esperanza con una victoria contundente el próximo domingo, cuando Villa María elija a la nueva autoridad que sucederá a Martín Gill.
“Es un tractorcito”. Así definen el rol del actual ministro de Industria de Córdoba que se puso la campaña al hombro, luego de cerrar a todas las vertientes del peronismo mediterráneo detrás de su candidatura. Evitó sucumbir a la estrategia de Juntos por el Cambio que, desde el comienzo del calendario electoral, buscó la nacionalización del debate con un constante peregrinar de figuras locales y nacionales de la alianza.
Según describen en la ciudad cabecera del departamento General San Martín, el candidato no sólo territorializó y municipalizó la campaña, sino que buscó disputar la bandera del “cambio” a la oposición . Lo hizo con una estrategia discursiva a la que ya había echado mano cuando disputó la gobernación en el año 2015 con la clave de la "transformación".
Luego de sentar en la mesa a todos los sectores del panperonismo villamariense, Accastello desplegó una campaña en el que la cercanía con los vecinos y las propuestas sectoriales ocuparon un lugar clave. Adaptó su discurso a cada segmento del electorado: apostó a la identidad partidaria y, cuando fue necesario para ampliar el espectro, abrió el juego a otros actores políticos.
Esa versatilidad se desprende del contexto y un comportamiento electoral adverso a las propuestas del peronismo, pese a ser oficialismo en Villa María. En las PASO del 13 de agosto, Javier Milei resultó el candidato más votado en esa ciudad y desplazó a Juan Schiaretti y a Sergio Massa al tercer y cuarto lugar, respectivamente. En las elecciones del 25 de junio, Luis Juez le ganó a Martín Llaryora; victoria que también había tenido como antesala un contundente triunfo del senador en la contienda legislativa del 2021.
Más allá de que el oficialismo local siempre marcó las diferencias en la lógica con la que el electorado termina definiendo su voto, Accastello tomó nota de esa antesala y, con elegante estilo schiarettista, logró correrse de las lógicas partidarias. “Si soy intendente, voy a convocar a todas las fuerzas para gobernar juntos”, lanzó en el debate que tuvo lugar el pasado viernes 22 de septiembre. El discurso antigrieta expuesto.
Cuarto intento
La del domingo será la cuarta elección que llevará a Accastello en el tramo más importante de la boleta en Villa María. Asumió por primera vez como intendente en 1999, subido al envión de Unión por Córdoba y la caída en desgracia del radicalismo provincial. En 2003 se convirtió en el primer ministro de Gobierno de la historia de Córdoba y luego llegó a la Cámara de Diputados mediante una lista que unificó todas las expresiones del peronismo provincial de aquel entonces. Volvió a la intendencia en 2007 y se mantuvo allí hasta el 2015, cuando intentó nuclear al pankirchnerismo detrás de un armado que tuvo al humorista Cacho Buenaventura como candidato a vice, pero que apenas alcanzó el 17% de los votos. Durante el macrismo empezó a rearmar su relación con el schiarettismo y en 2019 fue designado como parte del gabinete provincial en un área clave que le permitió volver a proyectarse, el Ministerio de Industria.
En ese lugar se reconoce en la actualidad, también aportando a la campaña nacional de Schiaretti. Ocupando uno de los ministerios claves para el modelo cordobesista, mantuvo reuniones nacionales con dirigentes y referentes empresarios del país para mostrar las virtudes del trabajo llevado a cabo en el centro del país, que a su vez encuentra en Villa María un punto nodal para el desarrollo agropecuario.
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El haber arrimado posiciones con Gill también le permiten mantener a la disputa nacional alejada de la contienda local, ya que no habrá en la ciudad un candidato referenciado en Unión por la Patria que pueda dividir el voto peronista como sí están divididas las propuestas opositoras relacionadas con JxC, con el legislador del PRO, Darío Capitani, por un lado; y el radical Braulio Zanotti, por el otro.
Apoyo total
El sábado, Schiaretti viajó hasta Villa María para darle el último espaldarazo a su alfil. Entregó 672 créditos del programa Vida Digna, 187 del Banco de la Gente y recorrió obras en ejecución en rutas y escuelas. “Les pido de todo corazón que acompañen a Eduardo Accastello para que vuelva a ser intendente de esta querida ciudad. En sus gestiones anteriores, la ciudad creció y hoy tiene todos los servicios que necesitan los vecinos para vivir mejor”, dijo el gobernador en su visita.
En paralelo, los equipos de campaña publicaron un video junto al gobernador electo, Llayora, en el que el sanfrancisqueño se comprometió con una serie de obras que incluye la creación de un “gran centro de rehabilitación para rescatar a los chicos que hoy están en el infierno de la droga”.
“Más allá de todo lo que representa Eduardo para la historia de Villa María, la presencia y el apoyo desde Córdoba siempre fue muy importante, es la frutilla del postre”, confían en el entorno del otro ministro candidato, el que quiere volver a gobernar la ciudad que lo proyectó a la política provincial para empezar a acomodar el mapa de los intendentes que conformarán el golpeado bloque de mandatarios oficialistas que acompañarán a Llaryora a partir del 10 de diciembre.