El silencio es el denominador común de la mayoría de los despachos oficialistas del Congreso, donde durante esta semana sólo circularon las autoridades y postergaron para los próximos días las discusiones sobre el reparto de poder interno a partir del 10 de diciembre. En el Senado asomó el primer conflicto: el exgobernador tucumano Juan Manzur quiere pelearle la presidencia del bloque a José Mayans, pero por ahora no tiene consenso.
En la Cámara de Diputados sólo hubo charlas ocasionales de camaradería. Tiempista, el actual jefe de bancada, Germán Martínez, decidió no mover fichas hasta que la alianza del nuevo gobierno y el PRO logre consensuar las autoridades.
Un dato que celebraban en ambas Cámaras los líderes peronistas es que hasta ahora no hubo rebeliones ni amagues de ruptura entre las fracciones internas. “Cuando empezó la campaña, había dudas sobre la candidatura de Sergio Massa, pero en el ballotage la militancia se hizo massista. La remontada de octubre generó una unidad que antes no existía y hay que aprovecharla”, destacó, optimista, un referente del actual oficialismo, en una de las tantas conversaciones de pasillo.
Si se mantiene unido, el peronismo tendrá el bloque más grande tanto en el Senado como en Diputados, pero sin llegar a ostentar cuórum propio, por lo que será importante que las respectivas jefaturas tengan capacidad de diálogo.
Manzur, complicado
Cristina Fernández de Kirchner se instaló el miércoles en su despacho del Senado para iniciar una transición compleja. El primer objetivo es elegir el próximo presidente provisional de la Cámara, en acuerdo con la UCR y los partidos provinciales. Como explicó Letra P, las conversaciones están avanzadas.
En los próximos días también deberá definirse en el Senado el futuro del actual interbloque Unión por la Patria, que si se mantiene unido -haciendo honor a su nombre- tendrá 33 miembros, cuatro menos que la mayoría propia. El primer dilema es saber si sigue integrado por dos bancadas, una formalidad que aplicó CFK en 2022 para quedarse con un lugar más en el Consejo de la Magistratura.
Si bien la división serviría para exponer a los dos grupos que dominan el espacio (gobernadores y kirchneristas), no sería un negocio a corto plazo porque complicaría la pelea por cargos en las comisiones. Otro desafío es recuperar, en los papeles, a los dos migrados en febrero: Edgardo Kueider y Carlos Espínola. Por ahora, la dupla se quiere quedar asociada a la cordobesa Alejandra Vigo, esposa del gobernador Juan Schiaretti.
En los próximos cuatro años seguirán en sus bancas las tres autoridades del Frente de Todos: Mayans (jefe del interbloque), Anabel Fernández Sagasti (vicejefa) y Juliana Di Tullio (titular de Unidad Ciudadana). Esta semana dedicaron varias horas a evaluar cómo seguir y supieron de las intenciones de Manzur para sumarse a la mesa. Cristina se plegó a las conversaciones. También tendrá silla Eduardo De Pedro, a quien se lo vio circular por el despacho de la vicepresidenta, y que representará a la provincia peronista con más votos: Buenos Aires.
Manzur se presenta como el elegido de los gobernadores del norte, sus excolegas, pero se encontró con una fuerte resistencia en el Senado. El gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, estuvo por el Palacio para dejar claro que Mayans sigue siendo su elegido.
Con el apoyo del kirchnerismo, al senador formoseño será muy difícil que lo desplacen y tal vez el exjefe de Gabinete albertista deba conformarse con un cargo alternativo. El tucumano tiene otro problema: está enfrentado a su gobernador, Osvaldo Jaldo, quien para golpearlo, realizó un fuerte recorte de la Legislatura. “Es difícil que el resto de los mandatarios quiera tenerlo como referente”, interpretan en el Senado.
Disputa silenciosa en Diputados
En la Cámara baja, si se mantiene unido, UP tendrá 105 votos con grupos bien definidos: las bancas de los gobernadores, el kirchnerismo (con La Cámpora como elemento central), el massismo y los “sin tierra”, que con las derrotas peronistas en las gobernaciones sumaron presencia.
Martínez reemplazó a Máximo Kirchner en la conducción del bloque en 2022, a partir de una recomendación de Agustín Rossi al presidente, Alberto Fernández. El 22 de octubre, el rosarino renovó su banca.
Los años como asesor legislativo permitieron a Martínez enarbolar una eficiencia en las decisiones de rosca actividad parlamentaria que le permitió ser respetado por sus pares. De todos modos, sabe que su continuidad está atada a un acuerdo político en el que no tiene padrinos directos.
En el kirchnerismo no descartan pedir por su lugar. El grupo lo controla Máximo y tiene a la actual secretaria parlamentaria, Paula Penacca, como candidata a ocupar un cargo, si no decide retornar él.
El massismo tiene peso y esta semana envió un mensaje a través de Carlos Selva, quien el 10 de diciembre le dejará su banca a la hija. “La presidencia de la Cámara tiene que ser para la primera minoría”, sostuvo el mercedino. Invitó al peronismo a defender la continuidad de Cecilia Moreau en el sillón principal del palacio. Por ahora, ninguno de sus pares le siguió el juego.
Entre los sin tierra hay desconcierto. Durante la campaña, un grupo minoritario evaluaba sumarse a un bloque de peronismo de centro liderado por el bloque de Córdoba, pero el plan se archivó con el acuerdo de los líderes de esta provincia con el presidente electo, Javier Milei.
Hay quienes piden la continuidad de Martínez, como elemento de unidad. Los gobernadores todavía no movieron sus fichas. Axel Kicillof podría intervenir y pedir que se recupere una tradición: darle cargos centrales a Buenos Aires. La discusión será la próxima semana.