ELECCIONES 2023

Patricia Bullrich, errante a la sombra de Javier Milei

La candidata de JxC pregona una extraña épica de la tristeza y no sabe bien con quién polarizar. El pasado que vuelve y la paradoja de prometer hondas horas de dolor.

Las elecciones 2023 son un hito mundial: sea cual fuere su resultado, obligará a quemar todos los libros. En efecto, quien asuma el gobierno el próximo 10 de diciembre será un ultraderechista de verba violenta y pensamiento errático, un ministro de Economía que lidia con una inflación mensual de dos dígitos o una dirigente que pretende ganar prometiendo solo dolor. Sí, mientras decide si debe disputarle votos a Javier Milei o a Sergio Massa, Patricia Bullrich se abraza a una extraña épica de la tristeza.

Este jueves estuvo –por primera vez desde las PASO– junto al zigzagueante Mauricio Macri en la Facultad de Derecho de la UBA para presentar, en clave de campaña, su libro De un día para otro. ¿Qué clase de prodigio le promete Bullrich a la sociedad de la noche a la mañana? Según dijo, habrá "austeridad al palo", "en la Argentina no se emite más" dinero, regirá el "orden" y se asegurará de "erradicar al kirchnerismo para siempre". Su presentación no exudó precisamente sex appeal electoral.

El mayor vendedor de globos de Sudamérica, Jaime Durán Barba, la cruzó en radio Perfil.

"Lo que debería hacer Juntos por el Cambio es decirle a la gente que va a vivir mejor, (pero) Bullrich hace campaña diciendo que va a vivir peor. Si lo que ofreces es que habrá ajustes, que habrá que sufrir, que lo que viene es terrible... ¿quién vota por eso? Es una campaña masoquista", condenó. Para él, "lo más probable es que Juntos por el Cambio salga tercero. Nunca vi a nadie que proponga ajuste y sacrificios y gane elecciones". Y, sí…

Una (in)decisión de fondo

El problema central de Bullrich es que no sabe qué hacer. Se preparó por años para ser la más dura del condado y de pronto alguien se lo coló por derecha y la obligó a adoptar un perfil centrista –uno geográfico, no ideológico, vale aclarar–. La Dama de Hierro se quedó sin rol histórico que cumplir.

Así, vaga sin rumbo: un rato promete "erradicar" al kirchnerismo como si fuera una plaga compuesta por millones de roedores y, enseguida, se muestra como la garante de la convivencia plural. Que se decida, mejor, que se le acaba el tiempo.

Veamos ejemplos ocurridos en apenas horas. En el primer rol, les recordó por carta a las Fuerzas Armadas su postura "contra los embates de los falsificadores de derechos humanos" y les prometió "una salida justa para los militares que fueron condenados por delitos de lesa humanidad". Ni siquiera Victoria Villarruel se animó a blanquear esto último en lo que va de la campaña. Mientras, acusó a Milei de ser un violento, inclinación que ella dice haber tenido en los años 70 y ahora haber superado.

"Sos malo". "No, la mala vos sos".

Lo anterior tiene una historia. En busca de los votos que le faltan para llegar al 40% y ver si eso más la inflación le alcanza para superar por diez puntos porcentuales a Massa el 22-O, el minarquista no deja de hacerle guiños cómplices a Macri y de atacar a Bullrich, el jamón del medio.

El miércoles a la noche le pegó a la exministra donde más le duele: recordó en TN su militancia juvenil en el peronismo revolucionario. "¿Se imaginan (qué dirían de La Libertad Avanza) si estuviésemos todo el tiempo diciendo que Bullrich era montonera y metía bombas?", soltó como una lágrima.

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Ella le contestó en Radio con Vos. "Tengo un pasado en la Juventud Peronista. Siempre lo asumí, siempre dije que me parecía que había que superar y ser crítico de la violencia como forma de acción política. Yo superé la violencia como forma de acción política hace muchísimos años, muy joven. Que eso me lo diga alguien que hoy practica la violencia como forma de acción política… Me parece que vale más mi aprendizaje, que aquel que lo hace a los 50 y pico de años", refutó.

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"Al que piensa distinto, le dice que es una cucaracha o un mogólico", añadió la candidata de JxC, la misma que llama a "erradicar" al sector de la política que no le gusta y a vaticinar que sus miembros-roedores "no van a tener dónde esconderse". Para ella, eso no tiene mácula alguna de autoritarismo y hasta es capaz de recapacitar, con más de un año de demora, y de aclarar que sí, que en realidad deplora el atentado que Cristina Fernández de Kirchner sufrió el 1 de septiembre de 2022.

El ultraderechista, con todo, no se ve cuando se mira en el espejo que le presenta su rival. En la mencionada aparición televisiva afirmó: "Desde que me metí en política no insulté más". Además, dijo que se lo "condena" por haber dicho cosas que hoy evita. Milei falta groseramente a la verdad.

El hombre de LLA ya estaba "metido en política" en su cierre de campaña en el Movistar Arena cuando tildó de"roñosos" a los y las periodistas. También lo estaba el 29 de agosto último cuando dijo en una entrevista con la radio colombiana RCN, entre otras delicatessen, que "un socialista es una basura, es excremento humano". ¿Será que considera esos dichos meras descripciones?

Basta ya: semejante mentira no vale ni una googleada más.

Quienes no tienen dudas al respecto son el millar de referentes de la cultura que convocaron a la creación de "un frente en defensa de la democracia", replicando una iniciativa previa de otros intelectuales que habían llamado a votar contra cualquier opción diferente de Milei.

Letra P había hecho punta el domingo 27 de agosto a través de un editorial en el que convocó a la construcción de un amplio acuerdo democrático. Desde ya que no vamos a caer en el absurdo de suponer que tantos sectores importantes acuden ahora en respuesta a lo planteado por el sitio, pero sí nos queda la satisfacción de habernos animado antes que nadie a plantear lo que mucha gente sentía –particularmente nuestros lectores y lectoras, a quienes debemos lealtad– y que alguien debía expresar.

La Libertad Ama

Milei continuó con sus ondas de amor y paz en la entrevista que le hizo el periodista de ultraderecha Tucker Carlson, el trumpista echado por Fox News en abril último por haberse descubierto que arengaba desde la pantalla sobre un supuesto fraude de Joe Biden, aunque en comunicaciones privadas decía saber que eso era mentira. El chiste –que no solo fue cosa de esta joya, sino postura editorial– le costó a la cadena una indemnización de 787 millones de dólares, cobrados por la empresa Dominion, proveedora de las urnas electrónicas y que había planteado una demanda por difamación.

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El reportaje fue una colección de los lugares comunes de la llamada "nueva derecha".

"Soy un defensor de la libertad y de la paz; los chinos, (Vladímir) Putin y (Luiz Inácio) Lula (da Silva) no entran ahí", dijo Milei. En ese sentido, volvió a prometer la genialidad de que "no solo no voy a hacer negocios con China; no voy a hacer negocios con ningún comunista". Por lo que dice, con Brasil tampoco. Decir disparates es malo, pero insistir en ello es una calamidad.

Aparte hubo, claro, chorros de macartismo, machirulismo, negacionismo climático y otros ismos precámbricos. El candidato repudió el movimiento por los derechos de la población afroestadounidense contra la brutalidad policial –para él, pareciera que las vidas de los negros no importan –, "el lobby LGBT" y "el feminismo radical", fenómenos que calificó justo como lo que no son: derivaciones de la lucha de clases. Por si fuera poco, volvió a embestir contra el papa Francisco, a quien acusó de "violar los diez mandamientos" por su defensa de la justicia social y por su presunto apoyo a "dictaduras sangrientas". El delirio es total.

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