Javier Milei asegura a su entorno que las encuestas no indican un descenso en la intención de voto tras las denuncias por venta de lugares en las listas, pero acusó el impacto: este miércoles, obligó a salir a la defensiva a Carlos Kikuchi, encargado de seleccionar candidatos en todo el país.
Mientras prepara el nuevo búnker de campaña, Karina Milei, la dueña de la agenda de su hermano, arma un itinerario de recorridas por las principales ciudades del país y de las ocho secciones electorales de la provincia de Buenos Aires.
Como contó Letra P, el precandidato presidencial apartó de la campaña a Kikuchi por las concesiones en las listas que les hizo a los apoderados de los cinco partidos que conformaron el frente "La libertad avanza". Este miércoles lo obligó a dar la cara, al menos de forma virtual, a través de su cuenta de Twitter.
"Las operaciones y difamaciones en contra de @JMilei y nuestro espacio surgen por el miedo que tienen en JxC, Patricia (Bullrich) porque cree que, por Javier, Larreta le gana las Paso y Larreta porque cree que Santilli pierde la provincia de Buenos Aires. Y los K porque creen que quedan tercero", provocó el "Chino".
"Nosotros no vendemos candidaturas, eso lo hace la CASTA. Nosotros no bajamos candidaturas, eso lo hace la CASTA. Nosotros no negociamos bajar nuestras listas en Intendencias de PBA. Eso es CASTA", escribió Kikuchi.
Su mayor discusión con Milei fue por el quinto puesto en la lista de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires que le obsequió a Pablo Ansaloni, quien hasta 2021 fue aliado de Sergio Massa en la Cámara baja.
Ansaloni pagó con el partido Fe, propiedad de su gremio, la Unión de Trabajadores Rurales (UATRE), que tiene personería jurídica en 17 provincias. "Estamos en 22 de 24 distritos. Listo", se limitó a responder Milei en sus entrevistas televisivas, para evadir las críticas a su operador.
Hay otra sospecha que recae sobre Kikuchi: se quedó casi fuera de la Legislatura de la provincia de Buenos Aires (es candidato en la segunda sección, la más difícil para los liberales), una situación que se entendió como un castigo de Milei por su cierre de listas.
Quienes defienden al "Chino" aseguran que se autoexcluyó para alinear la tropa en la última semana. Sus detractores sospechan. Dicen que no cualquiera regala una banca en el palacio con mayor presupuesto del país, sin al menos enojarse después.
Nuevas denuncias
Este miércoles, se conoció una denuncia de venta de candidaturas en Entre Ríos, donde la referente local Liliana Salinas, que habló con Letra P, dice que cada candidato debe financiar la campaña y habla de "un monto mensual".
En la provincia de Buenos Aires hubo testimonios más duros: Juan Carlos Blumberg denunció que los operadores de Milei piden 50 mil dólares por candidato y María Laura Montenegro aseguró que le exigieron 30 mil para competir en Villa Gesell. Voceros de la Libertad Avanza aseguran que las denuncias son falsas y pronto deberán explicarlas en la justicia.
"El primer paso es pedir la rectificación. Si no lo hacen, presentaremos denuncias penales", aseguran cerca del libertario. Este jueves se conoció que la Justicia federal podría abrir una investigación de oficio para investigar.
En el caso de Blumberg, en LLA aceptan que el problema no fue Kikuchi sino la diputada Victoria Villarruel, compañera de fórmula de Milei y dirigente del Partido Demócrata. Sólo le garantizó una banca de diputado al abogado Guillermo Montenegro, su amigo personal, pero ignoró a dirigentes con trayectoria que tenían muchas expectativas.
"Están todos enojados con Victoria, hicieron un congreso del partido y llevaron a hablar a Blumberg", explican. Las acusaciones de María Laura Montenegro y de su marido, Julio Kuchinsky, las adjudican a que quedaron afuera de las nóminas locales, cuando tenían posibilidades de ganar bancas en el Concejo Deliberante. Una situación similar describen en Vicente López y en Tigre.
La necesidad de defenderse demoró el inicio de la campaña electoral de Milei. "Anunciaremos una movida novedosa", prometen, mientras rearman las recorridas por el país. La obsesión de Karina es que su hermano vuelva a instalar debates públicos, pero necesita llamar la atención como tan bien lo hizo en otros tiempos. Mientras tanto, la jefa del clan filtra encuestas entre los candidatos para calmarlos. "No perdió ni un punto por estas denuncias", repite. La mayoría le cree.