ELECCIONES 2023

Pablo Grasso, el militante rebelde que quiere renestorizar Santa Cruz

Es el intendente de Río Gallegos. El domingo va por la gobernación. Dice que aprendió de Kirchner, pero la dirigencia K desconfía de él. Quienes lo siguen destacan que salió de abajo y nunca esperó bendiciones.

“Si yo dejo que cualquiera me maneje ¿qué van a pensar de mí?”. La frase que Pablo Grasso le dice a Letra P a menos de diez días de las elecciones es la respuesta que se repite desde hace al menos 14 años luego de un hecho que marcó la segunda mitad de su carrera política. Este 13 de agosto, Santa Cruz irá a las urnas y el intendente de Río Gallegos se presenta como el candidato a la gobernación mejor posicionado.

A fines de 2009, el Concejo Deliberante de Río Gallegos tenía que renovar la presidencia del cuerpo y Máximo Kirchner había acordado con Rudy Ulloa que Adriana Reyes, referente de la agrupación Los Muchachos Peronistas, se mantuviera al frente. La decisión tomada en Buenos Aires no le gustó a Grasso, que en ese momento entendió que era su turno y que detrás de sí había militantes que habían trabajado duro para que estuviera ahí. Entonces hizo un acuerdo con el radical Pablo Fadul y se quedó con la presidencia del Poder Legislativo de la capital de la provincia.

No fueron meses fáciles. Una militante de Los Muchachos Peronistas recuerda a Letra P que Néstor Kirchner le dijo a Ulloa: “A ese pibe, ni agua”. En los paredones de la ciudad comenzaron a aparecer pintadas que decían “Grasso traidor”.

“Querían aislarlo, entonces yo les decía a los compañeros que a Pablo no lo tenían que ver solo y nos juntábamos para ir caminando juntos al Concejo desde la Básica que quedaba a pocas cuadras”, cuenta Eloy Echazú, diputado y alfil del intendente. No estaba sólo. Dos años más tarde, Grasso fue el candidato a concejal más votado.

“Se me enojó Néstor”, le dice ahora a Letra P, con una sonrisa, el candidato a gobernador de Santa Cruz, “pero él nunca me lo dijo a mi, así que no sé”, advierte. Unos días después de la jugada que enervó al kirchnerismo local, Kirchner padre fue a un acto en la Casa de Gobierno de la provincia y Grasso le tocó la espalda para saludarlo. “Me miró y sonrío. Listo”, pensó.

Muchacho peronista

Pablo Miguel Ángel Grasso iba a ser indefectiblemente peronista. A su bisabuelo, Justo Ramón Ledesma, lo asesinó la Armada Argentina por una metralla en el pecho durante el bombardeo a la Plaza de Mayo de 1955, cuando salía de trabajar. Nació en Buenos Aires el 1 de abril de 1976 y, en plena dictadura, su bisabuela Elvira le leía los cuadernos de Evita.

Cuando tenía 14 años, la familia Grasso se mudó a Río Gallegos porque habían trasladado a su padre, Miguel Ángel, que era gendarme. Enseguida empezó a ir a la unidad básica “Arturo Jaureche”, que conducía Cacho Vázquez, de Los Muchachos Peronistas. Su madre, Norma Antúnez, se agarraba la cabeza cada vez que descubría que Pablo se había escapado por la ventana de su dormitorio para participar de los encuentros con la militancia.

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Allí conoció a Silvio Escobar y una buena cantidad de militantes que hoy lo acompañan en el municipio. También militó en Río Turbio junto a Marcial Cané, porque a su padre lo trasladaron por dos años a la Cuenca donde está la mina de carbón.

Construyó su militancia en base a la juventud. Ya lo habían elegido presidente de la JP cuando, con apenas 16 años, Néstor y Alicia Kirchner lo nombraron en la Dirección de Juventudes. Fundó la organización Opción Joven y armó la Mesa de Coordinadora Provincial de Juventudes, donde invitaba a figuras como Carlos Zanini y Cristina Fernández de Kirchner a dar charlas.

De esos encuentros, hubo uno, en una escuela de Río Gallegos días después de la gran nevada del 95, que le quedó grabado para siempre y guarda cada detalle.

-Perdón, Pablo, llegué tarde porque fui a la peluquería-, le dijo CFK, se subió al escenario y comenzó a hablar. “Tenía tiempo para todo”, rememora Grasso, casi 20 años después.

Al Concejo

Para 2007, Pablo Grasso ya había dado sobradas muestras de lealtad. Incluso se ganó una denuncia de militantes del Partido Obrero que siguen sosteniendo que en abril de 2002 participó de una “patota que salió a golpear” a manifestantes que fueron a buscar a Kirchner y a CFK durante una charla en la que estaban invitados Miguel Bonasso y Alejandro Apo.

“Hay un pibe que tiene algo, la gente lo sigue”, dijo Silvio Escobar sobre cómo se habilitó, dentro del Frente para la Victoria, su primera candidatura a concejal. Construyamos Juntos, la agrupación que fundó, ya se estaba consolidando con varias unidades básicas en Río Gallegos al mismo tiempo que se conformaba La Cámpora en la provincia.

Apenas asumió en el Concejo, ya pensaba en construir su candidatura para intendente. Puso la oreja en los barrios más alejados y para 2011 lo convencieron de esperar a ser bendecido antes de enfrentar a todo el aparato en la interna.

Cuando en julio de 2015 el intendente Raul Cantin renunció en medio de una crisis política interna, económica e institucional, con un reclamo de los trabajadores municipales sin precedentes, Grasso vio la oportunidad de su vida. En los cinco meses durante los que le tocó gobernar la capital de Santa Cruz, acordó con el gremio y mostró que podía reactivar la ciudad.

En las elecciones de 2015 fue el candidato a intendente más votado, pero perdió por la Ley de Lemas ante el frente opositor que encabezó Roberto Giubetich.

De la provincia a la intendencia

Alicia Kirchner lo convocó para encargarse del Instituto de Desarrollo Urbano y Vivienda de la provincia. Gobernaba Mauricio Macri y a la cuna del kirchnerismo no bajaba un peso por fuera de la Ley de Coparticipación. A falta de fondos para viviendas, Grasso empezó a poner luces y hacer otras obras de urbanismo menores pero con impacto en la capital y en las localidades del interior. La oposición lo empezó a mirar con recelo y a acusarlo de pagar sobreprecios, pero la exposición lo hizo todavía más conocido.

En la polémica, Grasso se agranda, como cuando sorteó un viaje al Mundial de Qatar y llevó, para el aniversario de Río Gallegos, a artistas internacionales a tocar gratis. Las repercusiones llegaron a los medios porteños.

Hay algo que Pablo Grasso repite siempre: “Hay que militar todo, la gestión se milita. La gente tiene que saber quien lo ayudó para que después no se confunda. Yo les pido el voto a todos”.

Como ya había recorrido la provincia varias veces en 2017, aceptó ir de segundo candidato a senador nacional en la lista que encabezó la concejala Ana Ianni, alfil de Javier Belloni, su actual adversario interno en la carrera a la gobernación. En agosto de 2019, con las elecciones desdobladas, su foto también estuvo en todas las boletas de la provincia como candidato a diputado provincial, junto a la de Alicia Kirchner, que fue por la reelección sabiendo que no iba a asumir. En diciembre de ese año arrasó en las elecciones para intendente: le sacó más del doble de los votos al segundo.

El día en que se sentó en el despacho de la intendencia ya estaba proyectando su candidatura a gobernador de Santa Cruz.

Por la gobernación

Grasso empezó la campaña de las elecciones 2023 al menos dos años antes, cuando empezó a recorrer la provincia para promocionar el turismo en Río Gallegos. En 2022 inventó la Fiesta del Frío y la programó para fines de julio, sabiendo que las elecciones podían ser en agosto. En la segunda edición colmó la ciudad con Los Palmeras, Callejero Fino y Q Lokura. Fue el primero en anunciar que iba a ser candidato: el resto esperaba la bendición de Cristina.

Cuando CFK lo subió al escenario junto a Belloni y Fernando Cotillo, que terminaron haciendo fórmula, Grasso ya corría con varios días de campaña de ventaja. A pesar de que en 2019 Belloni se presentó como alternativa a Alicia Kirchner, hoy es el candidato oficial del kirchnerismo con el acompañamiento de la mayoría de las agrupaciones K.

Además, en las huestes de Grasso interpretan la aparición del empresario de la CAME Guillermo Polke como tercer candidato como un intento de restarle votos a él.

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Grasso no reniega porque siente que, desde que Néstor Kirchner se fue a la Casa Rosada, la provincia se estancó y eso no lo termina de representar. “Soy parte (del frente) y tengo otra impronta. Se puede hacer lo mismo, pero de otra forma y mejor”, asegura y sostiene que lo aprendió de Kirchner. “La visión política y la cercanía con la gente al mismo tiempo para tener el termómetro social”, dice.

En los últimos cuatro años tuvo dos fuertes diferencias con Alicia Kirchner. Una, con el manejo de las restricciones de circulación durante el aislamiento por el coronavirus; la otra, cuando sacó de su gabinete a Celina Mansilla. “Lo hablé con la gobernadora, le expliqué las razones y lo entendió”, cuenta. Habían pasado ocho meses y el municipio tenía abiertos varios conflictos con distintos sectores y Grasso pedía más reflejos para que no le estallaran en su despacho.

“Con Néstor en la provincia era avanzar y avanzar. Después esa fuerza se diluyó y los que siguieron se conformaron con tener una provincia administrada”, cuestiona y se propone, entonces, renestorizar Santa Cruz.

Claudio Vidal, el jefe petrolero que plantó al krichnerismo y ahora cavó una grieta en Cambia Santa Cruz.
cfk bendijo al poker de candidatos para la sucesion de alicia kirchner

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