Martín Llaryora se mantendrá en silencio sobre la ratificación de la Corte Suprema a la condena de Cristina Fernández de Kirchner (CFK) por la causa Vialidad. El gobernador de Córdoba dice -a través de su vocería oficial- que no opinará de las actuaciones del Poder Judicial, al que supone independiente.
“Somos institucionalistas”, repiten cerca del despacho del Centro Cívico del Bicentenario, más conocido como el Panal. La pátina republicana que el llaryorismo intenta plasmarle a este hecho de impacto político no logra esconder el gozoso morbo de ver caer a la dirigente que le permitió al PJ provincial -desde 2008 hasta la llegada de Javier Milei al poder- tener un rival nítidamente identificado para construir el cordobesismo.
Ese alambrado, efectivo para empatizar con el electorado cordobés, se convirtió en la jaula de oro de este peronismo camuflado que fracasó cada vez que quiso extrapolar el Modelo Córdoba a un proyecto nacional. A diferencia de sus antecesores, el electorado cordobés no le aplica a Milei el mismo trato que recibió CFK.
Martín Llaryora y el fin de la grieta
“En términos políticos, es alimento para la grieta que nosotros queremos cerrar”, terminaron la contenida reflexión en la casa de gobierno donde se sienta un dirigente que quiere ser presidente, pero que gestiona en la era de Milei. Son tiempos hostiles para las cajas provinciales y para montar un mensaje moderado frente a las pasiones que mueve el discurso anticasta. Que, por cierto, se profesionaliza.
Milei jugó rápido. “La República funciona”, tuiteó. Si bien nadie ignora las ventajas de polarizar con CFK, el Presidente dirigió su mensaje a aquellos que hablaron de “pacto” entre partes con la caída de Ficha Limpia en el Congreso. Periodistas y políticos cayeron en la bolsa. La senadora Alejandra Vigo usó ese concepto en sus redes, mientras que el llaryorismo prefiere pegar por arriba de la cintura, como las retenciones, la salud pública o la educación.
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Martín Llaryora no se pronunció sobre la condena a CFK
Para el oficialismo de Córdoba, el problema no es CFK, que tuvo que acomodar su juego político a sus circunstancias en barandillas. El problema es Milei, que desde la noche del 18 de mayo porteño se erigió como el único con supuestas capacidades de “terminar” con eso llamado kirchnerismo. Le quitó al cordobesismo su vieja bandera que, ciertamente, ya no le sirve a Llaryora.
Las diferencias con la vieja guardia del PJ de Córdoba
Llaryora mide sus actuaciones públicas, obligado por el corsé de la gestión y las circunstancias. No es tan tajante en ese antikirchnerismo que agitó Schiaretti y, aunque no lo reconozcan públicamente, se sabe que mantiene diálogo con Axel Kicillof y Sergio Massa, quien alguna vez le propuso reflotar el nuevo peronismo con el que soñaron en tiempos de militancia y juventud.
Sin embargo, esa oferta no le gana a su confesa convicción de armar una corriente transversal, como lo intenta con su Partido Cordobés, una mariposa tecknicolor, todavía de dudosa efectividad. Mientras todas las cámaras de televisión apuntaban a la sede del PJ en la Ciudad de Buenos Aires y al edificio de Tribunales, Llaryora elegía hablar de federalismo y productivismo con una visita agendada -dicen, para obturar cualquier interpretación- con su par de Salta, Gustavo Saénz.
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El rival de Llaryora no es Cristina, como lo fue de Schiaretti. Es Milei, con el que comparte el electorado y quien podría disputarle poder en 2027 con una candidatura provincial patrocinada por las fuerzas del cielo. En ese mientras tanto, no puede pelearse con ninguna variante peronista, mientras explora las vías transversales en las que efectivamente cree como modelo superador de la crisis ya no de los partidos, sino de la política.
Juan Schiaretti, en el lugar de los hechos
El exgobernador llegó a Buenos Aires este martes temprano para seguir con la rosca bonaerense que empezó con su disertación en la Universidad de Morón, siguió con un encuentro con Facundo Manes y cerró con una cumbre peronista organizada por el intendente de Tigre, Julio Zamora.
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Juan Schiaretti sigue con la rosca en el conurbano
En el entorno del armador de Hacemos aseguraron que no estaba prevista una publicación al respecto. La rosca en el conurbano continuará este miércoles, si es que la conmoción lo permite.
El llamado de CFK a la unidad peronista puede complicar la pesca de aguas agitadas que prometía la grieta entre la expresidenta y Kicillof. Si ese peronismo se reorganiza, el frente republicano enfrentará más desafíos por el nuevo contexto. Sin el Gran Buenos Aires no hay proyecto nacional viable.