“Me conocen y saben que creo profundamente en la buena política, que me encantan los desafíos, que siempre administré con austeridad y que cuido lo público incluso más que lo personal”. Con la cercanía con sus vecinos y vecinas como bandera, Marcos Torres asumió su segundo mandato en Alta Gracia.
Con un cine Monumental repleto, Torres asumió en la cabecera del Departamento Santa María en una jornada en la que además de la ciudadanía y la militancia del peronismo local también estuvo presente su hermano, el flamante titular de la Legislatura provincial Facundo Torres; y la diputada del PRO Laura Rodríguez Machado. “Fue invitada especialmente”, señalaron en el entorno del intendente, en una clara señal que marca el cambio de época en Alta Gracia y la política provincial.
En ese sentido, Torres imitó a Martín Llaryora, a quien definió como “un gran político y gestor que conoce a la perfección el municipalismo”, y se comprometió a “aportar lo que esté al alcance para que al gobierno nacional y al nuevo presidente Javier Milei le vaya de la mejor manera posible”. “Nunca nos va a encontrar poniendo palos en la rueda, porque si le va bien a él, le va a ir bien a todos los argentinos”, dijo enrolado en la nueva clave cordobesista.
Replicando la conjugación entre lealtad y lamento que, también, se repite en los discursos del peronismo mediterráneo, extendió su agradecimiento al ya exmandatario Juan Schiaretti “por su constante apoyo y acompañamiento” y despejó variables de análisis. “Hubiese sido sin duda un gran presidente para nuestro país”, afirmó.
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Los hermanos Torres provienen de esa corriente interna del PJ provincial que hegemonizará el poder en la sexta ciudad más grande de la provincia por cuatro años más. En la última elección llevada a cabo en septiembre le sacó casi 40 puntos a su inmediata perseguidora y se posicionó como uno de los dirigentes llamado a protagonizar el nuevo tiempo del oficialismo provincial, marcado por la transversalidad y el federalismo, con el que Llaryora insiste en cada uno de sus gestos.
En esa proyección que el nuevo gobernador imagina para la vida institucional y política de su provincia, el intendentismo sobresale por su peso específico, aunque deberá enfrentar un desafío complejo ante los anuncios nacionales que advierten recortes y ajustes en el reparto de fondos.
“Yo creo en un Estado presente, que administre en forma responsable lo que es de todos, y que planifique un crecimiento social equilibrado. Un Estado presente nunca se desentiende, sino todo lo contrario: busca y gestiona soluciones”, marcó su posicionamiento ideológico que, tras las primarias nacionales, lo llevaron a trabajar abiertamente por la candidatura de Sergio Massa. “Imaginen cuanto más fácil sería decir que no se puede, limitarse solamente a lo que le compete a un municipio y mirar para el costado en el resto de necesidades de nuestros vecinos”, aseguró en abierto cruce a las posturas expuestas por los libertarios a cargo del poder nacional.
“Creo imposible soñar con una sociedad en paz si no trabajamos todos juntos, sin grietas, procurando la igualdad de oportunidades y la justicia social. Por eso este intendente siempre va a decir lo que piensa y defender sus convicciones si ningún tipo de especulación y que nunca se va esconder frente a un problema, una necesidad, una marcha o a la hora dar una opinión personal o política”, aseguró.
“Mi responsabilidad y compromiso como intendente es buscar a través de todos los medios cumplir con las propuestas que presentamos y administrar lo que es de todos de forma eficiente y transparente para que Alta Gracia siga siendo una ciudad pujante y en constante crecimiento”, afirmó Torres que ganó su reelección en una contienda sin parangón en el presente turno político provincial ni en la historia de su ciudad. Ahora, deberá enfrentar un doble desafío en el que la complejidad de la gestión deberá conjugarse con el reacomodamiento general de su espacio político que lo pone, junto a su hermano, otra vez en el centro de la escena.