No me pidas que no vuelva a intentar / que Santoro llegue al ballotage / no quiero gobernando / a un DJ fracasado / y no tengo planeado / bancar los negociados / No me pidas que no vuelva a intentar / que Santoro gane en esta ciudad. A las 19.20 de este miércoles, con su capa animal print, con paso canchero de boxeador seguro de su pegada, el toro de Leandro Santoro subió al escenario 360 (tan PRO) del Luna Park y cantó el rap de la esperanza. Después hablaría el candidato a jefe de Gobierno porteño, pero el personaje ya se lo había comido. "Leandro es un creativo en busca de soluciones", lo elogiaría un rato más tarde Sergio Massa, en el cierre del acto de Unión por la Patria. Cierto, pero mandan las urnas: el domingo a la noche, el escrutinio provisorio convertirá al amigo de Alberto Fernández en héroe y en un genio del marketing político o en un payaso triste.
EN VIVO | Cierre de campaña de Ciudad de Buenos Aires en el Luna Park - #SantoroAlBalotaje
El dirigente de cuna radical enfrenta el desafío de ratificar el segundo puesto que obtuvo en las PASO. Para eso debe evitar que el crédito de La Libertad Avanza, Ramiro Marra, capte más de los votos que consagraron a Javier Milei como el candidato presidencial revelación. La brecha es grande: el 13 de agosto pasado, el upeísta le sacó nueve puntos al libertario. Es una lucha cuerno a cuerno: el toro de Santoro pelea contra el Bull Market de la familia Marra, un tributo sentido al cuadrúpedo capitalista de Wall Street.
Santoro debe esperar, además, que Jorge Macri, primo de Mauricio, conquistador PRO de la capital argentina, no cruce la raya del 50% que lo sentaría en el sillón de Horacio Rodríguez Larreta sin necesidad de repechaje. Es mucho pedir para el bonaerense orgullosamente porteño, pero en las primarias Juntos por el Cambio sumó más que eso con el aporte del radical Martín Lousteau.
Un toro cantando en bata tiene más sentido que tener 16 años de macrismo en la Ciudad
Bizarro por elección
La de este miércoles no fue la presentación en sociedad del toro de Santoro. El animal rapero fue protagonista de toda la propaganda proselitista del candidato radical-peronista y actor estelar de una serie de spots audiovisuales en los que canta y expone lo que la campaña presenta como las deficiencias de la Ciudad PRO.
"Que el subte no funcione las 24 horas no tiene sentido"; "que se la pasen cambiando baldosas y que las calles igualmente sean intransitables no tiene sentido"; "que haya chicos sin vacantes en las escuelas de la Ciudad no tiene sentido", dice el toro en esos mensajes, precedidos por uno fundacional que explica el absurdo como herramienta: "Un toro cantando en bata tiene más sentido que tener 16 años de macrismo en la Ciudad".
Que el subte no funcione las 24 hs no tiene sentido. Hay un Toro que también lo sabe .
Diría el Negro Olmedo: "Si la hacemos, la hacemos bien" (audiencia sub 50 abstenerse de entender esta referencia). En una campaña que se permite tener a Milei empuñando una motosierra, a Patricia Bullrich balbuceando "filosofías muy interesantes" y otros sinsentidos, a una cosplayer delirando en televisión... una campaña salpicada por el barro de Martín Insaurralde revolcándose con una modelo en un yate multimillonario amarrado en Marbella y por videos del propio Marra aconsejando a la juventud irse lo más tarde posible de la casa de papá y mamá para exprimirles hasta el último centavo o que ahorren en latas de atún, Santoro decide ser bizarro.
Soy bizarro, pero a propósito, porque me doy cuenta, porque puedo distinguir la frontera de ese absurdo del que, dicen, no se puede volver, parece decir y dice, como mensaje central: lo ridículo es que el macrismo lleve 16 años gobernando la Ciudad.
El problema, lo dicho: las urnas dirán si el electorado también pudo discernir o lo metió en la misma bolsa del absurdo del que intentó burlarse; si la creatividad que le elogió Massa sirvió para buscar votos y entrar al ballotage o se quedó afuera porque Macri logró cancelar la instancia de la segunda vuelta o porque Marra lo dejó en tercer lugar y le arrebató la chance del mano a mano con el exintendente de Vicente López.
No sea cosa que el toro se le retobe y se le venga encima, con sus cuernos de doble filo, y lo deje herido de muerte política en la pista embarrada de esta campaña insólita.
Toro o gallareta, esa es la cuestión.
