¿DÓNDE IREMOS A PARAR?

La teoría del caos en la Argentina de Javier Milei

El sistema político se torna impredecible y cruje la gobernabilidad. El Presidente, Macri y CFK, en el mismo lodo de liderazgos inestables. Aguante, economía.

Según la teoría del caos, en un sistema complejo y dinámico, variaciones mínimas de sus condiciones iniciales pueden alterar sensiblemente su comportamiento y tornar, entonces, impredecible el futuro. En eso anda la Argentina de Javier Milei, volviéndose una lotería, acechada por el fantasma del desgobierno mientras la economía resiste con aguante artificial.

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Mauricio Macri en Paraná.

Mauricio Macri en Paraná.

"No le hemos pedido nada al Gobierno. Le ofrecimos nuestra colaboración para que el cambio vaya adelante y podamos liberar a los argentinos de un Estado que aplastó a la sociedad", dijo, como si ese desprendimiento fuera cierto. ¿Le habrán creído todos, incluidos los senadores que quedaron en offside al votar por una vez a favor de los jubilados y que ahora, se supone, deberían cuadrarse sin pudor ante el veto presidencial?

No sorprende que en ese contexto Horacio Rodríguez Larreta le haya dado una primera –módica– satisfacción a su ansiedad y lanzado una fundación que no tiene por ahora otros fines que generar visibilidad y narrativa de centro desarrollista, además de albergar a dirigentes que no le besan el anillo al ingeniero.

El conflicto de Macri con los otros dos integrantes de la troika del poder –Karina Milei y Santiago Caputosigue, aunque en modo de guerra fría, lo que incluye la saga por el fin de los subsidios a los colectivos urbanos que, literalmente, paga Jorge Macri.

El jefe de Estado citó para hoy a los líderes de las bancadas propias y aliadas para evitar una reedición de las derrotas legislativas recientes cuando se trate el presupuesto 2025, algo que no implica un puenteo a Macri, pero que alimenta la disputa entre ambos para liderar la amplia avenida de las derechas.

El peronismo y el liderazgo de CFK

Por su parte, el panperonismo sigue tensando la cuerda para empezar a dirimir jefaturas, lo que supone un desafío con pocos precedentes a Cristina Fernández de Kirchner y completa un panorama de implosión generalizada de liderazgos en el país.

¿Qué dice este archipiélago de novedades, islas pequeñas en sí mismas, pero relevantes como conjunto?

Interpretando el caos

Todo lo anterior ilustra el hecho de que el Gobierno sigue careciendo de un diseño de gobernabilidad eficaz y que las oposiciones –las gelatinosas y las nítidas– no logran salir del laberinto borgeano que propone la política paleolibertaria, lo que demora su conformación como alternativas de poder.

El gobierno de Milei sigue tropezando con una realidad difícil y con sus errores no forzados, situación que no ha logrado revertir tras nueve meses de experiencia en el ejercicio de un poder que sigue descansando, en buena medida, en el vacío que lo rodea.

Las encuestas muestran un sube y baja de su ponderación social, pero niveles de aprobación que por ahora no bajan del 40 o el 45% siguen constituyendo –pese a todo– la explicación de su centralidad.

Eso explica que los purgados –Arrieta, Paoltroni y la legión de funcionarios vomitados sin pausa desde el día uno– salgan de los palacios para quedarse quietitos en la puerta, mientras que los que querrían entrar para influir y disimular su irrelevancia creciente –Macri– se paren, a la intemperie, en ese mismo lugar.

En ese sentido, Villarruel prefirió atribuir –fina– al "periodismo pautero y mala leche" la interpretación de que pretendió melonear la eyección de Paoltroni, mientras que este se despidió como un caballero, anunciando un monobloque y ratificando su "apoyo y acompañamiento al Presidente" a pesar de que el mandatario, parece, no valora su ayuda.

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¿Ordenando el caos?

Las elecciones de mitad de mandato suelen ser descriptas como una limitación para que los sucesivos gobiernos apliquen recetas impopulares, pero –se supone– necesarias. Sin embargo, cuando una administración como la actual se lanza al ajuste hacha en mano, como un vikingo sanguinario, la apertura de las urnas puede ser una bendición.

Si el mileísmo –producto en sí mismo de la ruptura de los lazos de representación– ha venido a poner el país patas para arriba, los comicios representan una oportunidad para la aparición de liderazgos nuevos. ¿Será la que viene aprovechada por las diferentes facciones?

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Javier Milei vota en 2023.

Javier Milei vota en 2023.

Para Milei, todo dependerá de las condiciones de fortaleza o de debilidad en las que llegue al proceso electoral, esto es de la carrera desatada desde el primer día entre hiperajuste e hiperrecesión, y tolerancia social.

Si lograra salir airoso de ella, se convertiría en el actor dominante de las derechas, aunque eso difícilmente alteraría radicalmente la relación de fuerzas entre oficialistas y aliados, por un lado, y opositores por el otro. Si no lo consiguiera, el pronóstico de su segunda mitad podría hacerse lúgubre.

La existencia del mencionado diseño de gobernabilidad es condición necesaria para la consolidación de la pretendida revolución paleolibertaria. Lo que viene en lo inmediato es crucial al respecto.

Aguante, economía, aguante

Intervenidos sin pudor por los presuntos paladines del libre mercado, los tipos de cambio paralelos se desinflan modestamente, aunque al costo conocido de la eternización de la falta de reservas, la incertidumbre cambiaria y la prolongación del cepo.

Milei y Toto Caputo asumen esos riesgos para lograr, en el último trimestre, que la inflación salga de su meseta actual, cercana al 4%. La idea es que se estacione en cerca del 3% el mes que viene.

A favor de ese objetivo juegan un ajuste que se expresa incluso en la contumacia de Sandra Pettovello para entregar alimentos y en el retaceo de medicamentos para los jubilados, así como en el abaratamiento de las importaciones inducido por la baja del impuesto PAIS. En contra, la inercia que provoca la indexación de las naftas, tarifazos de luz y gas que se dosifican pero persisten y aumentos de precios varios que no cesan.

Las apuestas del Resto del Mundo

Para evitar ser deglutido por LLA, Macri juega sus fichas en la previa de la elección de 2025 al segundo de los escenarios mencionados, el de un desgaste –mayor o menor– del Gobierno que eleve al PRO desde una intención de voto actual inferior al 10%.

La UCR enfrenta un dilema similar, aunque la mayor distancia marcada frente al oficialismo por su presidente poco acatado, Martín Lousteau, podría convertirla en un vehículo un poco mejor para un cierto voto protesta de centro.

Cómo estarán las cosas en el radicalismo que Ricardo Alfonsín, cuyo apellido es sinónimo de UCR, renunció ayer al partido para ponerse al frente de un armado progresista.

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Para el peronismo, en 2025 se tratará de aguantar los trapos, algo que, de lograrlo, debería agradecer por exceder lo que merecerían su desempeño reciente en el poder, el Alberto-gate y otros escándalos, y su colosal crisis de liderazgo.

En ese sentido, el abroquelamiento de ciertos poderes territoriales alrededor del díscolo de última hora José Mayans –apenas una excusa en sí mismo– es un desafío que se suma a los que el cristinismo vive con resignación en los años pares, los que confía en superar cuando el núcleo duro K se convierta en un polo de atracción. Lo que nadie sabe y en verdad explica esas desobediencias es cuánto vale hoy ese núcleo duro, mensurado en alrededor del 30% en el entorno de la expresidenta y bastante por debajo por sus retadores.

En medio de esa puja de facciones, Axel Kicillof espera, gobierna la Provincia y se esfuerza por no chocarla en el dramático contexto actual. Para él no será 2025, sino 2026 o incluso 2027 el momento del lanzamiento a la presidencia, si es ese paso le resulta viable.

Axel Kicillof Casa Rosada
Axel Kicillof quiere llegar a la Casa Rosada en 2027.

Axel Kicillof quiere llegar a la Casa Rosada en 2027.

Explicaciones al remolino del vaso de agua

Cerca de Cristina Kirchner dicen que sus roces recientes con Mayans se explican, en parte, en un intento de ponerles coto a las ideas de un juicio político a Milei, agitadas por el jefe del interbloque peronista del Senado y voceadas cada día desde sus sillas de panelista por Guillermo Moreno. En ese sentido explican los coqueteos con la vicepresidenta, quien sería la beneficiaria de una movida semejante.

El debate existe y fue mencionado por desPertar, el newsletter de Letra P, como parte de las hipótesis de diferentes segmentos del sistema político a lo largo de la última semana. Sin embargo, una destitución sería fácticamente imposible y políticamente espuria –algo parecido a un complot– mientras el Presidente conserve niveles de ponderación social como los mencionados.

La realización de un juicio político no depende de que haya causas –siempre las hay si se las busca–, sino de las condiciones, dadas básicamente por un abandono terminal de la sociedad. En 2001, con Fernando de la Rúa, la calle se le adelantó a la política y lanzó ese proceso doloroso.

Si ese escenario está hoy lejos de cualquier ponderación realista, hay que pensar que el peronismo en verdad está dirimiendo liderazgos, cosa que el cristinismo también admite.

Esto se vincula, para empezar, con qué sector llevaría la voz cantante en una eventual negociación para ampliar la Corte Suprema, repartirla y también colonizar centenares de vacantes en la Justicia federal. De ahí que, como informó Mauricio Cantando en Letra P, se calculen influencias y se ventile que CFK controlaría solamente a 13 de los 33 senadores de Unión por la Patria (UP).

Además, hay que tener en cuenta los posicionamientos para la elaboración de las listas en el año electoral, dada la conocida tendencia de la exmandataria a saturarlas con sus fieles de La Cámpora. La unidad duele, pero ¿está asegurada?

El trompo gira, caótico, sin anunciar dónde se detendrá.

Cristina Kirchner y Axel Kicillof. ¿Unidos para siempre?
Francisco Paoltroni.

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