ELECCIONES 2023

La rabia puede esperar, pero...

El candidato de Milei en La Rioja, Martín Menem, quedó lejísimo en la pelea por la gobernación. El voto ultra podría transformarse en un tormento para JxC.

Las elecciones provinciales se suceden y, bien leídas, invitan por ahora más a la cautela que a los pronósticos nacionales desmesurados. Como se esperaba, y como te había anticipado Letra P, los oficialismos se impusieron en Jujuy, La Rioja y Misiones, en versión radical –Carlos Sadir–, peronista –Ricardo Quintela – y provincial –Hugo Passalacqua–, respectivamente.

Todas las victorias fueron holgadas –los números finales los podés encontrar en el sitio–, pero impactó la cuantía de la obtenida por Passalacqua, cuyo Frente Renovador de la Concordia literalmente se devoró el voto peronista.

La reelección del peronista no alineado Quintela insufló ánimo en el peronismo en general y en la Casa Rosada en particular, al punto que Alberto Fernández podrá realizar este lunes el viaje triunfal que tenía preparado.

Los comicios de este domingo siguieron a los ya realizados en Neuquén y en Río Negro y serán continuados el próximo domingo de superacción, que tendrá paradas relevantes en Tucumán, Salta, San Juan, La Pampa y Tierra del Fuego.

Se van acumulando los indicios sobre el futuro de la pelea grande que comenzará en las PASO de agosto y se definirá en la doble vuelta de octubre-noviembre.

Calma, radicales (y peronistas)

Las tres provincias representan sólo el 5,29% del padrón nacional –Misiones, 2,77%; Jujuy, 1,67% y La Rioja, 0,86%– y ayer fueron llamadas a votar en elecciones locales, no nacionales. Los diseños electorales no son azarosos y por algo muchos mandatarios provinciales desdoblan sus citas electorales, de modo de eludir una competencia nacional que viene empiojada de mil modos, en medio de la grieta, la crisis económica y anuncios de replanteo severo sobre los que casi nadie quiere dar demasiadas precisiones.

Sin embargo, se pueden sacar algunas conclusiones. La política de la mayoría de las provincias casi siempre inclina la cancha a favor de los oficialismos, y el clientelismo y la fidelización del voto de los empleados y las empleadas locales no son monopolios del peronismo.

Así, hasta el momento, los oficialismos se impusieron en cuatro de las cinco provincias llamadas a votar –además de las de ayer, Río Negro– y en la quinta, la alternancia se dio por una fuga del sempiterno Movimiento Popular Neuquino (MPN), que acaso no haya hecho más que dirimir su interna por vías no convencionales.

Vinculado con lo anterior, el voto bronca, la furia y el “que se vayan todos” no han aparecido hasta el momento.

Por un lado, la izquierda trotskista volvió a obtener un meritorio desempeño en Jujuy, pero sin lograr el asalto al segundo puesto. Más importante en la ponderación nacional, la cosecha de candidatos y candidatas afines a Javier Milei ya había sido limitada en las dos mencionadas provincias patagónicas, y ayer, en La Rioja, el resultado de Martín Menem, uno de los pocos referentes locales a los que el minarquista mantuvo aferrado de su mano, estuvo por debajo de cualquier cosa que podría considerarse batacazo.

Sin embargo, la incidencia del factor libertario mostró este domingo una punta del modo en que podría convertirse en un tormento nacional para Juntos por el Cambio, ya que la dispersión del voto que genera le permitió al peronismo riojano recuperar la capital, que estaba en manos de dicha alianza.

Con todo, en lo que hace a los números grandes y a la extrema derecha como opción de poder, la rabia puede esperar. ¿Llegará, como se espera, intacta a agosto y a octubre o convendría, por las dudas, prepararse para un escenario alternativo, en el que la polarización entre los dos principales modelos en disputa pueda más?

Falta aún para saberlo y no hay necesidad de precipitarse en pronósticos, un expertise más propio del Servicio Meteorológico Nacional.

Nace un (vice)presidenciable

Hay otro ángulo importante que se proyecta desde Jujuy. Exitoso en haber alambrado su territorio, el radical Gerardo Morales refuerza su proyección nacional.

Este, se sabe, está anotado en la grilla de precandidatos presidenciales de Juntos por el Cambio, pero su instalación, nivel de conocimiento y valor simbólico en una provincia en la que ha sabido cultivar la grieta con lo que representa Milagro Sala –con argumentos, pero también con decisiones cuestionables como la reforma de la Corte Suprema– lo podrían convertir en un aliado valioso. Claramente, se perfila como uno de los posibles compañeros de fórmula de Horacio Rodríguez Larreta, con quien comparte su aversión a las ventanas ultraderechistas que desearían abrir los halcones del PRO y a quien invitó para compartir la foto del triunfo.

Otro de los presentes en el palco fue el también radical Martín Lousteau, a quien Morales no se privó de presentar como “el reemplazante” del jefe del Gobierno, quien íntimamente debe haber lamentado que le sacara a la luz el mayor entripado que Mauricio Macri y Patricia Bullrich mantienen con él.

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