El despido de Vicente Ventura Barreiro, el ahora ex número dos de Seguridad, dejó a la ministra Patricia Bullrich con una mesa chica diezmada: sólo le queda uno de los cuatro funcionarios que había convocado en el arranque de su segundo tiempo de gestión, hace sólo seis meses.
Como contó Letra P, había sentado a su mesa chica a un pequeño grupo de técnicos y políticos de su extrema confianza, mientras terminaba de delinear el organigrama oficial de su cartera. Además de a Ventura Barreiro, había convocado a Sebastián García de Luca, Federico Angelini y al diputado Damián Arabia.
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El segundo, ¡afuera!
De perfil bajo y especialista en materia de seguridad, inteligencia criminal y derecho, Ventura Barreiro, Tito, como lo apodan, fue hasta este sábado el principal sostén de Bullrich. “Es el que más sabe, un técnico que conoce muy bien cada función”, lo describió tiempo atrás ante Letra P un dirigente de su entorno.
Tito tiene un amplio currículum, que le ayudó a ocupar distintos cargos en la gestión pública, aunque también es un hombre de la política. Comenzó con su formación a fines de los ochenta en el Liceo Militar General San Martín. Luego egresó de la carrera de Abogacía de la Universidad Católica Argentina (UCA) y siguió con un máster en Administración y Derecho de la Seguridad Pública en la Universidad Carlos III de Madrid. Tiene otros magísteres y doctorados en la Universidad del Salvador, donde, por caso, también se recibió la ex vicepresidenta Gabriela Michetti.
Uno de los puestos más destacados que ocupó fue el de viceministro de Seguridad bonaerense durante los cuatro años de gobierno de María Eugenia Vidal, cuando al mando de la cartera estuvo Cristian Ritondo, presidente del bloque PRO en la Cámara de Diputados. De ahí que la coronación de Ventura Barreiro como el “segundo de Bullrich” haya sido un camino natural. Junto a su ahora ex jefa, tenía el desafío de ampliar con pericia el Protocolo antipiquetes en un contexto de crisis económica y ajuste y resolver problemáticas estructurales en algunas zonas calientes del país.
Macrista bajo la lupa
Tito tenía bajo su órbita al santafesino Angelini, quien comanda la Subsecretaría de Intervención Federal. Quienes lo conocen aseguran que entre sus características se destaca la amalgama entre la rosca y el lado institucional de la política. Recuerdan que, para acceder desde Santa Fe a algún dato de la Casa Rosada, entre 2015 y 2019 había que marcar el teléfono de Angelini, uno de los pocos que en aquel momento tenía línea directa con Mauricio Macri.
Bendecido por el fundador del PRO, cobró relevancia pública en marzo del 23, cuando reemplazó a Bullrich en la presidencia del partido amarillo, quien había anunciado que se tomaría licencia en el cargo partidario para dedicarse de lleno a la campaña presidencial.
Ocupar esa silla durante unos meses le permitió sentarse en más de una oportunidad en la mesa nacional del PRO a instancias de las intensas peleas que por entonces enfrentaban halcones y palomas de Juntos por el Cambio.
Según pudo saber Letra P, pese a que continúa en su puesto, fue relegado y ya no forma parte del entorno de la ministra. El enfrentamiento de la funcionaria de Milei con Macri dejó a Angelini del lado del expresidente.
El rosquero
La otra cara de la moneda de Tito Ventura era García de Luca, un hombre 100% de la política, armador natural y hábil rosquero por fuera de la órbita macrista, sobre todo con peronistas, radicales y vecinalistas. Prudente, de tono calmo y mucho diálogo, era otro de los elegidos por Bullrich. El día que la ministra le declaró la guerra a Macri, García De Luca pegó el portazo.
Había llegado a la Secretaría de Articulación Federal y no tenía injerencia en el manejo de las fuerzas de seguridad; su tarea era tender puentes y resolver inquietudes de los gobernadores y de las intendencias de todos los espacios políticos. A mucha de esa tropa la conoce de los años en que ocupó el cargo de viceministro del Interior, debajo de su mentor, Emilio Monzó, a quien elogia cada vez que puede, pero con quien rompió relación. “Lo mandamos a jugar con Bullrich y se enamoró”, devolvían en el monzoísmo, en referencia a que fue clave en el triunfo de los halcones por sobre el equipo moderado de Horacio Rodríguez Larreta.
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La cercanía de De Luca con Bullrich venía de aquellos primeros años de Cambiemos. La relación comenzó a construirse en los primeros días de la gestión de Macri sin que ninguno de los dos lo buscara, cuando se cruzaban por los pasillos de la Casa Rosada sabiendo que eran los leprosos de una gestión asediada por tecnócratas que los esquivaban, como Marcos Peña y Mario Quintana, convencidos de que el “gradualismo” se aplicaría con las variables surgidas de los focus group y los timbreos.
A fines de febrero, horas después de que Bullrich le declarara la guerra total al expresidente Macri, García de Luca le hizo saber de qué lado estaba. Renunció. Lo hizo con un sutil mensaje en su cuenta de X: “Un placer acompañarte hasta acá @patobullrich. Gracias por tu confianza. Sos una gran dirigente y mejor persona. Sigo convencido del cambio que necesita nuestro país, con responsabilidad, respeto y federalismo”, escribió.
El consejero sobreviviente
La mesa de cercanos se completa con Arabia, un referente de la nueva generación que suele citar a Hernán Lombardi, una suerte de viejo mentor del ultramacrismo que no dudaba en hablar de ajuste extremo y mano dura implacable mucho antes de que emergiera el nombre Javier Milei.
Si bien Arabia no integra la estructura orgánica del ministerio -es diputado por la Ciudad de Buenos Aires- estuvo en algunos encuentros en los que sólo había funcionarios del área. Director de Prevención de la Corrupción en el Ministerio de Seguridad desde 2018 hasta el fin del primer mandato de Bullrich, obtuvo después un nuevo rol multifacético desde el llano: vocero de la jefa de los halcones desde los primeros días que comenzó a soñar con ser presidenta y consejero informal en algunos temas.
El legislador fue quien le recomendó participar en 2022 de algunos eventos culturales, como el Cosquín Rock, el festival que reúne cada año a miles de personas, con la intención de levantar el perfil en redes y medios de comunicación.
También fue quien le recomendó a la por entonces precandidata presidencial llevar a Luis Petri como compañero de fórmula. A pesar de la derrota, algunos dicen que el radical devenido ministro de Defensa le debe un vino a Arabia. Petri y Arabia son dueños de viñedos en Mendoza.
Arabia, vicepresidente del PRO que volvió a conducir Macri, es el único sobreviviente de ese cuarteto elegido por Bullrich en el arranque de la gestión libertaria. Al día siguiente de asumir como segunda autoridad del partido amarillo, se sacó una foto con Karina Milei. También él dejó en claro de qué lado está en la interna.