El expresidente Mauricio Macri tendría su 4 de julio amarillo, fecha de la independencia de los Estados Unidos: si todo sale como él quiere, ese día dejará a Patricia Bullrich sin la titularidad de la Asamblea del PRO, máximo órgano del partido, y comenzará a definir la interna.
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Cuando se decidió la vuelta del ingeniero a la presidencia del partido que fundó, se acordó que ese órgano sería encabezado por la ministra de Seguridad, pero pasaron cosas y ahora Macri no la quiere en ese sillón. El desaire es una “invitación” a irse del espacio.
En su entorno afirman que Macri tiene la atención puesta en la votación que se viene en Diputados sobre los proyectos ley ómnibus XXS y paquete fiscal. El martes recibió a María Eugenia Vidal, Diego Santilli, Cristian Ritondo y Facundo Pérez Carletti, secretario general del PRO, para comenzar a trazar la estrategia parlamentaria en una recalibración de la relación con la Casa Rosada.
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Mauricio Macri se prepara para confrontar con Patricia Bullrich por el control del PRO.
“Su atención está puesta en que el PRO acompañe la Ley Bases y el paquete fiscal. Una muestra de eso es que los senadores del partido votaron todo en general”, remarcó un integrante de la mesa chica del expresidente en un intento por desestimar la interna.
Sin embargo, en paralelo, su entorno hace el poroteo de asambleístas para simular el resultado de una elección que le permitiría a Macri forzar la salida de Bullrich.
Quienes frecuentan al expresidente y quieren que se encargue de ordenar la interna para planificar 2025 sin fusión con La Libertad Avanza (LLA), están convencidos de que tienen números de sobra para impedir que la ministra de Javier Milei controle la Asamblea. Es un órgano clave porque, entre otras cosas, se encarga de negociar las futuras alianzas electorales.
“No creo que se vaya del PRO con más de dos diputados nacionales. En la Legislatura porteña puede complicar un poco más porque tiene cuatro bancas, pero no deberíamos tener mayores problemas”, agregó un asambleísta del PRO a quien le gustaría ver a Bullrich fuera del partido.
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Mauricio Macri y Patricia Bullrich, en guerra. Córdoba, zona de paz.
Las divergencias entre Macri y Bullrich comenzaron en diciembre pasado. Luego del Pacto de Acassuso, donde sellaron el apoyo a Milei en el ballotage, sobrevinieron las diferencias por cómo acercarse al incipiente gobierno. Mientras el exmandatario pretendía un acuerdo institucional, la excandidata presidencial avanzó sin consultarle a nadie. Consideraba -¿considera?- que era la dueña de los votos que obtuvo Juntos por el Cambio (JxC) en las generales. Los roces continuaron, se fueron intensificando y llegaron a un punto de no retorno cuando ella planteó la fusión entre ambos partidos.
Con ese antecedente se llegó a la elección para renovar la cúpula del PRO en la que Macri intentó que Bullrich tuviera menos lugares que los que se habían negociado. Al filo del cierre de listas, la ministra le torció el brazo al expresidente. Ahora, el ingeniero va por la revancha.