El default de gestión de la "administración" de Javier Milei es un pozo sin fondo, un océano profundo que ya hasta es asumido por el propio oficialismo. La denuncia periodística por el ocultamiento de cinco millones de kilos de alimentos en los depósitos del Ministerio de Capital Humano derivó este jueves en el despido del secretario de Niñez, Adolescencia y Familia de esa cartera, Pablo de la Torre, y en un escándalo político –y, se presume, judicial– que dará de qué hablar.
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Sandra Pettovello contra los movimientos sociales
Télam
Cómo estarán las cosas que la ministra dio parte a la Oficina Anticorrupción para que investigue a sus subordinados en la Secretaría por haber contratado ñoquis, entre otras irregularidades, según informó La Nación +. Toda el área que respondió de De la Torre sufriría entonces una razzia, lo que incrementaría pronto el número de los caídos en desgracia.
Sin embargo, el oficialismo debería tener cuidado con los efectos colaterales de la sobreactuación que se ceba con los coroneles para exculpar a los generales: Joaquín de la Torre se dispone a romper el bloque de senadores bonaerenses de La Libertad Avanza (LLA) en protesta por la expulsión y exposición de su hermano.
Bien afuera los 33
El listado de, hasta el momento, 33 despidos, contabilizado en Twitter por el politólogo Pablo Salinas, tiene de todo.
La nómina, que debe añadir al exjefe de los espías Silvestre Sívori y ahora a De la Torre, abarca desde un jefe de Gabinete –Nicolás Posse – hasta varios secretarios de Estado –virtuales ministros–, pasando por un titular de la seguridad social, Osvaldo Giordano, subsecretarios, asesores… Las causas de las salidas suman malas evaluaciones de gestión –desde ya–, filtraciones a la prensa, convivencias imposibles y hasta lisa y llana conspiración palaciega. Como sea, el resultado es el mismo: una gestión horrible.
La fatal arrogancia de Javier Milei
El cuadro se agrava por el desinterés de Milei –quien este jueves canceló una charla, pero siguió orbitando en la estratósfera de Silicon Valley– por los temas políticos y de gestión, salvo los que tienen que ver con la macroeconomía y la marcha del hiperajuste aplicado por Luis Toto Caputo, uno que, como se sabe, sólo puede generar muertes por hambre si las víctimas son "idiotas". Perdón: hasta la ironía duele al recordar esos dichos del jefe de Estado.
Esa desaprensión por las consecuencias sociales del Caputazo no es de ninguna manera ajeno a esa y otras definiciones desaprensivas de Milei, así como a la propia retención de los alimentos.
Fatalmente arrogante, el Gobierno no adolece únicamente de mala praxis, sino también de mala narrativa. Operar en las redes con ejércitos de troles –alguna vez se sabrá con qué recursos– no es comunicar bien.
El culebrón de los alimentos fue rico en justificaciones que duraban menos que el tiempo que diversos funcionarios se tomaban para enunciarlas.
Tras conocerse la investigación del periodista Ari Lijalad en El Destape, Manuel Adorni empezó asegurando, solemne, que la retención respondía a "las auditorías que ha hecho la ministra Pettovello", que determinaban que "los alimentos adquiridos por la administración anterior (beneficiaban en) un buen porcentaje a comedores truchos, (que) no existían o no tenían la cantidad de gente que decían tener". Asimismo, anunció insólitamente que se apelaría la orden del juez Sebastián Casanello de repartir ese material.
Milei, Patricia Bullrich y José Luis Espert, entre otros, se sumaron al relato de "los curros", sin explicar jamás por qué los alimentos no fueron entregados a entidades no sujetas a sospechas.
Ante el carácter risible del pretexto, el vocero cambió de libreto y afirmó, siempre con rostro serio, que el stock no estaba destinado repartirse, sino a servir como seguro en caso de que, "Dios no lo permita, tengamos otra catástrofe, alguna inundación o alguna cuestión que amerite la inmediata entrega de alimentos".
Cómo olvidar, en medio de tanta creatividad para mandar fruta, la rotation televisiva de Leila Gianni, subsecretaria legal del Ministerio de Capital Humano, quien mostró en programas amigos lo fea que era la yerba que no se repartía.
Al final, resulta que no había explicación posible, salvo la pésima gestión, la indolencia y la misma crueldad que ha llevado a esa cartera a pisar por meses la entrega de medicación a pacientes con cáncer y otras enfermedades graves. Para Pettovello, según se filtró, también hubo corrupción, claro.
Soltando lastre
El comunicado de Capital Humano que oficializó la cuestión –ya inocultable por el inventario ordenado por Casanello– resultó lapidario, no solamente con Pablo de la Torre, sino también, implícitamente, con cada uno de quienes salieron en los últimos días a tapar el sol con un dedo, cuya credibilidad vale ahora lo mismo que un billete de diez pesos.
El texto habla de "información recibida sobre el estado y fechas de vencimiento de determinados productos adquiridos por el gobierno anterior", de "una auditoría" y de la decisión de "limitar las competencias de los funcionarios y empleados responsables que, por mal desempeño de sus tareas, no han realizado un control permanente de stock y de vencimiento de mercadería". Ante eso, ordenó "la entrega inmediata de los alimentos de próximo vencimiento por medio del Ejército Argentino", entre ellos 900.000 kilos de leche en polvo, 5.000 de harina de maíz y algunas toneladas de puré de tomate con caducidad en julio.
Lamentable.
El deslinde de responsabilidades no dejó lugar para la piedad, incluso en los medios oficialistas, pero De la Torre, precavido, decidió retirarse sin hacer olas.
Habrá que ver si este mantiene la elegancia cuando deba dar cuenta en los tribunales sobre los motivos que lo llevaron a no realizar el mencionado "control de stocks y vencimiento" de la comida que necesitan con desesperación millones de chicos, ancianos y adultos.
¿Cambiar para mejor?
El nuevo-viejo equipo que queda tras el despido sin honra de Posse y su reemplazo por Guillermo Francos –el peor de los últimos 50 años– no entrega motivos para el optimismo. Baste reparar en el arribo de Sergio Neiffert, un alfil del ascendente enfant terrible Santiago Caputo nada menos que a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI).
El hombre parece no tener idea de la problemática sensible que tendrá entre manos y su escueto curriculum vitae de una página subraya antecedentes en cartelería callejera, participación en colegios escolares y cargos menores a nivel municipal.
Igual, tampoco hay que exagerar. ¿O acaso los alineamientos internacionales de Milei pueden a poner a la Argentina en la mira del terrorismo internacional? Imposible… ¿no?