TRIBUNA

La era Javier Milei vs. el camino para la renovación argentina

El autor cuestiona las políticas aplicadas por el Presidente en sus primeros seis meses de gobierno y rescata la gestión y la propuesta de Sergio Massa. Ajuste o desarrollo.

En la última elección presidencial, los proyectos de país que se disputaron fueron claramente distintos y hasta contradictorios. Tanto el actual presidente de la Nación como Sergio Massa pusieron a disposición de la sociedad argentina los beneficios y perjuicios que cada modelo podía arrojar.

Javier Milei se ancló en la escuela de Economía Austríaca y en un modelo anarcolibertario que -prácticamente- está en el Museo de las Ciencias Económicas, si es que existe tal institución en algún sitio: una permanente cita de autores de “lenguas muertas” en el plano económico, que pueden resultar excéntricas o de interés académico pero empíricamente impracticables. Modelos teóricos en los que el Estado es un nuevo “ogro filantrópico” que hay que eliminar volviendo al “estado de naturaleza”, que no es precisamente la libertad ni la igualdad sino la “ley de la selva”, en la que inevitablemente se caen los más vulnerables. No hay noticias verosímiles de cebras comiéndose leones y estos últimos son un grupo pequeño y muy cerrado. Intentar pertenecer a ellos es una sugestión muy inocente.

Ni Alberdi ni Roca, tan elogiados por el Presidente, fueron representantes -mucho menos, ejecutantes- de esas extremas y dogmáticas teorías.

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El Javier Milei decimonónico.

El Javier Milei decimonónico.

Por el contrario, el primero vertebró constitucionalmente al Estado en sus “Bases” (1852), organizó el sistema federal en su “Derecho Público Provincial” (1853) y sentó los cimientos de la economía de la época en su “Sistema Económico y Rentístico” (1854).

La destrucción del Estado que propugna el actual presidente no está en ninguna obra alberdiana. Es disruptivo. Sí, como es disruptiva la compraventa de órganos o la aceptación del trabajo infantil, pero son retrocesos civilizatorios. Nada menos que eso.

Apenas comenzado, el Gobierno intentó cambiar las bases de un Estado Social de Derecho que se moldeó en la Constitución de 1994. Tanto el DNU 70/23 como las primeras medidas económicas tendieron a cumplir con la idea libertaria, oculta en el concepto de “libertad”, término que, a lo largo de la historia de la humanidad, las diferentes autocracias adoptaron para justificar que ponían a los más débiles a merced de los más fuertes.

Los números del ajuste de Javier Milei

Sin tener en cuenta los aumentos que llegarán durante este mes, desde la asunción de Milei, la nafta aumentó un 133,4%; el gas natural un 406% anual para los hogares de altos ingresos, 745% para los hogares de ingresos bajos y 544% en los hogares de ingresos medios y las tarifas de luz tuvieron incrementos, medidos de forma interanual, de 228%, 465% y 378%, respectivamente.

También crece el desempleo y la retracción económica en casi todos los rubros.

A esta muestra cabal de “libertad libertaria” hay que sumarle la quita del Fondo Compensador del Transporte para el interior del país, que llevó el boleto de colectivo a un promedio de 800 pesos por viaje, con ciudades donde el boleto alcanza los 1.000 pesos.

En el marco de esa “libertad libertaria”, también el Presidente prometió, a viva voz, sacar impuestos y no subir ninguno. Hasta ofreció desbordadamente amputarse, si incumplía su palabra.

Paradójicamente, subió el impuesto PAIS y va a reponer la cuarta categoría del impuesto a la Ganancias, alcanzando así a 1.100.000 trabajadores calificados que no lo pagaban. En el país de Milei, el precio de la Canasta Básica ascendió a 850 mil pesos, con lo cual un trabajador cuyo salario equivale a dos canastas básicas deberá pagar un impuesto por ser considerado ganancia. Es una desproporción y también una mentira.

Sergio Massa llevó en la campaña y en sus actos de gestión banderas de desarrollo y reconstrucción moderna del país, sin prometer lo que no se podía cumplir y reconociendo las cosas que la sociedad nos reclamaba mejorar. "El salario no es ganancia”, fue una definición política que Massa llevó durante toda su carrera política y que cumplió cuando le tocó decidir.

Embed - Massa respondió a la oposición por el Impuesto a las Ganancias

En ese momento, más de 850 mil trabajadores dejaron de pagar un impuesto distorsivo y recesivo. Fue una clara señal a los sectores medios que dinamizan el consumo y mueven la rueda de la economía en Argentina.

Con el Compre sin IVA, que benefició a 2,5 millones de personas, Massa les sacó el pie de encima a jubilados y trabajadores para que pudieran mejorar su capacidad adquisitiva.

Dijeron que eran medidas electoralistas. Sin embargo, sin mentir y llevándolo a la práctica, Massa le mostró al país cuál era el plan de despegue. También lo acusaron de hacer “campaña del miedo”, cuando sostuvo que el camino de la “libertad libertaria” encubría perjudicar a los más débiles. Fue información, porque todo terminó sucediendo.

El eslogan de la libertad vs. trabajo y desarrollo

Las autocracias, como dijimos antes, se apropian del concepto de libertad porque necesitan convencer a la sociedad de cosas que sólo están en los marcos teóricos y lesionan la trama del crecimiento. En cambio, los gobiernos del campo nacional ponemos en marcha el trabajo, el desarrollo y el progreso, que es lo que queda en los pueblos.

Sergio Massa tenía claro que había mucho por mejorar y que nuestro país es productivo; de industria y de campo; de educación e innovación.

En los tiempos que corren, la sociedad necesita que el Estado acompañe sus deseos de progreso y los ponga en práctica. Un Estado renovado, atento y veloz para potenciar las capacidades y brindar oportunidades, que proteja lo que nos pertenece por historia y por geografía y está arraigado en nuestro ser nacional por generaciones.

Era el camino de los pueblos y no de las teorías de gabinete. Sabíamos que era el camino correcto y que tarde o temprano retomaremos para renovar y volver a poner de pie a La Argentina.

Javier Milei en Madrid: Muerte al socialismo y zurra al bandido local.
Federico Sturzenegger y Eduardo Eurnekian

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