El debate en la Cámara de Diputados del proyecto que reforma la normativa vigente en torno a la prevención y represión del lavado de activos exhibió las internas de Juntos por el Cambio (JxC), que incluyen divergencias ideológicas, estratégicas y ausencias de liderazgos. Quienes se muestran más entusiastas aseguran que esas diferencias se resolverán después de las elecciones primarias.
Fue un capítulo más de una película que empezó en 2021, cuando tras la fractura del bloque UCR no fue posible elegir un jefe del Interbloque que reemplace al radical Mario Negri y las negociaciones con el oficialismo se hicieron de manera desprolija y, a veces, fueron imposibles.
Sergio Massa gestionaba con las autoridades de cada bancada y luego intentaba conciliarlos. Germán Martínez, titular del Frente de Todos desde hace poco más de un año, intenta conseguir interlocutores autorizados del interbloque para cada tema, pero no siempre es fácil.
El lunes pasado creía tener consensuada la ley de lavado de activos con Pablo Tonelli, a quien los referentes nacionales del PRO le pedían aprobar una versión de consenso, por temor a una sanción internacional que complique al próximo gobierno. Le aseguraba a Martínez tener el respaldo de Negri.
La Coalición Cívica prefería apostar a todo o nada con su proyecto, que delegaba en una comisión dominada por jueces y fiscales la selección de miembros de la Unidad de Información Financiera (UIF), el organismo local encargado de combatir el lavado. Además, agregaba la facultad de querellar en las causas.
En el debate en comisión del martes, el radicalismo se alió a la Coalición liderada por Karina Banfi, vice del bloque, quien negaba tener instrucciones de Negri para negociar con el Gobierno. Se sumó a esa posición Evolución y dejaron al PRO en ridículo, con sus diputados y sus diputadas firmando un dictamen del Frente de Todos (FdT) en la previa de una campaña electoral.
Lo que siguió fue una rutina habitual de JxC antes de cada sesión: reuniones de cada bloque la noche anterior de la sesión y una cumbre de los jefes para acercar posiciones. A nadie se le ocurrió reunir a los 116 del interbloque para debatir: la última vez que se vieron fue en una improvisada asamblea minutos antes de rechazar el presupuesto 2022 y fue caótico.
Esta vez, el acuerdo fue facilitar la aprobación del proyecto con las ausencias que ya estaban previstas y otras que se agregaron para que ningún del PRO tuviera que votar a favor o abstenerse, como estaba previsto hasta una hora antes. Otra opción era un acuerdo de santafesinos de todas las bancadas para acompañar. No fue necesario.
Negri anunció que el radicalismo respaldaría la mayoría de los artículos en la votación en particular, que sólo era posible si se aprobaba en general. O sea, sabía que aún con el voto en contra de sus pares el proyecto se enviaría al Senado. Era lo que buscaba.
Aun con el desorden evidente, algunos referentes de JxC son optimistas en cuanto a evitar una ruptura explícita. "La interna está ordenada, porque nadie pega debajo del cinturón", evaluó, ante Letra P, un diputado de PRO cercano a Patricia Bullrich. Sin embargo, hay quienes imaginan que las diferencias ideológicas hacen imposible una convivencia futura e imaginan a JxC partido en espacios de derecha y socialdemócratas, como pronostica el liberal Javier Milei.
La interna en el Senado
En la Cámara alta JxC también tiene problemas para funcionar desde diciembre de 2021 y el último capítulo de sus desmanejos ocurrió la semana pasada, cuando un grupo de seis radicales se desmarcaron y pidieron por las suyas una sesión para tratar la ley de alcoholemia cero. Las autoridades del interbloque lo habían excluido.
Alfredo Cornejo sí realiza reuniones antes de cada sesión, pero el año pasado no la tuvo nada fácil: la mayoría de los senadores y las senadoras de JxC no asistió a los encuentros de comisión, frustrados porque el FdT había logrado una mayoría con los partidos provinciales para seguir dominando la agenda.
El esquema se alteró en febrero, con la ruptura del FdT, pero JxC no logró un acuerdo estable con la nueva bancada para definir los temarios. Sólo consiguió dejar sin quórum al oficialismo el 30 de marzo y tuvieron que negociar para sesionar el 13 por temor a pagar el costo de una parálisis del Senado que está cerca de un récord.
Luis Naidenoff y Humberto Schiavoni mantienen el control de la UCR y el PRO y son los interlocutores preferidos por el oficialismo para buscar un consenso aunque, por ahora, no hay diálogo para una próxima sesión y se espera que la segunda semana de mayo realice su informe de gestión Agustín Rossi. No hay clima para otra cosa.