El destino del veto de Javier Milei a la reforma del sistema de jubilaciones podría definirse pronto y el escenario aún está abierto. La oposición no asegura los dos tercios para el rechazo y aún así definió cambiar de estrategia y pedir sesión para el miércoles a las 10.
El apuro se debió a qué se confirmó una deserción en la UCR y se achica más el margen de maniobra opositor. Para unir las piezas, el jefe de la UCR, Rodrigo De Loredo, evalúa la salida de una insistencia parcial de la reforma, que por ahora no tiene acuerdo.
La interna radical se suscitó en la reunión de bloque del martes, cuando el diputado tucumano Mariano Campero anunció que esta vez aceptará la decisión del Poder Ejecutivo, aun cuando en junio votó a favor de la reforma previsional.
Campero podría no ser el único caso de cambio de opinión: radicales de provincias con gobernadores evalúan una salida intermedia al rechazo al veto. Una situación similar viven representantes de los partidos provinciales, que aún no recibieron instrucciones de sus gobernadores y no garantizan su ayuda.
Para presionar por definiciones, los diputados de Encuentro Federal y la Coalición Cívica, que promovieron la reforma previsonal, decidieron acelerar los tiempos para exponer a los conversos o empujarlos a revisar su posición. La presentación se hizo este jueves con la firma de referentes de estas bancadas y radicales dispuestos a insistir con la reforma.
Hay experiencia que avala la estrategia de presionar a los dubitativos: en 2017, el gobierno de Mauricio Macri tuvo que hacer dos intentos para aprobar una reforma previsional, porque el primer día hubo bancas vacías que no esperaban.
Quedó atrás la idea de esperar a la semana siguiente, cuando empiece el debate por el Presupuesto 2025, con un discurso de Javier Milei. Había quienes entendían que la pelea de fondos podría ser un elemento de negociación, pero quedaron en minoría.
Pelea por las jubilaciones
La deserción de Campero del team rechazo al veto sorprendió a sus pares y abrió el juego a los gobernadores de ese partido, que en junio le dieron la espalda a la Casa Rosada. Aquel día, la reforma salió con 160 votos, que resultaron dos tercios de la cámara baja debido a las ausencias. El número mágico es 172: si se caen votos positivos, es más difícil de alcanzar.
El más molesto por la deserción fue el senador y presidente del partido, Martín Lousteau, quien descargó su bronca en una entrevista. “Lamento mucho porque este es un proyecto que conversaron y defendieron los radicales en Diputados y ahora veo que algunos cambian de posición”, se quejó sin dar nombres.
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Maximiliano Abad y Martín Lousteau.
En el oficialismo aseguran que al menos hay ocho radicales dispuestos a votar para respaldar el veto, que de ese modo estaría garantizado. El correntino Manuel Aguirre fue el único radical que faltó a la votación de junio. El grupo compensaría a algunos larretistas que podrían desobedecer a Macri, como Álvaro González y Héctor Baldassi. Los partidos provinciales, que acompañaron la fórmula en las dos cámaras esperan instrucciones.
Para los opositores que promueven el rechazo al veto, lo mejor es acelerar los tiempos y presionar. También descartaron anticipar el debate en comisión, una alternativa que se evalúo el lunes.
Propuesta de la UCR
Para evitar la fractura, el radicalismo evalúa alternativas y una sería pedir insistencia parcial, un trámite que está habilitado y tiene antecedentes, pero ninguno cercano. Consistiría en avalar el veto de al menos dos artículos: la suba anual por variación del 50% del salario real y el mínimo en un 9% por encima de la canasta básica.
La propuesta de la UCR era que Milei hiciera un veto parcial con esos retoques, pero no prosperó y el rechazo presidencial fue total. En debate queda la asistencia a las cajas previsionales de las provincias, porque hay dos de ellas con gobernadores radicales que las reciben. No está saldado cómo proceder.
La insistencia parcial no tiene eco en el resto de la oposición, que irá por el rechazo pleno al veto y sabe que cuenta con el apoyo de Unión por la Patria. Un obstáculo para apurar la sesión es un viaje a China, que cuenta con representantes de varios bloques con pasaje. Algunos deberían desistir de subirse al avión.