Dice mucho sobre una etapa política que el sentido común deba ser celebrado y no dado por hecho. Esto es lo que comienza a ocurrir con los palotes de la política exterior de Javier Milei, de esbozo preocupante en la campaña, pero más realista en la transición hacia el 10 de diciembre. El país en general y Círculo Rojo empresarial en particular por fin respiran con alivio.
Durante la campaña, Mondino también patinó sobre un hielo que no conocía: fue cuando habló del respeto a "los derechos" de los kelpers. Se trató de una definición peligrosamente alejada de la consideración de "los intereses" de los habitantes británicos de Malvinas, base de la posición negociadora de nuestro país y demasiado cercana a la de "los deseos", tal el reclamo inaceptable que sostiene la actual situación colonial de las islas y que podría llevar en el futuro a una autodeterminación.
La economista cordobesa no aclaró todavía esos puntos oscuros, pero sí comienza a desenredar lo que había enredado su jefe. Primero, acercamiento pragmático al gobierno de Xi Jinping; luego, necesario tendido de puentes con Lula da Silva.
Adiós a la estudiantina
Un Milei deseoso de ser alguien en el mundo de la nueva derecha había endulzado los oídos de comunicadores como Tucker Carlson y Jaime Bayly, quienes pueden darse el lujo de visitar la Argentina, arrancar un par de titulares rimbombantes, acumular unos miles de clicks y dejarles el fardo a las empresas y a la clase trabajadora local.
Con gesto severo, el entonces candidato presidencial le había dicho a la estrella despedida de Fox: "no solo no voy a hacer negocios con China, no voy a hacer negocios con ningún comunista". "Soy un defensor de la libertad, de la paz y de la democracia. Los comunistas no entran ahí, los chinos no entran ahí, (Vladímir) Putin no entra ahí… Lula no entra ahí. Nosotros queremos ser el faro moral del continente (…). Entonces, desde el Estado no vamos a promover ningún tipo de acción con comunistas ni con socialistas, pero eso no quiere decir que los argentinos no puedan comerciar", añadió.
En el debate que lo enfrentó mano a mano con Sergio Massa, sostuvo ese absurdo y hasta le restó importancia al comercio con los dos principales socios del país al afirmar que el mismo podría "triangularse".
Con Bayly fue aun más allá: Lula da Silva, además de "comunista" es "un corrupto que por algo estuvo preso".
Por último, a la agencia de negocios Bloomberg le aseguró que "hay que eliminar el Mercosur porque es una unión aduanera defectuosa que perjudica a los argentinos de bien. Es un comercio administrado por los Estados para beneficiar a empresarios prebendarios".
Todo eso, afortunadamente, parece parte del pasado, aunque no queda del todo claro qué es lo que aguarda en el futuro.
Un giro de 180 grados
En medio de un ajuste a la realidad –también en lo doméstico– que no se sabe si es convencido o táctico, Mondino comenzó por restaurar cierta vía de comunicación con China. Hubo carta de Xi Jinping y agradecimiento de Milei. Por algo se empieza.
Luego, la futura canciller hizo lo que, por tradición, debería haber hecho el mandatario electo: poner a Brasil como su primer destino en el exterior. Se reunió con quien será su homólogo, Mauro Vieira, habló de un vínculo necesario y deseado y hasta invitó a Lula da Silva a la asunción. El detalle es que es difícil que esto último se concrete, toda vez que el Milei exultante de la noche del ballotage se apresuró a invitar a Bolsonaro, algo que, en los hechos, degrada al presidente brasileño. Reparar es más difícil que dañar.
"Era bastante importante desarticular esas cosas que decían, que romperíamos relaciones con Brasil. Ha sido un disparate por infinitas razones", definió Mondino. Sí, Diana, era un disparate.
Asimismo, dio señales de que Daniel Scioli, un experto en lidiar con derechistas pasados de rosca, podría seguir en la embajada en Brasilia, en comisión hasta ser confirmado formalmente.
El Pichichi celebró que el paso de Mondino haya despejado de nubarrones el XI Foro Empresarial del Mercosur, en el que el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Daniel Funes de Rioja, mostró su alivio.
Junto a él estuvieron David Uriburu (Techint), Adrián Kaufmann Brea (Arcor), Miguel Ángel Rodríguez (Sinteplast), Luis Tendlarz (Algodonera del Valle) y Paula Bibini (Industrias Frigoríficas Norte Grande), entre otros nombres del empresariado.
Brasil es el mayor socio comercial de la Argentina ya que, según el INDEC, compra el 17,6% de las exportaciones nacionales y coloca el 24% de nuestras importaciones. Dejemos que Carlson y Bayly suspiren por otras causas.
El amigo americano
Pasada la etapa espiritual del viaje de Milei a Nueva York, Biden y su asesor de Seguridad Nacional Jake Sullivan quieren saber ahora qué tiene el argentino en la cabeza. Mientras comenzaba a explicar eso en Washington, el electo se aseguró de enviarles un mensaje al compartir un almuerzo con dos interlocutores que no forman parte precisamente de la derecha trumpista: nada menos que Bill Clinton y el exsenador Chris Dodd, casta pura el primero y hombre influyente en la relación del gobierno demócrata con la región el segundo.
A Milei se lo vio muy contento, acaso ajeno al hecho de que el viaje a Estados Unidos en avión privado, a un costo de hasta 250.000 dólares, pagado por su embajador in pectore Gerardo Werthein, podría complicar el pliego de este en el Senado.
Cuando sea escuchado en Estados Unidos, el jefe de Estado electo podría pagar su incontinencia de campaña. ¿Le reclamará el Departamento de Estado que ratifique su prédica antichina, la que no reparó en que Pekín es acreedor del país, que concedió desde tiempos de Mauricio Macri un swap de monedas que habrá que pagar alguna vez y que mantiene obras en ejecución?
Mondino también dijo que habrá que "reevaluar" el ingreso al grupo BRICS, previsto en principio para el 1 de enero, postura que no sugiere precisamente un acercamiento, pero que resulta menos recalcitrante que el rechazo planteado hasta ahora.
Si Milei pensara más en el país que en erigirse en un faro de no se sabe qué cosa, debería entender que China, Brasil, India y, alguna vez, incluso Rusia podrían ser fuentes de inversiones en obra pública que él no prevé realizar desde el gobierno, por no mencionar a futuros socios del club como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, así como al Nuevo Banco de Desarrollo del bloque.
Nada sobra
El ajuste que el presidente electo propone desde el día uno generará una recesión severa, la que coincidirá con aumentos de los precios de los alimentos, los combustibles y el transporte que ya se esbozan y que se harán incluso más agudos. Habrá recesión e inflación en alza, el peor de los mundos.
El clima social se caldeará velozmente. A lo mencionado se añadirían una liberación de los alquileres y un esperado ajuste cambiario, con pronóstico ominoso para el mes próximo. ¿Para qué complicar más las cosas con dogmatismos que traben el comercio y paralicen inversiones en curso y por venir?