"Pondremos todo el esfuerzo en que los vecinos y las personas que ingresan a la Ciudad diariamente puedan vivir en paz. El que tiene que tener miedo es el delincuente”. Hombre de definiciones fuertes, el nuevo ministro de Seguridad de la capital, Gustavo Coria, asumió este martes sacando pecho. No la tendrá fácil. Deberá cargar una bandera que se convirtió en karma para el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y lidiar con la pesada herencia de su antecesor inmediato, Eugenio Burzaco. “Dejó un descontrol total”, le dice a Letra P un funcionario que ya vio pasar varios jefes de la cartera estrella(da) de la administración porteña.
Hasta que perdió la interna con Patricia Bullrich en las PASO, Larreta hizo campaña presidencial con eslóganes ambiciosos. "Decidimos combatir el delito sin piedad y logramos convertir a Buenos Aires en la capital más segura de Latinoamérica", proclamó en el primer spot que presentó en el camino al 13A. Con malos resultados, manejos desprolijos y errores no forzados, Burzaco dejó al intendente porteño en offside y a merced de la pirotecnia de campaña. “En cinco años, la Ciudad tuvo cinco ministros de seguridad”, le contó el candidato peronista Leandro Santoro, envalentonado pese a haber perdido las primarias por 34 puntos frente a Juntos por el Cambio.
“Hace cinco meses que tomé la responsabilidad de ser ministro de Justicia y Seguridad en la Ciudad. Sabemos que queda trabajo, pero no vamos a ceder ni un centímetro. Por eso, hoy más que nunca, reafirmo mi compromiso con ustedes para seguir trabajando por una ciudad más segura”, escribió Burzaco en su cuenta de Twitter el lunes 28 de agosto. Apenas unos minutos antes, un video grabado por un aficionado lo mostraba alentando al argentino Juan Manuel Cerúndolo desde el palco del US Open, el Grand Slam que se disputa en Nueva York. La imagen del funcionario, vestido con chomba, anteojos negros y gorrito azul, se había hecho viral en las redes sociales, pero también en los chats de WhatsApp de los funcionarios de la Jefatura de Gobierno porteño.
Burzaco viendo un partido de tenis en el US Open
“Se fue en un viaje oficial y es familiar de uno de los jugadores”, trataban de justificar sus colaboradores del Ministerio de Seguridad, pero no hubo foto ni video que probara una agenda de trabajo del ministro en la Gran Manzana. ¿Cuál era el motivo del viaje? ¿Quién pagó la cuenta? ¿Había reuniones con agencias estadounidenses de seguridad, como diría después Larreta? ¿Un breakpoint en la gestión?
Burzaco es miembro de una familia marcada por cierto linaje aristocrático y, también, por los escándalos vinculados al deporte. En mayo de este año, su hermano Alejandro fue condenado en Estados Unidos por los sobornos multimillonarios que pagó en su condición de ceo de la empresa Torneos en el marco del affaire conocido como FIFA-gate. Con todo, no irá a la cárcel: en calidad de arrepentido, tras declararse culpable, aportó cuantiosa información a la investigación. Cantó como un pajarito.
Asesinato en Palermo
El miércoles 30 de agosto, dos días después de los aplausos de Burzaco en el US Open, una puñalada en el corazón terminó con la vida del ingeniero civil Mariano Barbieri. Lo mataron para robarle su teléfono celular. Ocurrió durante la noche en Plaza Sicilia, uno de los sitios ¿más seguros? de la Ciudad de Buenos Aires. A ocho cuadras de uno de los lugares más visitados por Larreta para sus reuniones políticas. El crimen del ingeniero precipitó la salida de Burzaco. Quedó fuera de juego apenas tocó suelo argentino.
El número dos de Bullrich durante la presidencia de Mauricio Macri había llegado al Ministerio de Seguridad de la Ciudad en un momento delicado. Marcelo D'Alessandro había sido invitado a tomarse una licencia luego de que se filtrara un intercambio de mensajes de Telegram con un funcionario de la Corte Suprema de Justicia -Silvio Robles, mano derecha del presidente del tribunal, Horacio Rosatti-, con quien acordaba cómo comunicar una resolución desfavorable para el gobierno de Alberto Fernández.
La seguridad es el eje del primer Spot de Campaña de Horacio Rodríguez Larreta
El viaje con jueces federales de Comodoro Py a la mansión que tiene el magnate británico Joe Lewis en Lago Escondido había puesto a D'Alessandro en una situación de extrema vulnerabilidad en el momento menos oporturno: Larreta comenzaba su gira por el interior del país para instalar su precandidatura presidencial. Un traspié en la gestión porteña podía sabotear sus aspiraciones electorales. D'Alessandro aceptó irse en silencio.
Burzaco asumió el cargo el 27 de marzo. De a poco, comenzaron surgir los problemas. Hubo, por ejemplo, fugas de presos en comisarías. La más emblemática sucedió en junio, cuando se fugaron tres presos violentando una cerradura a dos cuadras de los tribunales. En ese tiempo, se registraron decenas de motines por el hacinamiento de las personas detenidas.
El Servicio Penitenciario Federal (SPF) cerró el grifo para la búsqueda de plazas en las cárceles para alojar presos de la Ciudad. Bruzaco tenía sobre su escritorio un pedido para que fueran alojados en dependencias federales.
Por ejemplo, en la Alcaldía 12 se organizó hace tres semanas una revuelta porque había 32 personas detenidas cuando solamente hay capacidad para 20. La situación, altamente inflamable, fue gestando un creciente malestar en la tropa de agentes de la Policía de la Ciudad.
La calle no estaba mejor. Se hicieron más notables los robos, los asaltos en la vía pública y hasta balaceras en barrios de la zona sur de la Ciudad. Hace cuatro meses, en la Villa Zabaleta, una nena de cuatro años murió asesinada de un balazo cuando dos bandas narcos -Larreta se jacta de haberlas metido en la cárcel, pero que las hay las hay- se disputaban un territorio. La nena jugaba con su bicicleta en la vereda. Algunos de esos episodios violentos motorizaron la manifestación de vecinos escoltados por curas que se sumaron a las marchas reclamando seguridad.
Promesas...
Burzaco, que siempre fue un hombre de consulta en el PRO en materia de seguridad, había llegado con la promesa de imprimirle una dirección concreta al ritmo zigzagueante de la gestión en ese terreno. Su anuncio más relevante fue la incorporación y puesta en funcionamiento de las pistolas Taser en la Policía de la Ciudad. Lo hizo en campaña, junto a Larreta. Lo demás parece haber quedado pendiente.
“Apenas llegó, designó una nueva empresa de limpieza que nadie conoce y compró 20 iPhones 14 PRO MAX. No les dio aumento a cien contratados y esas partidas fueron giradas a Uspallata" (la sede central del Gobierno porteño), cuenta un detractor del exministro que ingresó a trabajar durante la gestión de Martín Ocampo. “Hoy es un descontrol total”, repetía hace unos días, cuando aún no estaba el nombre de quien reemplazaría a Burzaco.
En las últimas horas, Coria, el flamante ministro, y el Jefe de la Policía de la Ciudad, Gabriel Berard, dieron una conferencia de prensa. Optaron por comunicar ellos mismos las pruebas recogidas por la División Homicidios de la fuerza contra el cartonero detenido por el crimen de Mariano Barbieri. La estrategia tiene un por qué: buscan revertir la imagen que dejó Burzaco para poder volver a asegurar que Buenos Aires es un lugar “totalmente seguro”.